Aunque el ballet existe desde hace siglos, no ha sido hasta hace muy pocos años cuando se han empezado a fabricar zapatillas de punta en tonos marrón o bronce para bailarinas negras. Este detalle deja en evidencia la escasa diversidad racial en esta disciplina artística. Para la brasileña Ingrid Silva, que forma parte del Dance Theatre de Harlem en Nueva York, estrenar un par de zapatillas que no tenga que tintar ella msima ha sido una noticia digna de compartir en su cuenta de Twitter.
"¡LLEGARON! Durante los últimos 11 años, siempre he pintado mis zapatillas de punta para que coincidan con mi color de piel. ¡Y finalmente ya no tendré que hacerlo! FINALMENTE", ha comentado en un mensaje publicado este sábado. "Es una sensación de deber cumplido, de revolución completada. Que viva la diversidad en el mundo de la danza. ¡El avance tardó, pero llegó!". Más de 102.000 usuarios de la red social han dado a "me gusta".
A petición de uno de ellos, la bailarina mostró en un vídeo algunas de las zapatillas de punta que ha pintado ella misma. Cada bote de tinta le cuesta 12 dólares (10,75 euros). Es un gasto extra, sin contar el del tiempo dedicado a hacerlo a mano, que ha asumido durante más de una década, comenta ella misma en su mensaje.
Además de para reivindicar su color de piel, el pintar sus zapatillas ha servido a estas bailarinas para que el cambio cromático no rompa la línea de su pierna, que en su caso es uno de sus instrumentos de trabajo.
Compañías textiles y marcas de diseño como la británica Freed of London en 2018 y la estadounidense Gaynor Minden a principios de 2019 han empezado a fabricar otros tonos de esta prenda.
En un vídeo publicado en YouTube en 2016, Silva mostraba a cámara rápida en un timelapse el proceso que ha dedicado hasta ahora para tintar sus zapatillas.
Pionera y activista social
Silva, de 30 años y criada en las favelas de Río de Janeiro, empezó a bailar con ocho gracias al programa social Dançando Para Não Dançar (Bailando para no doblegarse). Esta organización ayuda desde 1995 a niñas en entornos desfavorables de la ciudad para que, además de una formación profesional, reciban una red de apoyo social.
La bailarina se especializó en danza clásica afrobrasileña y ahora triunfa en la compañía Dance Theatre de Harlem de Nueva York. Colabora además con Naciones Unidas para promocionar la igualdad de oportunidades en la educación.
"Cuando tenía 12 años y vivía en Brasil, yo era la única afrobrasileña en las escuelas de danza. La inclusión es algo en lo que tenemos que trabajar todos, las personas necesitamos saber que pertenecemos a algo, no sentirnos alienadas y rendirnos solo porque nos vemos diferentes", explicaba en una gala de la ONU en Nueva York en 2018.
También está detrás de Empower Her NY, una plataforma colaborativa que conecta a través de internet a mujeres y crea espacios para puedan compartir experiencias, promoviendo la diversidad y el empoderamiento.
De tiritas a lápices de colores
En los últimos tiempos son varios los productos que han empezado a crear colores "carne" en otros tonos que no sea el caucásico.
Un tuit publicado en mayo de 2018 celebraba que una compañía de lapiceros lanzara una línea de ellos en color carne con ocho colores distintos. El éxito de la foto, que se compartió más de 5.700 veces, disparó las ventas del producto de un día para otro, contaba en su momento a Verne un responsable de la empresa.
En abril de 2019, un tuit similar al de Silva se compartió más de 100.000 veces. Dominique Apollon, un investigador de la ONG Race Forward dedicada a crear conciencia sobre la justicia racial, celebraba haber podido ponerse por vez primera en sus 45 años de vida una tirita que coincidiera con su piel.