Daniel Neacsu pasa muchas mañanas tocando su violín en la estación de metro de Alonso Martínez. El músico rumano de 33 años lleva más de cinco tocando "casi siempre en el mismo andén", cuenta a Verne por teléfono. Una de las personas que se cruza con él a menudo es el periodista José Calderero, que ha compartido un vídeo en su perfil de Twitter para dar a conocer al violinista ante los que no pasan por esa zona.
"No encuentra trabajo y solo disfrutan de su música los pasajeros del metro de Madrid que pasan por Alonso Martínez. Qué bonito sería que con nuestros RT Daniel encontrara un trabajo por Navidad", dice el mensaje, que se ha compartido más de 30.000 veces hasta ahora.
Cada día, el músico intenta llegar a primera hora de la mañana a Alonso Martínez, que está a 40 minutos de su casa, para encontrar sitio. "Había probado antes en otras estaciones, como Sol, Nuevos Ministerios y Avenida de América, pero este lugar me gusta más. Es agradable y está muy transitado", comenta.
Neacsu llegó a España en 2006 para dar clases particulares a niños: "Me llamó un amigo y estuve un año haciéndolo. Como ganaba muy poco, me puse a trabajar en la construcción, aunque no era lo mío".
Con la crisis de 2008, regresó a Rumanía, pero volvió a Madrid en 2013. Desde entonces, además de haber hecho del metro su lugar habitual para tocar el violín, se casó, fue padre (tiene dos hijos de cuatro y dos años). "He estado formándome para ser profesor de música en escuelas. También retomé lo de dar clases particulares, pero no están muy bien pagadas", lamenta.
Neacsu no es violinista profesional, así que ayuda a niños a dar sus primeros pasos con el instrumento. Cuenta que algunos de ellos lo dejan, aburridos por la disciplina que exige aprender a tocar, y, los que destacan, abandonan sus clases para empezar en el conservatorio. Así que el ritmo de trabajo como profesor particular es muy inestable.
"Aprendí a tocar en Rumanía a través de un hombre que era amateur. Luego, los alumnos empezamos a apoyarnos los unos a los otros para seguir aprendiendo por nuestra cuenta", recuerda.
La mano que le tendió Calderero le llegó por sorpresa. Antes de grabar el vídeo, el periodista había pasado por la estación unos días antes, apunta Neacsu. "Se había parado para darme las gracias por tocar. A menudo, la gente se acerca y me dice que mi música le alegra el día. Otras veces me dejan notas. Son detalles que me dan ánimos. En el metro gano algo de dinero, pero no es verdad que te hagas rico de forma disimulada, como mucha gente cree. Me va lo suficientemente bien como para seguir yendo todos los días".
Su deseo es aprovechar los cinco acordes de fama que le ha brindado Twitter para encontrar un trabajo estable. "Cuando José volvió a pasar por la estación, me pidió permiso para grabarme. Pero no supe que había compartido el vídeo y mis datos hasta que empezaron a llegarme mensajes por WhatsApp. Una mujer rumana me cuenta que trabaja en una academia y que va a intentar que sus jefes me contraten, aunque todavía no me ha llegado una oferta en firme", dice.
Algunos de sus oyentes habituales también le han dejado mensajes de apoyo, casi a modo de reseñas de Tripadvisor, en los comentarios del tuit que ha viralizado su música.