Cuatro veteranos festivaleros nos hablan de su verano sin festivales

"Este año iba a ser mi décimo Sonorama"

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El segundo fin de semana de agosto de un año cualquiera, la zamorana afincada en Madrid Alba Cordero, de 29 años, estaría en Aranda de Duero, Burgos, bailando en alguno de los conciertos del festival Sonorama. Pero no será así en 2020, el año en el que la mayoría de festivales han tenido que cancelar por la crisis del coronavirus. En vez de eso, Cordero tiene un plan muy distinto: “De momento, me quedaré en casa, y es posible que, debido a trabajos que se han atrasado por la pandemia, me toque currar”, cuenta por teléfono a Verne. Este iba a ser su décimo Sonorama desde que acudió por primera vez en 2010.

2020 será un año prácticamente en blanco para los festivales. Eventos que llevaban décadas celebrándose de forma ininterrumpida han tenido que anunciar su cancelación o aplazamiento debido al coronavirus. Este parón supone además un cambio de planes para su público más fiel: los festivaleros que, verano tras verano, organizan sus viajes y vacaciones para no faltar a su cita favorita. ¿Qué van a hacer este año? ¿Cómo han vivido la suspensión de eventos a los que llevan acudiendo más de una década? Cuatro veteranos festivaleros nos lo cuentan.

Elena Gijón (14 FIB, siete Primavera Sound)

En 2006, cuando Elena Gijón cumplió 18 años, esta madrileña afincada en Valencia acudió a su primer FIB, el Festival Internacional de Benicassim. Ahora tiene 32 y este será el primer año desde entonces que se lo pierda. Este, y muchos más festivales. “Mi hobby es ir a festivales y aprovechar para hacer turismo”, explica. Además del abono del FIB –uno de los más longevos de España, que se celebra desde 1995–, Gijón tenía también comprados los del MadCool (en julio, en Madrid) y el Primavera Sound (en Barcelona, se celebraba a principios de junio, se movió a agosto y finalmente se canceló), del que también es veterana: ha acudido a 7 ediciones de Barcelona y 2 en Oporto. “Ahora no sé ni qué haré este verano”, cuenta.

A la izquierda, Elena Gijón en el Primavera Sound. A la derecha, una caja donde guarda las pulseras de algunos de los festivales a los que ha acudido.. Cortesía de Elena Gijón

Gijón reconoce que no reaccionó mal a las cancelaciones porque no la pillaron por sorpresa. “Vista la situación, era bastante evidente que iban a cancelar”, cuenta. “Las entradas no supondrán problema: del FIB y el Madcool pediré la devolución del importe, y del Primavera me la guardo para el año que viene”. Los abonos para el Primavera 2021 ya se han agotado.

Por el momento, Gijón no tiene “plan b” para su verano sin festivales. “Hemos mirado algún concierto de los que el público se queda en el coche durante la actuación [similares a los celebrados en Madrid en autocines], pero no nos convence mucho”, cuenta. ¿La opción más probable? Un camping. “Al menos, por tener la sensación de estar con más gente y con una cerveza en la mano”, cuenta.

Ángel Corral (14 Leyendas del Rock)

El festival de rock duro y heavy Leyendas del Rock ha cambiado tres veces su lugar de celebración desde que comenzó su andadura en 2006, pero al madrileño Ángel Corral le ha dado igual: ha acudido a todas. “Aunque se haya movido de sitio, siempre ha sido en el Levante y yo veraneo en Guardamar del Segura [Alicante], así que me viene perfecto para acercarme”, cuenta. “Y si no me ha pillado allí de vacaciones, he ido aposta”. Tras 14 ediciones consecutivas acudiendo, este año el festival se ha suspendido. Entre los cabezas de cartel había bandas como Anthrax o Powerwolf, aunque Corral cuenta que uno de los motivos por los que va cada año al festival es a ver a los españoles Lujuria, a los que conoce personalmente y han actuado en todas las ediciones del festival salvo la primera. Corral les lleva un Leyendas de ventaja.

Ángel Corral en el Sweden Rock. Cortesía de Ángel Corral

“Hay que ser paciente y entender que el problema menos grave es perderse unos conciertos en verano”, considera Corral, que ha acudido a centenares de festivales por todo el mundo e incluso es veterano de alguno del extranjero, como el sueco Sweden Rock, al que ha acudido en 13 ocasiones. “Hasta dentro de la música, la situación es mucho peor para organizadores que van a perder muchísimo dinero o grupos que se han quedado sin actuar”, explica. Incluso entre el público de los festivales, considera que no es de los más desafortunados: “Todavía no tenía la entrada de ninguno de los festivales que me había planteado para el verano, y podría haber sido mucho peor. Estábamos pensando en el Groezrock de Bélgica o en el Wacken de Alemania, pero al final se quedó en el aire. La gente que tuviera, entradas aparte, vuelos comprados y hoteles pagados, ha salido peor parada”.

Corral, de 45 años, volverá a veranear en Guardamar este año, aunque sin acercarse a Villena, lugar donde actualmente se celebra el Leyendas del Rock. Este año estaba programado del 6 al 8 de agosto. No tiene plan alternativo, pero hay algo que tiene claro: “Voy a estar entretenido igualmente. No hay festivales, ya, pero tengo dos niños pequeños. Así no te puedes aburrir en ningún momento”.

Alba Cordero (nueve Sonorama)

Desde que Alba Cordero fue a su primer Sonorama en 2010, solo ha fallado un año a su cita de Aranda de Duero: en 2012, porque no le alcanzaba el presupuesto. Este año tampoco irá, aunque no por una decisión propia, sino porque el festival ha tenido que suspenderse. “Yo organizo mi verano en torno al Sonorama, y para mí esos días son sagrados”, cuenta. “Este año, la segunda semana de agosto mi cabeza va a estar todo el rato diciéndome: ¿por qué no estás en Aranda de Duero?”.

Alba Cordero, en Aranda de Duero durante el Sonorama. Cortesía de Alba Cordero

Aunque Sonorama es uno de los festivales que, ante la cancelación del evento, han organizado actividades alternativas, como un ciclo de conciertos, Cordero no tiene pensado acudir. “El Sonorama me encanta pero no solo por la música o los conciertos [este año, dice, tenía muchas ganas de ver a Novedades Carminha], sino también por estar con mis amigas y con gente a la que solo veo en ese momento del año”, cuenta la joven. “Por una parte quiero ir a conciertos, pero sin mis amigas no me llama la atención”.

Por el momento, el plan de Cordero para la semana del 10 al 16 de agosto, en la que se hubiera celebrado el festival, es quedarse en su casa de Madrid, aunque tal vez incluso tenga que trabajar. Es guionista de profesión y cuenta que algunos trabajos que se aplazaron en marzo y abril por el coronavirus pueden volver en verano. “Mis amigas y yo hemos barajado también la opción de hacer algo esos días, pero lo tenemos en el aire y no sabemos ni si podremos o no podremos”, dice. “Si algo hemos aprendido este 2020 es que, de momento, no es buena idea hacer planes a largo plazo”. Sin embargo, ella misma reconoce que no ha pedido la devolución de la entrada de este año: “Me la guardo para 2021”.

Carla Liñana (seis Rototom Sunsplash y seis Pirineos Sur)

Cuando la menorquina Carla Liñana se mudó a Castellón en el 2012, no conocía la existencia de los dos eventos que han vertebrado sus veranos desde entonces: el festival de reggae y ska Rototom Sunsplash y el festival de músicas del mundo Pirineos Sur. Ambos cancelados este año. “Ahora vivo de nuevo en Menorca, pero tenía planeado volver a los dos, aunque todavía no había comprado las entradas”, cuenta. “Tengo amigos a los que solo veo en esos festivales y solo por eso ya vale la pena ir todos los años”.

Carla Liñana en el embalse de Lanuza, donde se instala el escenario flotante de Pirineos Sur. Coresía de Carla Liñana

Liñana, de 31 años, se ha resignado a perder el Rototom –que se hubiera celebrado del 16 al 22 de agosto en Benicassim–, pero ha encontrado remedio para rellenar el vacío del festival de los Pirineos, que se celebra desde 2009 en Lanuza, Huesca. Liñana y sus amigos van a organizar lo que han bautizado como “el anti-Pirineos Sur”. Su inspiración es el anti-Viña, el mini-festival paralelo y espontáneo que se monta cada año en el camping del festival albaceteño Viñarock.

“Al Pirineos Sur [que este año se hubiera celebrado del 10 al 26 de julio] voy más por la acampada, el ambiente y el entorno que por los grupos, así que vamos a intentar replicarlo por nuestra cuenta aunque no haya festival ni conciertos”, cuenta. Ella y sus amigos han cuadrado un fin de semana de agosto para acudir al Alto Gállego, la zona donde se celebra el festival. ¿El plan? “Más o menos el mismo que llevamos cuando hay conciertos: acampar, escuchar música, beberse unas cervezas, bailar, disfrutar de la naturaleza y de los amigos”, cuenta.

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