El Día de los Inocentes siempre es peligroso. Siempre corremos el riesgo de ser víctimas de las bromas de nuestra familia. Como la mejor defensa es un buen ataque, os proponemos algunas ideas (no muy pesadas) para reírnos de y con nuestra pareja, hijos o padres.
1. Para comenzar el día, nada mejor que un buen susto. Lo de despertar a alguien con mala idea es todo un clásico de las bromas y Youtube está lleno de vídeos.
2. Sigamos con un clásico suavito que pueden hacer los pequeños a los mayores y los mayores a los pequeños: congelar los cereales.
3. Jimmy Kimmel es un especialista en atormentar a niños. Especialmente en Halloween, cuando les dice a sus hijos que se ha comido todos sus caramelos. También tiene una propuesta navideña: proponer a los niños que abran un regalo de Navidad con antelación. Sólo que es un regalo horrible, como una patata o una grapadora.
4. Con la ayuda de unos huevos de plástico podemos volver loco al encargado de preparar la tortilla, a no ser que sea tan avispado como Arguiñano.
5. También se puede ofrecer un vaso de agua. Y un mocho. (Aquí se explica cómo hacerlo).
6. Otro clásico: Coca-Cola con Mentos. De nuevo, hará falta el mocho.
7. Es posible que alguien tire a la basura el ratón antes de ver que hay un papelito que tapa la luz (un postit puede servir).
(Fuente: Reddit).
8. Ante esto hay dos opciones: ir a por un taburete o acabar sepultado por papel higiénico.
9. Con los móviles hay muchas posibilidades, como por ejemplo jugar con el autocorrector, pero a nosotros nos gusta mucho la idea de ponerles el mismo nombre e imagen a todos los contactos. Requiere tiempo, eso sí.
10. No sabemos si repartir fotos de Nicolas Cage por toda la casa es una broma o uno de los mejores consejos de decoración de todos los tiempos. Aquí está la galería completa, que incluye la cara del actor incluso en un huevo. Por supuesto, no es obligatorio hacerlo con Cage: el pequeño Nicolas puede ser una opción muy de moda este año.
11. No olvidemos que a veces las bromas salen mal. Hay que estar preparados para asumir el riesgo de saber que podemos ser las víctimas de nuestras propias inocentadas.