Mientras el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, charlaba con ciudadanos anónimos sobre realidad virtual y su pasión por el jamón en el Mobile World Congress de Barcelona, a 624 kilómetros, su figura, recién inaugurada en el Museo de Cera de Madrid, ingresaba en la UVI. Un grupo de estudiantes visitaba el museo la mañana del miércoles y, en plena excitación adolescente por conseguir la instantánea con el creador de Facebook, tiraron la estatua, sentada en un taburete, y dañaron parte del cuerpo, aunque la cabeza quedó intacta, según los responsables del museo. Que esta parte no haya sufrido daños da esperanza a los escultores para asegurar que la misma tarde del jueves y tras una operación a corazón abierto, la figura sea colocada de nuevo en su lugar.
A Zuckerberg no le hacía falta un accidente para convertirse en noticia. Desde el momento en que la escultura empezó a compartirse en las redes sociales surgieron (una vez más) las críticas y los chistes por la peregrina semejanza entre el original y su réplica de cera.
Los responsables del museo, acostumbrados a este tipo de comentarios, han aprendido a hacer del estoicismo su coraza. “Las recibimos igual que las alabanzas, con los brazos abiertos. Las hay muy injustas, pero es el riesgo que se corre cuando alguien se expone al público", asegura el director de comunicación del museo, Gonzalo Presa. "Es verdad que no es igual ver las figuras al natural que en fotografía. La experiencia nos ha enseñado que si se habla de la institución, aunque sea para mal, es peor que no se diga nada; pasar desapercibido es terrible”. Una estrategia que funciona si se miran las cifras de visitantes: el museo recibe al año 250.000 personas y está entre los 10 lugares más visitados de la Comunidad de Madrid, según datos oficiales.
Al entrar en el museo se percibe ese paradójico magnetismo en dos sensaciones. La primera es parecida a la famosa frase del replicante Roy Batty: ”Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais”. La otra se asemeja a la crítica que recibió Lola Flores después de su actuación en el Madison Square Garden: “No sabe cantar, no sabe bailar, pero no se la pierdan”. Según se avanza por las salas que albergan solo 470 esculturas por cuestiones de espacio, de las cerca de 2.000 que se han realizado desde que se inaugurara en 1972, las curiosidades se suceden. La infanta Leonor, el bronceado al chocolate negro de Michael Jordan o las expresiones de Fernando Alonso y de Nadal son otras de las críticas con las que han tenido que lidiar.
Aquí van otras 12 que más nos han llamado la atención.
1. La figura de Cristiano Ronaldo comparte peluquero personal con el futbolista: El pelo de las figuras es natural y requiere de retoques rutinarios. La figura que también tiene los cuidados de su estilista personal es la del jugador del Real Madrid. “Es un señor que se preocupa mucho de su imagen”, explica Presa, que aclara que cuando vino a inaugurar su figura se interesó por los cuidados que se les hacía a las esculturas y ofreció los servicios de su estilista. Desde diciembre de 2013 va una vez cada mes a cuidarlo y el futbolista asume los gastos.
2. El color de ojos de Charlot: Algunas de las escenas de Wax, la película de terror de Victor Matellano, se rodaron en el museo. Ahí es donde la actriz Geraldine Chaplin pudo apreciar que la figura de su padre caracterizado como Charlot tenía los ojos negros y no azules, como el protagonista de El dictador los tenía.
3. Experiencias olfativas. La figura de Antonio Banderas, que se expuso por primera vez cuando el actor malagueño promocionaba su perfume Diávolo, en 1997, se solía perfumar con esta fragancia porque el artista, además del traje, cedió varios frascos al museo.
4. Operaciones estéticas, también en el museo. La reina Letizia ha sido modelada en dos ocasiones. La primera vez, cuando se anunció su compromiso con el entonces príncipe Felipe. La segunda, años después de su boda, cuando la princesa se sometió a una operación estética. Está previsto que se vuelva a remodelar tras sus nuevos cambios físicos.
5. No todas las figuras están donde deben. Por expreso deseo de la artista, la figura de Alaska está en la sala del terror, junto a Frankenstein, y no en la sala de los artistas.
6. Snoopy, de astronauta. El famoso personaje de cómic creado por el historietista estadounidense Charles M. Schulz está vestido de un astronauta en la sala de fantasía del museo por ser la mascota de la NASA.
7. Bendición apostólica. El museo de cera recibió la bendición apostólica de Benedicto XVI tras crear su figura. La Secretaría de Estado del Vaticano felicitó el trabajo realizado después de haber recibido las fotografías de la figura del pontífice emérito. Además, es el primer museo del mundo en albergar la figura del papa Francisco.
8. Parecidos razonables. La figura de Monserrat Caballé, ubicada en la sala de los artistas, en los últimos años ha sido ha sido confundida con la del cantante Falete, por su parecido fisico, cuenta el responsable de prensa.
9. Altos mandatarios. El primer molde de la figura de Yaser Arafat se lo enseñaron al líder palestino en el hotel donde alojaba durante una de sus visitas a España, debido a las fuertes medidas de seguridad con las que se desplazaba.
10. El vestuario, cedido. Los personajes que se prestan a que les hagan una figura, es decir, los que están vivos, habitualmente ceden su ropa. En el caso de los históricos, las prendas se confeccionan en el taller del museo. Solo hay dos excepciones: la Casa Real cedió el vestuario de Juan Carlos I (en la imagen en la que está representado como príncipe que accede al trono, en 1975) y el del general Franco.
11. Reyes repetidos. A pesar de que el espacio está limitado, hay varias figuras que se repiten porque cada sala está dedicada a un tema o a un momento histórico. Por eso aparecen en distintas ocasiones las de los reyes Carlos V, Felipe II y Juan Carlos I.
12. Documentos originales. El doctor Giménez Guinea, que asistiría al torero Manolete el día de su cogida mortal en Linares, cuando visitó la sala llamada Plaza de toros y vio representada la escena de la enfermería -en ese momento él no estaba en la escena- decidió escribir de nuevo, de su puño y letra, el parte médico de aquella tarde.
¿Las próximas víctimas? El campeón mundial Marc Márquez estrenará su escultura a mediados de marzo. Le seguirán el torero Morante de la Puebla y la actriz colombiana Sofía Vergara, además de la bioquímica Margarita Salas. La suerte de estos personajes, de nuevo, estará en manos de los escultores, y en boca de todos.
¿Cómo se hace una figura de cera?
B. H.
En el proceso de creación de una escultura de cera las partes más delicadas, según explica Presa, son la cabeza y las manos, ya que el cuerpo, si está cubierto por ropa, se elabora en escayola. “El escultor moldea la arcilla, primero con las manos y después con espátulas. Cuando está hecho este primer molde se enseña al personaje, y si da su aprobado, se pasa a la segunda fase”, relata el responsable de comunicación.
La segunda fase consiste en verter silicona líquida y escayola a altas temperaturas sobre el molde. Se deja enfriar, se abre en dos partes, se retira el barro y se vuelven a juntar la silicona y la escayola. “En el hueco donde quedaba antes la arcilla, ahí se vierte cera química, que es el material final y se espera una media de seis horas hasta que se enfría completamente”, prosigue. Antes de que el equipo de maquillaje y vestuario haga el resto, se colocan las prótesis oculares, se implantan las pestañas, las cejas, y el cabello, que siempre es natural, pelo a pelo.
¿Es más fiel a la realidad si un personaje se presta a posar para? Depende, no es una garantía. Para asegurarse se toman las medidas antropométricas y se hace una sesión de vídeo y fotografía desde todos los ángulos. “Siempre es mejor que el artista los conozca en persona, aunque evidentemente, a personajes como Barack Obama se les hace a través de fotografía”. Se recaban los datos y las medidas a través de la información facilitada por las embajadas o por Internet.
En cada escultura se emplean entre 6 y 8 kilos de cera –si es de cuerpo entero, como la de Cristiano Ronaldo, se pueden llegar a utilizar 80 kilos– y su coste varía entre 35.000 y 50.000 euros.