Durante un mes, Aixa Rizzo escuchó las groserías de un grupo de trabajadores que arreglaban la luz en su manzana, en un barrio de Buenos Aires. Cansada y muy incómoda con la situación que tenía que vivir a diario, esta joven argentina de 20 años les pidió que dejaran de hacerlo. Funcionó, pero solo un día. El pasado 1 de abril, cuando iba a entrar a su casa, se encontró con uno de estos obreros que continuó con su retahíla de zafiedades. Al verlo, salió del portal y el hombre comenzó a seguirla. De frente se encontró con otro trabajador. "Hay que llevar esta tubería para allá", le dijo uno al otro. "Y a esta, ¿dónde la llevamos?", contestó el compañero al que ya acompañaban otras tres personas. En ese momento, asustada, sacó un espray de gas pimienta que llevaba en el bolso, se lo lanzó y la primera reacción de este grupo de obreros fue insultarla diciéndole que era "una loca de mierda" y que "no era para tanto". Salió de allí y se montó en el primer taxi que encontró.
Su experiencia la contó frente a la cámara en su perfil privado de Facebook para concienciar a sus amigos y familiares. Sus contactos le pidieron que hiciera público el vídeo para que otras personas pudieran comprender y compartir la situación por la que había pasado. Rizzo aceptó y además lo subió a YouTube el 2 abril. Desde entonces, acumula más de medio millón de reproducciones entre las dos redes sociales. Los medios de comunicación argentinos recogieron el testigo y ella se ha convertido en la cara visible en estos momentos en la lucha contra el acoso callejero en su país.
"Decido subir el video ya que el año pasado una organización llamada Acción Respeto empezó a publicar los testimonios de chicas que sufren acoso callejero. Algunos incluso contienen un nivel más alto de violencia que lo que me ocurrió a mí, pero al ser anónimos mucha gente dudaba de su credibilidad. Además, hoy en día casi nadie lee textos largos", explica Rizzo a Verne. Casi inmediatamente, el vídeo consiguió más de 5.000 compartidos a través de los amigos de sus amigos. Era la primera vez que esta joven estudiante de Administración de empresas y Comercio internacional realizaba una acción de este tipo. "En el colegio participaba de una Comisión de Mujeres que tenía como fin charlar e impulsar actividades para promover la educación sexual inclusiva, la no violencia, casos de embarazo adolescente y cualquier otro tema que pudiera ser de interés en la comunidad. Actualmente no milito en ningún partido, pero pienso participar con la ONG Acción Respeto en su campaña por la semana internacional contra el acoso callejero".
La segunda razón por la que Rizzo decidió dar la cara fue, como ha explicado en las distintas entrevistas que ha dado a medios argentinos, porque en un principio ni la policía metropolitana de Buenos Aires ni la Fiscalía se tomaron en serio su denuncia. "Llamé por teléfono y me dijeron que no existía una categoría para mi caso", relata en el vídeo. "Finalmente la Fiscalía la aceptó, pero en un primer momento me dijeron que por un piropo no podía poner una denuncia, hasta que le conté algunas de las cosas que me había dicho como 'te vamos a romper el orto', entonces se sintió un poco más sensibilizado y la aceptó".
Su caso saltó de Argentina a otros países latinoamericanos como México, Colombia y Perú donde, según explica, el pasado marzo se aprobó una ley contra el acoso callejero. El ruido generado ha sido suficiente para que en su país diputados nacionales la hayan contactado, según explica Rizzo. "Después del debate mediático algo ha cambiado. Muchos allegados han comprendido la importancia de denunciar este tipo de casos, aunque también hay otros que piensan que invalidamos su opinión por el simple hecho de ser hombres. No estoy contra ellos, creo que son aliados importantes, pero hay algunos que todavía no entienden la diferencia en pedir consentimiento al decir un "piropo", así como lo hacen cuando consultan la hora o una calle".