Entre el goteo incesante de instántaneas que retratan el exilio sirio se cuelan las de los refugiados hablando por el móvil, haciéndose selfies, cargándolos en cualquier esquina. Estas imágenes provocan una absurda indignación, diferente al sentimiento que generan las que retratan el sufrimiento de una población que huye de la guerra. Las fotografías de sirios usando su smartphone producen una reacción espontánea negativa que se puede resumir en frases como "Una migrante siria asolada por la pobreza se hace un selfi con un teléfono de 600 dólares" o "Hay que ver la pinta de necesitados que tienen fotografiándose con sus móviles".
Estos mensajes no solo han circulado por las redes sociales, The Independent dio respuesta a este supuesto malestar en un texto titulado: "¿Sorprendido porque los refugiados sirios usen 'smartphone'? Siento decirte esto, pero eres idiota". El diario británico consiguió alcanzar más de 140.000 muros de Facebook con datos que ayudan a entender cómo era Siria antes de la guerra. Un país de "ingreso medio bajo", según el Banco Mundial. No es una región rica, pero tampoco pobre, con un PIB que se situó en 1.850 dólares en base a datos de 2007, los últimos recogidos por la institución internacional. Por cada 100 habitantes, la CIA contabilizó 87 móviles, según un informe de 2014. Una cifra alta, pero aún lejana a países como España donde hay más teléfonos que habitantes.
"Son familias de clase media, como cualquiera de nosotros", explica a Verne Rosa Otero, portavoz de ACNUR. Es decir, aquellos que se ven obligados a abandonar su casa después de cuatro años de guerra, también se vieron forzados a dejar sus trabajos y una vida relativamente acomodada en la que se podían permitir móviles. Ahora esos smartphones, que algunos ven como lujos, les salvan la vida.
El teléfono se ha convertido en un enser tan importante como los medicamentos, e incluso más esencial que la ropa o la comida. A través de ellos se comunican con su familia, comprueban la ruta que deben seguir gracias al sistema GPS y consultan las webs y páginas de Facebook que se están abriendo para ayudarles, pero también para extorsionarles en el caso de los traficantes que los trasladan en barcazas a precios abusivos por el Mediterráneo. En estas imágenes recogidas en la plataforma Medium por IRC (Comité Internacional de Rescate) se muestra el interior de las mochilas y maletas de los refugiados. En la mayoría aparecen teléfonos y cargadores.
Paul Donohoe, miembro de IRC cuenta en una entrevista para la CNBC el caso de un refugiado cuyo barco se hundió en el transcurso de Turquía a la isla griega de Lesbos y que gracias a WhatsApp pudo alertar a los guardacostas. No solo avisó a la autoridad, gracias al GPS supo hacia donde nadar para salvar su vida. Este sistema de navegación también sirve para buscar alternativas cuando los trenes no salen de las estaciones o los autobuses prometidos no llegan. "Cada vez que llego a un nuevo país me compro una SIM, acceso a internet y me descargo un mapa para poder ubicarme", contó Osama Aljasem, profesor sirio de música a The New York Times. "Nunca podría haber llegado a mi destino sin mi smartphone".
"También usan Google maps, traductores online o conversores de moneda", apunta Kate Coyer, también en CNBC, directora del proyecto Civil Society and Technology Project en Central European University. Durante las últimas semanas ha estado ayudando a los refugiados que que llegan a Hungría instalando zonas de wifi gratuitas. "Estamos comprobando que gracias a estas herramientas se está reduciendo el peligro y los costes que implica el tráfico de personas. Las mafias no se van a eliminar, pero internet ayuda a evitar que se aprovechen de ellos".
Coyer se refiere a webs como la que ha puesto en marcha Cruz Roja. Trace the Face (Persigue la Cara) es un espacio donde los migrantes pueden publicar sus fotos para estar en contacto con su familia. Welcome to Europe es una organización sin ánimo de lucro que ofrece información práctica y ayuda legal. Refugees Welcome, otra página creada por ciudadanos alemanes, ha ideado una especie de AirBnB para ayudar a los refugiados a buscar casa.
Intermon Oxfam ha presentado un documental donde además recuerdan que los teléfonos se usan como nexo con su pasado. Un álbum de recuerdos digital para no olvidar su casa.