Lanzarote ampliará su oferta cultural a finales de febrero con la apertura de un nuevo museo. No tendría nada de extraordinario sino fuera porque para acceder a este espacio expositivo hay que sumergirse en el mar y bucear. Las esculturas del que será el primer museo submarino de Europa descansan sobre un arenal de la bahía de las Coloradas, en el municipio de Yaiza. Están a 14 metros bajo la superficie y han sido diseñadas por un experto en la materia, el artista británico Jason deCaires Taylor.
“Mis esculturas son un vehículo para acercar a la gente al mar, que conozcan las especies animales o vegetales que lo habitan y que tomen conciencia de los peligros a los que se enfrentan actualmente el océano”, explica Taylor por teléfono a Verne. “Al mismo tiempo que las figuras cuentan una historia, ayudan a proteger el fondo marino”. Los materiales que utiliza son respetuosos con el medio ambiente y están pensados para mimetizarse con el entorno “queremos contribuir a que crezca el coral y otras especies, que pueda repoblarse la biomasa marina”, señala el artista.
Pionero en este tipo de proyectos, Taylor ya sabe lo que es abrir un museo bajo el mar. 500 de sus esculturas reposan desde 2009 en el Caribe, en las costas de Cancún. Ese trabajo fue precisamente el que llamó la atención de las autoridades locales cuando lo invitaron, hace cuatro años, a participar en la Bienal de Arte. “Como no sabíamos que era imposible, lo hicimos”, cuenta a Verne uno de los impulsores de la iniciativa, José Juan Lorenzo.
Como Consejero Delegado de la entidad Centros de Arte, Cultura y Turismo - encarga de la gestión del museo - Lorenzo destaca que siempre habían admirado la obra de Taylor - “es un pionero, un innovador” y al compartir una filosofía común de respeto al medio le plantearon la posibilidad de trasladarlo a sus playas: “Lanzarote, gracias a la labor de Cesar Manrique, cuenta con una tradición muy amplia en Land Art (arte en la naturaleza). Los fondos marinos de la isla son tan bellos como su patrimonio terrestre, así que una iniciativa que llamase la atención sobre su valor, su fragilidad, su belleza, nos parecía perfecto”.
Taylor, instalado con su familia en Lanzarote, lleva dos años de trabajo previo en la superficie. Mientras llegaban los permisos para utilizar el suelo marino, las obras iban tomando forma en su taller. Entre esos conjuntos escultóricos que ya se ha sumergido se encuentra ‘La balsa de Lampedusa’ - un homenaje a los refugiados que huyen de sus países a través del mar - o El Rubicón, figuras humanas que invitan a reflexionar sobre el comportamiento de los turistas o el uso de las nuevas tecnologías.