Esta semana se estrenaba en Brasil la primera edición infantil del concurso de cocina MasterChef. Como en la versión adulta, las redes sociales han hervido con comentarios, memes y chistes. El problema es que algunos de ellos eran delictivos. En publicaciones realizadas desde varios perfiles de Twitter pudieron leerse cosas como esta: “¿Si es consentido, es pedofilia?”, preguntó uno. “Esta tal Valentina con 14 años será como las secretarias de las películas porno”, dijo otro.
Valentina - una de las participantes- de pelo liso y rubio y ojos claros, tiene 12 años y parece una niña de 12 años. Pero, aunque pareciera mayor, ¿estarían permitidos este tipo de comentarios? Para Viviana Santiago, especialista en género de la ONG Plan Internacional, que combate la violencia sexual contra las niñas, no. “Cada vez que una persona dice que no sabía que Valentina era una niña, o que no parece que sea una niña, está diciendo que se le puede hacer este tipo de comentario a una mujer”, dice. “Peor que transformar a esta niña en una mujer es el hecho de asumir que a esta mujer la deberían violar”.
La parte buena de esta historia es que Internet es, a la vez, el escenario donde se producen acosos y donde las mujeres se organizan y se expresan de forma colectiva. Al día siguiente del torrente de mensajes desagradables sobre Valentina, ThinkOlga, un think thank brasileño que discute cuestiones feministas, lanzó el hashtag #PrimeiroAssédio (primer abuso). Y miles de mujeres y hombres atendieron al llamamiento. Relataron públicamente la primera vez que sufrieron abuso sexual. O al menos la primera vez que recuerdan haber sufrido algún tipo de abuso. Para Juliana de Faria, una de las mujeres al frente de Olga, el espacio fue importante para poner en evidencia un problema. “Es importante decir que muchas mujeres están hablando por primera vez sobre los abusos que han sufrido”, dice.
"Desarrollé trastornos alimenticios porque pensaba que deshaciéndome de mi 'cuerpo desarrollado' tendría paz"
"El autobús lleno, yo sentada en el regazo de mi madre (ciega). Hombre se baja la bragueta y me muestra los genitales. Yo tenía ocho años"
"Lo peor del primer abuso es la sensación de que tú tienes la culpa, de que tú estabas haciendo algo malo allí"
Muchos de los más de 29.000 relatos contabilizados hasta la publicación de este reportaje son estremecedores. Nos hacen reflexionar sobre en qué medida las mujeres, desde niñas, están expuestas a una violencia que para el mundo es silenciosa, pero que deja marcas duraderas. “Este episodio muestra que existe una cultura que desprecia el cuerpo de las mujeres”, dice Viviana Santiago. Según ella, para empezar a cambiar esta cultura hay que cambiar la forma en que se educa a los niños dentro de casa. “Hay que reconsiderar la manera como niños y niñas socializan”, desde la distribución de las tareas domésticas al lugar que ocupan en la familia. Eso significa cambiar el lugar de poder que se concede a ellos y el de subordinación que les dan a ellas. Y es debido a esta cultura que muchos relatos publicados en Twitter mencionan a un primo o a un hermano que, aunque de más edad, también eran menores de edad cuando practicaron el abuso. “La cultura de la violación empieza a una edad tan temprana que creemos que nacimos así”.
“Cuando tenía ocho años, un ‘tío’ me llevó al cine, me sentó en su regazo y metió la mano bajo el vestido”, contó DraTreze. “Yo tenía nueve años, el padre de una vecina me invitó a ir a su casa y me hizo sentar en su regazo, de cara a él”, dice Pollycezaar. El asunto ha sido importante, también, para que los hombres se dieran cuenta de la magnitud del problema. “#primeiroassedio, un hashtag para que tú, hombre, como yo, pares de ser un gilipollas y aprendas a respetar, porque esto es asqueroso”, publicó caiiquer. Otros se atrevieron a contar los abusos que ellos mismos sufrieron.
"Barbacoa con los amigos de la familia. Estaba en biquini y tenía unos diez años y un tipo me dijo que era bonita y que ya servía"
"Tenía nueve años, estaba con mi abuela en el centro de Sao Paulo y un hombre me susurró obscenidades al oído"
"Tenía 12 años y estaba andando por la calle y un tipo pasó a mi lado y me susurró 'tía buena' NI SIQUIERA TENÍA PECHOS TODAVÍA "
Sin embargo, la inmensa mayoría de las historias fueron de mujeres. “Cuando tenía ocho años hacía el camino más largo para llegar a la escuela para evitar las obras y no tener que oír los piropos de los albañiles”, relata oohnajulia. “Dejé de coger el trolebús en la calle Augusta para ir al entreno de baloncesto debido a los abusos. A los 15”, dice pbicudo.
"Tengo pene. Sufrí abusos. Por un lado pienso que todos los hombres deberían ser acosados para que lo entendieran... Por el otro también"
Debido a la cantidad de mensajes publicados con el hashtag, algunas instituciones han aprovechado el tema para reforzar sus campañas contra la violencia sexual durante la infancia. El portal del Gobierno Federal y el de Unicef han sido algunas.
"No siempre son los adolescentes los que se callan. Hay que sentirse seguro para denunciar el primer abuso"
"El abuso sexual puede estar más cerca de lo que te imaginas"
"No está solo. Bájate el app 'Protege Brasil' o llama al 100 y denuncia"
Los padres de Valentina han afirmado al portal de noticias iG que están evitando que su hija vea los comentarios negativos. “Ya habíamos contratado a una persona para que llevara su cuenta de Twitter, porque estábamos preparados para el acoso y otras consecuencias posibles, pero no esperábamos encontrar pervertidos. Hubo gente que pidió que enviara una foto desnuda”, dice el padre de la niña. “Ella solo ve lo que nosotros le permitimos que vea. Los otros contenidos son responsabilidad de esta persona contratada, que bloquea a los usuarios inmediatamente”.
La denuncia del acoso callejero o sexual ya ha tenido como plataforma a las redes sociales en otras ocasiones. En España, por ejemplo, se dio una campaña similar en Twitter - no exenta de comentarios ofensivos - animando a las usuarias que habían sufrido abusos sexuales a compartir sus testimonios. En Argentina, la publicación en Facebook de una joven quejándose de las groserías que tuvo escuchar en su vecindario, sirvió para iniciar un debate público en torno al acoso callejero y la delgada línea que separa lo agradable de lo zafio en cuestión de piropos. En octubre de 2014 daba la vuelta al mundo un vídeo - grabado con cámara oculta en las calles de Nueva York y que han visto más de 41 millones de personas - que mostraba los comentarios que escucha una mujer en las 10 horas que dura su paseo por las calles de Manhattan. Y en Chile se popularizó también a través de las redes sociales una iniciativa de la Policía para alertar sobre el grooming: una técnica que siguen algunos acosadores adultos para modificar su identidad y acercarse a los menores.
*Este artículo se publicó originalmente en la edición de El Pais en Brasil. Puede leerse aquí.