El primer año en que nos apuntamos a Movember lo veíamos como un juego. Movember es una campaña que consiste en dejarse bigote durante el mes de noviembre para provocar conversaciones sobre salud masculina. La gente te ve por la calle y te dice: "Oye, ¿pero adónde vas con semejante mostacho?". O ve tu foto en Facebook y te pregunta: "¿Te has vuelto hipster?". Y entonces explicas el motivo y empiezas a hablar de la importancia que tiene el cuidado de la salud. Así, de una forma natural.
Porque cuando un grupo de hombres habla sobre salud, lo más normal es que la conversación se quede en las lesiones deportivas de cada cual. Que si uno se hizo un esguince practicando 'crossfit', que si el otro se rompió un ligamento jugando en el torneo de fútbol de su barrio... Al final la escena acaba pareciéndose a la de un grupo de toreros o de veteranos de guerra presumiendo de sus heridas.
Como decía, el primer año que nos apuntamos a Movember, en 2013, lo veíamos como algo lúdico. Por un lado, era divertido ver con mostacho a ese compañero de oficina perfectamente rasurado que parece salido del cásting de un anuncio de maquinillas de afeitar. Por otro, hicimos unos donativos a la campaña que nos convirtieron en el equipo español que más dinero aportó para sus programas contra el cáncer testicular y de próstata.
Pero al año siguiente decidimos pasar a la acción, darle un mayor sentido: los compañeros de trabajo nos sometimos a una revisión y nos hicimos ecografías. Aún doy gracias a que mi ecografía se desvió un poco, porque de otra manera no lo habrían encontrado. Mi próstata y mis testículos estaban bien, pero encontraron un tumor en un riñón.
Es curioso cómo demonizamos algunas palabras. Los médicos que me informaron de mi enfermedad tardaron unos veinte minutos en pronunciar la palabra "cáncer". Saben del efecto que eso genera en un paciente, cuando en realidad es una enfermedad que puede superarse si las cosas se hacen bien.
La gente se volcó conmigo al enterarse de mi enfermedad, pero las personas que más abiertamente hablaron conmigo sobre el cáncer fueron mujeres. Me parece que muchos hombres piensan que hablar sobre la enfermedad es un síntoma de debilidad, como si eso les incapacitara para ganarse el sustento, o yo qué sé. ¡E imagínate si hablamos de un cáncer en los testículos! Es una cosa antigua y ridícula, porque con el tiempo te das cuenta que estamos rodeados de personas que, o bien ellas o bien sus familiares, han tenido que luchar contra un cáncer. En este tema, los famosos seis grados de separación se reducen a uno solo.
En mi casa, por ejemplo, mis padres sufrieron uno. Cuando ellos enfermaron, me puse a buscar información en internet. No se lo recomiendo a nadie. Siempre es mejor confiar ciegamente en los médicos, buscar grupos de ayuda donde la gente está bien informada y apoyarse en los amigos. El entorno humano es una pieza necesaria. Otra cosa que me ayudó fue la pintura: pinté cuatro autorretratos durante mi enfermedad (los puedes ver al final de este artículo). En resumen, disimular la enfermedad es una mala opción porque genera estrés añadido, y hay que guardar todas las fuerzas para la recuperación.
Ahora parece que mi enfermedad ha remitido. Me operaron en marzo y tengo que hacerme revisiones constantes. Pero la previsión es buena. Por suerte, el tumor estaba encapsulado, no había afectado a los tejidos de alrededor y me libré de la quimioterapia. Pero ha sido así porque me lo encontraron a tiempo. Si internet me hizo mucho mal durante la enfermedad de mis padres, ahora puedo decir que una campaña de internet, que empezó casi como un juego, me ha salvado la vida. Internet, ahora estamos en paz.
Si quieres participar en esta edición de Movember, que empieza este día 1 de noviembre, puedes apuntarte en su página web. Y si quieres hacer donativos, puedes hacerlo a través de mi perfil en la campaña.