El fotógrafo Kevin Abosch estaba en su casa de París celebrando una cena cuando uno de sus comensales se fijó en la foto de una patata sobre fondo negro que tenía colgada en la pared. "Me gusta", dijo. "Su precio es de un millón de euros y no es negociable", contestó el artista. "Me gusta mucho. La quiero", insistió el visitante. Y dos semanas después, tras desembolsar un millón de euros, se hacía con ella.
La realidad es que no era la primera patata fotografiada por Abosh, un artista irlandés de 43 años. Según recoge su título era exactamente la número 345, pero ha conseguido - por lo inusual de lo retratado y por las seis cifras de ceros del precio - que muchos se pregunten qué hace tan especial a un tubérculo. "Veo puntos en común entre los seres humanos y las patatas que hablan de nuestra relación como individuos dentro de un colectivo, de una especie", ha asegurado el artista en unas declaraciones remitidas a Verne por su estudio. "En general, la vida de una patata recolectada es violenta y se da por hecho que está ahí. Utilizo a la patata como representación para el estudio ontológico de la experiencia humana".
Abosh, por tanto, otorga un sentido metafísico a su obra. Sin embargo, otros encuentran una respuesta más sencilla al alto precio pagado por la pieza: Kevin Abosh es uno de los fotógrafos favoritos de los ejecutivos de Silicon Valley. Tal y como apuntaban los usuarios de la red social Quora en el hilo que comentaba la noticia, entre sus clientes están pesos pesados de la industria tecnológica como Eric Schmidt - presidente ejecutivo de Google - o el co-fundador de Twitter Jack Dorsey. Todos con unas cuentas corrientes lo suficientemente boyantes como para pagar un millón de dolares por una fotografía. Abosh se ha limitado a decir que el comprador era un hombre de negocios europeo, pero su identidad no ha sido revelada.
El retrato de la patata, según ha explicado Abosh a The Sunday Times, fue tomado en 2010 y existen otras dos copias de la pieza en distintos formatos: una pertenece a su colección privada y otra fue donada al Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Novi Sad, en Serbia. Aunque ha sido su obra más cotizada en el mercado, Abosh cuenta con una amplia trayectoria como retratista. Johnny Depp, Malala Yousafzai o la activista birmana Aung San Suu Kyi son algunos de los que han posado para él. En 2013, su retrato del cantante Bob Geldof pasó a formar parte de la colección permanente de la Galería Nacional de Irlanda.
Con un estilo muy característico, de primeros planos sobre fondo negro, el artista irlandés también ha experimentado con otros alimentos y objetos de uso cotidiano en sus obras, creando una especie de bodegones contemporáneos: sobras encima de la mesa, un vaso de leche o el bote de pastillas que tomaba su padre antes de fallecer.
Oficialmente la fotografía que ostenta el record de haber sido la más cara de la historia es Rhein II, del alemán Andreas Gursky que fue vendida en 2011 por 4.3 millones de dólares.
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