Así se aprende a tatuar

¿Cómo ensaya un futuro tatuador antes de atreverse con la piel ajena?

Prácticas de tatuaje en un lienzo de piel sintética. Foto cortesía de EOMT.

"Tatuaje espalda", "tatuaje hombro", "tatuaje brazo"... Todos estos términos, según Google Trends, han tenido un aumento en búsquedas durante los últimos años. El crecimiento de la propia palabra "tatuaje" en Google refleja el interés creciente por buscar ideas para tatuajes en internet:

El interés no parece quedarse solo en la red: ya en 2006, un estudio realizado por la empresa de investigación Sigma Dos estimó que un 27% de los jóvenes españoles llevaban tatuajes.

"Hay cada vez más gente interesada en la disciplina", explica Antonio Yepes, director de la Escuela Oficial de Maestros Tatuadores y Piercers (EOMTP), vía telefónica a Verne. "Últimamente hay mucha gente que viene de la carrera de Bellas Artes que está viendo en el tatuaje una salida, y con la formación que tienen de sus estudios, una vez que aprenden la técnica propia del tatuaje, hacen verdaderas maravillas". Vale, pero, ¿cómo se aprende esta técnica? ¿Cómo ensaya un aprendiz de tatuador antes de lanzarse a la piel ajena? Yepes responde. 

La práctica

"Para poder ensayar en condiciones similares a las que se encuentran en la piel", explica Yepes, "existen soportes de caucho específicos para prácticas de tatuaje en los que pueden ensayarse las constantes tensión-profundidad-velocidad de la aguja". En la escuela que dirige, hay una asignatura de dibujo donde un docente enseña a dibujar distintos tipos de tatuaje. Después, empiezan 50 horas de prácticas sobre piel sintética.

Clase práctica en la Escuela Oficial de Maestros Tatuadores y Piercers. Foto cortesía de EOMTP

Aunque en algunas escuelas y en el ámbito autodidacta hay quien utiliza en vez de caucho frutas o piel de animal –careta de cerdo, por ejemplo– Yepes considera que esta práctica es "totalmente prohibitiva, porque esa piel orgánica a los 15 minutos, aunque a un nivel que nosotros no vemos, empieza a descomponerse". Hay gente que utiliza incluso plátanos, cuenta, "pero son remedios caseros cutres. Está bien practicar antes de tatuar, pero a nivel sanitario no es nada recomendable". 

Por supuesto, otro filón para practicar son los amigos... Y el cuerpo de uno mismo. Yepes lo ejemplifica con su propia formación. "Yo aprendí en Inglaterra", cuenta el tatuador, de 58 años. "Había hecho algún tatuaje a mis amigos y le dije a mi mentor que me quería dedicar a esto. Lo primero que me dio fue una escoba. No me dejó coger la máquina para tatuar hasta un mes después, y al primero que tatué fue a mí mismo: una rosa a la altura del tobillo, poniendo la pierna cruzada sobre la rodilla para tener buen acceso para tatuarme".

Práctica sobre piel sintética. Foto cortesía de EOMTP

Formación: no se trata solo de tatuar

La escoba a la que Yepes dedicó un mes de formación no fue una novatada de su maestro. "Algunos tatuajes llevan un trabajo de más de tres horas, por lo que inculcar orden y crear una rutina de trabajo ordenada y limpia desde las prácticas es importantísimo", explica el tatuador.

Para ejercer legalmente en España es necesaria una certificación. "La formación higiénico-sanitaria no solo es importante, es exigible", cuenta Yepes. "Es obligatorio realizar un curso de Higiénico Sanitario de 35 o 40 horas, según la Comunidad Autónoma, homologados a nivel nacional y europeo".

Antonio Yepes, en una clase teórica. Foto cortesía de EOMTP

Desde la Escuela Oficial de Tatuadores, además de la parte práctica –tanto técnica como sanitaria–, también intentan ofrecer una formación teórica. "Lo primero que hacemos", cuenta Yepes, "es enseñar Antropología e Historia, necesarios para saber de dónde vienen los distintos tipos de diseño y conocer la historia de nuestro arte". Además de pionero del tatuaje, Yepes ha sido también fundador del primer Museo del Tatuaje de España, en Valencia, y organizador de la primera exposición sobre historia del tatuaje.

¿Y los autodidactas?

Yepes fundó la Escuela Oficial de Tatuadores en 2011 "con la idea de dignificar la profesión". Para el tatuador, "hay mucho intrusismo" en el gremio, aunque reconoce que "hay gente autodidacta muy buena".

Ainara Seclen, bilbaína de nacimiento –de padres peruanos– y residente en Albacete, es una de ellas. Tras formarse en la Escuela de Artes de Albacete, decidió aprender a tatuar por sí misma. "Llevaba toda la vida dibujando y, después de muchos tattoos en mi cuerpo, decidí probar yo", explica la joven, de 25 años, a Verne. "Empecé con plátanos y naranjas y luego mi compañero de piso, que trabajaba por aquel entonces en un estudio de tatuaje, me ayudó a conseguir piel sintética... Hasta que un día una amiga se empeñó en que fuera yo quien la tatuara. Aunque me daba vergüenza, insistió tanto que al final le dije que sí".

Primero, tocó ensayar en el propio cuerpo: "Me tatué tres veces –la primera, unas letras en el interior del muslo– antes de atreverme con mi amiga", cuenta. "Después se corrió la voz y vinieron más amigos, y más...". Aunque a Ainara le gustaría dedicarse a ello, insiste en que para ella "el tatuaje es más que pinchar y hasta luego: me gusta tatuar amigos porque estás con ellos, decidís juntos el diseño, lo dibujas tú... Es algo más personal".

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