En 2013, cuando el Gobierno de la Ciudad de México le preguntó a más de 300.000 jóvenes capitalinos si eran felices, el 55 por ciento respondió que no y un 66 por ciento dijo haberse sentido deprimido alguna vez. El Instituto de la Juventud de la Ciudad (Injuve) ha notado que la ansiedad es uno de los problemas emocionales más comunes que atienden sus centros de ayuda psicológica. Según un reporte que el Instituto compartió con Verne, entre el 20 y 30 por ciento de la consultas en sus centros en 2015 y lo que va del 2016 son por malestares relacionados con este sentimiento.
“La ansiedad es una respuesta autónoma del cuerpo por una preocupación, un miedo por una situación que anticipamos”, explica a Verne Daniela Soto, psicóloga encargada del Hospital de las Emociones, que Injuve inauguró en abril de 2016 para atender a jóvenes entre 12 y 29 años.
“Los chicos son más propensos a ella ya que aún no tienen un manejo adecuado de sus emociones y ese cúmulo de sensaciones que no logran controlar les provocan ataques de ansiedad”, apunta Soto. Estos tienen síntomas físicos, como sudoración excesiva, taquicardia, falta de aire y erupciones en la piel; y cognitivos, como pensamientos fatalistas o incluso de suicidio.
Soto ha detectado 7 frases o acciones que se deben evitar cuando un joven presenta estos trastornos.
1. "Eres demasiado joven para tener preocupaciones"
Uno de los principales problemas que enfrentan los jóvenes con problemas de ansiedad que ha atendido Soto y su equipo es que son incomprendidos por los adultos que los rodean. “Los padres y los maestros tienden a minimizar sus problemas o miedos”, dice la psicóloga. “Les dicen cosas como, ¿Tú qué sabes de preocupaciones? o Ya sabrás lo que es el verdadero estrés cuando seas adulto. Para poder disminuir o controlar estos trastornos es necesario reconocerlos. Desgraciadamente, algunos padres ignoran las causas o las señales porque incluso tampoco las reconocen en ellos mismos.”
Los trastornos de ansiedad pueden manifestarse desde muy temprana edad, según explica en su web la Asociación Americana de Ansiedad y Depresión. A partir de los 3 años, por ejemplo, un niño puede padecer de altos niveles de ansiedad cuando está alejado de sus padres, incluso en periodos cortos. También pueden desarrollar mutismo selectivo, cuando se enfrentan a situaciones desconocidas o incómodas como la escuela o la interacción con otros niños. Otros padecimientos de ansiedad extrema en situaciones sociales, como ataques de pánico o fobias, también pueden ocurrir desde la niñez y la adolescencia.
2. "Ignoralo y piensa en otra cosa"
Para Soto, otro error común de padres cuando notan síntomas de ansiedad en sus hijos, tanto físicas como emocionales, es aconsejarles ignorar lo que sienten. “Es necesario que los chicos entiendan lo que les sucede para que aprendan a manejar la situación y encuentran las razones de su ansiedad”, explica Soto. “Nosotros les pedimos que cada vez que la experimentan hagan el ejercicio de identificar lo qué les pasa, qué sienten y qué piensan en ese momento. Si lo racionalizan de esta forma pueden reducir la intensidad o la duración de un periodo de altos niveles de ansiedad. Haciendo ese ejercicio mental también pueden encontrar maneras de evitar las situaciones que les causan estrés o preocupaciones.”
3. "Parece que estás poseído"
La hiperventilación, mareo, náusea y temblores corporales son algunos síntomas severos de un ataque de ansiedad. Soto recomienda no darle una connotación negativa a este trastorno. “Una de mis pacientes me comentó que estaba preocupada porque sus padres creían que estaba poseída cuando presentaba uno de estos ataques”, comenta. "Cuando les aplicamos pruebas psicológicas a los jóvenes siempre les dejamos claro que no hay resultados buenos o malos".
La psicóloga asegura que “cuando los jóvenes saben que lo que les pasa tiene nombre y explicación, los ayuda a aprender a controlarlo”. Los psicólogos de Injuve les explican a sus pacientes que algunas reacciones o tendencias comunes entre la gente son resultados de la ansiedad, como morderse las uñas o tener pánicos nocturnos, apunta Soto. “Por ejemplo, el fenómeno que comúnmente le llamamos se te sube el muerto, cuando creemos que estamos despiertos y no podemos mover el cuerpo, es en ocasiones una señal de ansiedad”, agrega.
4. Una descripción de su trastorno al estilo 'Dr. House'
Cuando hay que explicarle a un joven que padece de un trastorno de ansiedad, lo menos recomendable es utilizar términos médicos complicados, asegura Soto. “Podemos llegar a confundirlos y al no entender lo que les pasa puede hacerlos sentir peor”, dice la especialista. “Nuestra tarea es adecuar las explicaciones a la forma más clara y positiva posible".
Esto también compensa la información que los jóvenes encuentran en internet sobre los síntomas que presentan, la cuando pueden malinterpretar o ser falsa, agrega Soto. “Pueden llegar a leer que algo que les pasa es un síntoma de la esquizofrenia o la psicosis e inmediatamente creen que son esquizofrénico o psicóticos. Cuando se sugestionan de esta forma, puede incrementar sus niveles de ansiedad. Los adultos también caemos en esta práctica”.
5. "Ya supéralo"
Soto que explica que uno de los primeros pasos para controlar la ansiedad en los jóvenes es entender la causa del padecimiento. “Muchas veces es ocasionado por presiones de la escuela o problemas en su familia y violencia en su casa o con su pareja”, dice. “A través de un cuestionario vamos descartando posibilidades hasta encontrar el problema principal que debemos atender”.
Éstos no necesariamente son problemas o situaciones recientes. “El estrés postraumático está fuertemente relacionado con la ansiedad”, apunta Soto. “El cerebro tiene una memoria impresionante y una situación puede desencadenar ansiedad por experiencias que sucedieron hace mucho tiempo. Por ejemplo, en muchas personas que vivieron el terremoto del 85 (en la Ciudad de México) sus niveles de ansiedad se van al cielo cuando escuchan la alarma sísmica. Me atrevería a decir que la mayoría de los mexicanos que vivieron ese evento no han trabajado su estrés postraumático en terapia”.
6. "Debes ser un ejemplo a seguir"
Para Soto, el reconocimiento de los demás y la pertenencia a un grupo son algunas de las prioridades emocionales de los adolescentes. “El nivel de ansiedad que esto pueda ocasionar depende mucho del estilo de la crianza y el contexto en el que viven”, agrega. “Hay chicos muy entregados a sus estudios que sienten mucha presión por ser los mejores y sobresalir. Cuando no cumplen con esas expectativas o ellos creen que no las cumplen, puede ocasionarles muchos problemas emocionales, porque creen que la opinión de los demás es lo único que importa”.
Por esta razón, la psicóloga recomienda no etiquetar o forzar a los jóvenes a cumplir con ciertos comportamientos. “Un paciente me dijo que él siempre tenía que ser un buen hijo y eso significaba nunca cometer errores y ser un ejemplo a seguir para sus hermanos. Ese tipo de etiquetas le restan valor a lo que ellos podrían aprender de sus errores y evita que se conozcan a ellos mismos”.
7. "No te enojes"
Una de las lecciones que Soto enseña sus pacientes es que expresar enojo y tristeza es algo bueno. “Muchos chicos enfrascan sus frustraciones y llega un punto en el que explotan y surge una crisis. Toda esa energía negativa siempre busca un escape y va encontrar la manera, en ocasiones esto puede llegar a un extremo, que es el suicidio”.
La especialista agrega: “Nosotros les hacemos ver a los chicos que el enojo nos puede ayudar a reconocer aspectos de nuestra personalidad y entender lo que no nos gusto o lo que no queremos en nuestras vidas. Cuando ellos aprenden a reconocer las causas de su enojo, son capaces de expresarlo mejor y de prevenir cosas que los lastiman. Cuando sabemos expresar nuestras emociones nos volvemos más asertivos. Desarrollar esta habilidad en los jóvenes es uno de nuestras metas principales”.
El Hospital de las Emociones, en la delegación Venustiano Carranza, ofrece atención psicológica gratuita a jóvenes de lunes a viernes de nueve a nueve. Es parte de los centros Cuídate de Injuve, ubicados en cuatro puntos de la Ciudad de México.