El 2 de mayo, la actriz mexicana América Gabriel denunció en Facebook a un hombre que, según su testimonio, la agredió después de que ella le pidió recoger las heces de su perro. Muchos usuarios en las redes simpatizaron con ella y apodaron al presunto agresor como #LordPopo, hashtag que se convirtió en trending topic ese día. Las autoridades de la Ciudad de México, donde ocurrió el incidente, no han ofrecido información al respecto, por lo que el caso aún no se resuelve.
Lo que sí es certero es que en la Ciudad de México dejar excremento canino en la calle es una violación al artículo 26 de la Ley de Cultura Cívica de la capital. La multa por este delito es de hasta 700 pesos o 12 horas de arresto. Pero esto aún no ha logrado que todos los capitalinos cumplan esta obligación, como se evidencia en decenas de mensajes diarios en Twitter o Facebook en los que la gente se queja por pisar o encontrar desperdicios caninos en los parques y calles de la Ciudad.
“Más allá de la cuestión legal o jurídica, es también un asunto de sana convivencia social y de evitar riesgos a la salud”, comenta a Verne vía telefónica Carlos Esquivel, jefe de comunicación de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.
Un perro produce en promedio 300 gramos de excremento al día y medio litro de orina, estima Esquivel. “El suelo absorbe la orina, pero el excremento se seca, se pulveriza y sus partículas viajan en el ambiente y pueden terminar en los alimentos que se consumen en la vía pública o las podemos respirar”, explica el médico veterinario. El especialista advierte que “en México no se han realizado estudios sobre los efectos a la salud específicos de la materia fecal que se deja en la calle, pero sabemos que constituye un riesgo de enfermedades e infecciones”.
Alergias, problemas respiratorios o enfermedades gastrointestinales son algunas de los posibles efectos de la exposición por estos desperdicios, agrega Esquivel. “Además las heces pueden atraer cucarachas, moscas y ratas que también son transmisores de enfermedades en hogares. También podemos introducirlo a nuestras casas cuando la pisamos mientras vamos por la calle.”
En México viven 23 millones de perros y aproximadamente 4 millones solo en la Ciudad de México, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad y Cámara de Diputados federal. El problema es que el 70% son callejeros. “Esos perros, al vivir en condición de calle, no están desparacitados ni reciben atención médica, por lo que su excremento representa un mayor riesgo”, dice Esquivel. “Los perros con dueño tal vez son más sanos, pero sus heces también son un agente de infecciones”.
Para el académico, uno de los mitos más comunes entre los mexicanos es que los desperdicios del perro sirven de abono para jardines o jardineras. “Sí son biodegradables pero los perros, al ser omnívoros, pueden desechar bacterias o parásitos que son resistentes a los procesos ambientales”, explica. Dejarlos dentro de una bolsa tampoco es una opción recomdable, apunta Esquivel. "Puede tener un efecto impermeable, que evita que la gente se exponga directamente al excremento, pero no hay información disponible de cómo son manejadas con el resto de la basura, si son separadas o tratas de alguna forma".
El veterinario agrega: “Es necesario que tanto las autoridades, como los dueños de los perros estén mejor informados sobre estas cuestiones, pero sobre todo crear conciencia de la importancia de la buena convivencia entre vecinos. Recoger la popó de tu perrito es una señal de consideración a los demás”.
Recomendaciones del gobierno de la Ciudad de México:
- No dejar salir a tus perros solos a la calle.
- Si los sacas a pasear siempre lleva contigo una bolsa para recoger sus heces.
- Usa un recogedor especial para las heces (de venta en tiendas de mascota), o recógelas con un trozo de papel higiénico.
- Tira los desechos directamente al inodoro para que se vayan al drenaje y eventualmente al fondo común de aguas negras, donde son tratados o se degradan de forma natural.