El 25 de mayo, el jefe de gobierno de la Ciudad de México Miguel Ángel Mancera compartió en su cuenta de Twitter la fotografía de un silbato. La idea del gobierno de la Ciudad es que con este dispositivo, las capitalinas alerten a la gente a su alrededor o a la policía de un posible delito en su contra, principalmente el acoso sexual.
La medida, que forma parte de un programa para erradicar la violencia contra las mujeres en la capital, no fue bien recibida en Twitter. Algunos usuarios la calificaron de ridícula e inefectiva contra el problema de la violencia contra las mujeres que experimenta la capital y otros Estados del país.
El silbato contra agresiones sexuales (conocido como rape whistle) no es un concepto nuevo. Programas similares han surgido en países Canadá, India, Nueva Zelanda y en Estados Unidos, especialmente en las universidades. La Canadian Women’s Foundation realizó un controversial anuncio en 2013 el que una mujer embarazada recibe un silbato anti-violaciones para su futura hija, ya que por las estadísticas de ese país, es probable que sea víctima de una violación.
No existen estudios, al menos disponibles públicamente en internet, que hayan comprobado la efectividad de estos dispositivos para prevenir casos de acoso o violación. Sin embargo, la socióloga Koyel Bandyopadhyay, de la Universidad de Windsor en Canadá, explicó en un foro en Quora, que estos pueden ser útiles: “Hacer ruido ayuda, así que es bueno que traigas contigo un silbato. Una mejor opción es una alarma a base de baterías, que puede activarse sin que la toques directamente, ya que el agresor puede prevenir que uses el silbato”.
La organización civil canadiense Women against violence against women (Mujeres contra la violencia contra la mujeres) expone algunos problemas sobre implementar estas medidas en su web. “La terrible realidad es que la mayoría de los casos de agresión sexual suceden a puerta cerrada y el agresor es una persona que conoce la víctima. Estas medidas refuerzan la idea de que las mujeres son responsables de su propia seguridad. Nunca hemos visto un programa que le exija a los acusados de delitos sexuales usar un pin que los identifique como tales o pedirles que informen a las autoridades si piensan cometer algún asalto”.
Además del silbato, existen otros dispositivos creados para detener o prevenir una agresión callejera como el aerosol de pimienta, condones dentados que se mantienen aferrados al pene del agresor o hasta un barniz de uñas que cambia de color si entra en contacto con una bebida adulterada. También hay apps disponibles en iTunes y Google Play que envían la ubicación de la persona automáticamente a sus contactos si el celular no presenta actividad en un periodo determinado o que hace sonar una alarma cuando el móvil es agitado.
Rebecca Nagle, una de las directoras de la iniciativa FORCE: Upsetting Rape Culture (alterando o creando malestar en la cultura de la violación) en Estados Unidos, rechazó este tipo de medidas en una entrevista con la web ThinkProgress. “El miedo a ser violada se utiliza como una forma de control del comportamiento. Como mujer, se me indica que no debo salir de noche a solas, que debo asegurarme que nadie eche algo a mi bebida, y muchas otras cosas. Esto significa que el acoso no solo se apodera de mí en el momento del ataque sino las 24 horas. Estas medidas sólo perpetúan estos efectos".