Las organizaciones de defensa de los animales han encontrado en las redes sociales un altavoz a su labor, con un enorme nicho de usuarios dispuestos a compartir cualquier mensaje que pueda salvar vidas o mejorar sus condiciones. Algunas campañas, no obstante, funcionan mejor otras. Y detrás de esta que nos ha llamado la atención está la historia de una asociación que, colaborando con un ayuntamiento, lleva varios años consiguiendo "cero sacrificios".
Su llamamiento consistió en lanzar esta alarma “Siete perretes serán sacrificados el día 20. DIFUNDE”. En menos de una semana, un mensaje de Twitter (ahora protegido por privacidad) alcanzó los 9.000 retuits y movilizó a cientos de personas para salvar a los animales de la perrera de Hellín (Albacete). No es la primera vez que pasa. La asociación local de defensa de los animales San Francisco de Asís organiza varias veces al año campañas de sensibilización similares en redes sociales, pero “esta vez ha sido especialmente intensa”, cuenta a Verne por teléfono Lina Ortuño, presidenta a la asociación.
El llamamiento venía acompañado de las fotos de los perros en un álbum de Facebook en el que se presentaba a cada ejemplar. “En realidad, gracias al trabajo de las voluntarias de la asociación, llevamos desde 2008 sin sacrificar ningún perro de la perrera”, responden desde el Ayuntamiento de Hellín. Antes sí se hacían, mediante inyecciones. “Lo que ocurre es que en agosto vamos a acondicionar las instalaciones de la perrera: arreglar comederos, fumigar… y el espacio tiene que quedar vacío. Si para entonces todavía hay ejemplares que no han sido adoptados, se enviarán a casas de acogida o a residencias”.
Que el anuncio de que los perros serán sacrificados venga con la fecha límite del día 20 puede sonar un poco alarmista o a estrategia para lograr conmover al posible adoptante, y en parte lo es, sobre todo si se tiene en cuenta que desde la misma ADA San Francisco de Asís confirman que hace ocho años que no se sacrifican animales. Pero más allá del ardid que les ha servido para tener mayor eco en redes, la fecha sí se había puesto desde el ayuntamiento como límite para que se vaciase la perrera de Hellín, y es lo que se ha usado como reclamo.
Desde ADA afirman que siempre evitarán a toda costa que ningún animal sea sacrificado aunque se acabe el plazo. Su presidenta explica: “Por supuesto que vamos a impedir que los perros se sacrifiquen, pero el gasto de la casa de acogida o de la residencia no lo va a asumir la perrera ni el Ayuntamiento; lo asumimos nosotros. Si dejamos de trabajar, el sacrificio vuelve”. De ahí que toda ayuda que reciban a través de redes les sirva para llevar seguir llevando a cabo su labor.
El Ayuntamiento, sin presupuesto 'suficiente'
“No sé lo que pasaría si la asociación desapareciese”, contesta Julián Martínez Lizán, concejal de medioambiente de Hellín. “Intentaríamos llegar a convenios con otras asociaciones o protectoras para evitar que se volviese a aplicar el sacrificio. Nuestro presupuesto como administración no es capaz de cubrir la falta de responsabilidad de los que abandonan a sus animales”, dice.
“Sabemos que estos llamamientos de la asociación buscan presionar la fibra sensible con la amenaza de sacrificio”, explica el concejal. “Pero es que estamos saturados, el espacio de la perrera es de 18 cheniles, legalmente sólo puede haber 2 perros por chenil y cada pocos meses se llena”. En España se abandonan cada año más de 100.000 perros.
Al frente de la asociación desde 2006, Ortuño gestiona un equipo de unas diez personas que van fluctuando y dedican parte de su tiempo y dinero a encontrarles hogar a los perros abandonados que viven en la perrera de Hellín. En ocasiones también se ocupan de gatos callejeros. Calcula que han recolocado a unos 2.000 perros en la última década.
Donaciones para gastos veterinarios
A lo largo de estos años, distintas corporaciones municipales han pasado por el pueblo y, aunque la colaboración actual con ellos es buena, la asociación no recibe ningún tipo de subvención ni partida presupuestaria. Se mantienen gracias a quince socios que pagan una cuota de cinco euros al mes y a donaciones de particulares. En ocasiones, cuando un llamamiento de ayuda alcanza especial relevancia, consiguen donativos puntuales para un perro concreto; una persona conmovida por la historia del animal no puede hacerse cargo de él ni facilitarle una casa, pero se convierte en padrino o madrina durante unos meses o indefinidamente.
Mientras, el dinero que gasta el Ayuntamiento en la perrera cubre el sueldo del lacero y el pienso para los animales que en ella viven enjaulados, pero la responsabilidad de gestionarles un hogar la han asumido los voluntarios de la asociación. “Al principio el Ayuntamiento se hacía cargo de las vacunas y del chip para facilitar la adopción, pero el gasto era tanto que ahora ya no lo hacen, corre de la cuenta del adoptante”, afirma Lina. “Y si hay gastos veterinarios, por ejemplo de un animal que tenga que estar ingresado, los cubrimos nosotros”.
“Cuando empecé en esto hacía llamamientos a través del email; las redes sociales lo han cambiado todo y tienen muchísima importancia en nuestra labor. Una foto puede mover cielo y tierra”, nos cuenta. Cuando una persona interesada en adoptar se pone en contacto con alguno de los organizadores a través del teléfono o por WhatsApp, ellos le envían un cuestionario para saber si reúnen las condiciones para convertirse en adoptantes.
“Lo más importante es el feeling que nos dan al hablar por teléfono. También les pedimos que tras la adopción nos mantengan informados del estado del perro y que nos envíen fotos. Alguna vez, muy pocas, ha habido casos en los que se han devuelto a la perrera, pero lo más normal es que sean historias con buen final”, comenta.
La importancia de la esterilización
¿De dónde vienen los perros que aparecen en Hellín y tantos otros pueblos similares? “Algunos son de cazadores perdidos o abandonados y otros los abandona gente que está de paso”, responde Lina. “Pero muchos otros son de descuidos de gente que no los esteriliza y no se hace cargo de los cachorros. La solución para evitar que esto ocurra con tanta frecuencia sería fomentar la esterilización, obligar de verdad a que estén identificados con chip y gravar con fuertes multas el abandono y el maltrato”, explica.
En teoría, el microchip identificativo para perros es obligatorio (cuesta alrededor de unos 35 euros), pero todavía hay muchos dueños que no lo ponen. Cuando un animal abandonado es recogido, se dan 21 días de margen para que aparezca el dueño. A partir de entonces, pasa a ser de la perrera, la protectora en la que esté o de la persona que lo haya encontrado si no tiene microchip.
La principal diferencia entre las protectoras de animales –que pueden ser públicas o privadas- y las perreras –públicas- es que en las protectoras no se sacrifica y en las perreras sí. Pero este es un tema en el que reina el oscurantismo y el tabú, y pocas quieren hablar claro. Hay perreras en los que los animales están razonablemente bien cuidados y mantenidos –y se fomenta la adopción a través de su web y otros medios- y otras que acumulan denuncias de organizaciones en defensa de los animales por el hacinamiento y las condiciones de vida de los perros.
En la práctica, el sacrificio es una realidad, a veces si hay un animal que es conflictivo y se pelea con los otros, o si se trata de un ejemplar enfermo o anciano, y, en otras ocasiones, por sistema cuando las instalaciones están repletas y el hacinamiento les sobrepasa. Tampoco hay una política clara de fechas para el sacrificio; algunos animales son sacrificados al poco de llegar y otros pasan toda su vida en una jaula, desde que son cachorros hasta que mueren ancianos. El punto en común entre protectoras y perreras es la falta de recursos.
Aunque en estos momentos los siete perros ya tienen un sitio donde quedarse durante el cierre temporal de la perrera de Hellín, Lina calcula que, para noviembre, el lugar volverá a estar lleno y tendrán que lanzar una nueva campaña para conseguir adoptantes.