Dalian Atkinson, ex jugador de la Real Sociedad, se presentó en casa de su padre, en Telford (Reino Unido), durante la madrugada del lunes. Estaba “deprimido y en un estado maniaco”, según explicó su hermano a la prensa británica. Al escuchar el alboroto, los vecinos llamaron a la policía. Los agentes acabaron disparando a Atkinson con una taser en tres ocasiones. Murió 90 minutos después.
Este caso ha vuelto a llamar la atención sobre las pistolas eléctricas, que se presentan como una alternativa no letal a las armas de fuego, pero que se han visto relacionadas con decenas de muertes en los últimos años, sobre todo en Estados Unidos.
¿Qué son las pistolas eléctricas?
Las pistolas eléctricas producen una descarga que inmoviliza. Se pueden usar a distancia, lanzando proyectiles a unos 8 metros que se clavan en la piel, o en contacto con la persona a la que se quiere reducir. La descarga de las Taser, que es la marca usada casi en exclusiva por la policía y el ejército en España, tiene una intensidad de 2,1 miliamperios, lejos del límite de 75 a partir del cual se consideraría letal.
¿Quién puede usar una pistola eléctrica?
En España, las pistolas eléctricas son armas exclusivas para uso policial y militar. Están reguladas por el artículo 5.1. del Reglamento de Armas, junto con las semiautomáticas y los sprays de defensa. No las pueden comprar ni civiles, ni policías o militares por su cuenta: solo los cuerpos policiales o militares.
Hay más de 800 Taser en nuestro país, según Aasias, la empresa que distribuye la marca en España desde 2003. Unos 200 municipios permiten su utilización a los cuerpos de policía locales, sobre todo en Canarias, Andalucía, Murcia, Valencia y Cataluña. También podrán recurrir a ellas los Mossos d’Esquadra, después de que el parlamento catalán aprobara su uso este verano y en espera de que la consellería de Interior redacte el reglamento definitivo. Las Fuerzas Armadas y los GEO también disponen de algunas unidades. La Policía Nacional y la Guardia Civil han reclamado al Ministerio del Interior la posibilidad de contar con ellas, pero aún no tienen permiso.
¿Y en otros países?
En todo el mundo hay 19.000 cuerpos policiales de 107 países que cuentan con un total de 850.000 taser, según recogía EL PAÍS hace unos meses.
En el Reino Unido, su uso está restringido a la policía. Ha habido 11 muertes relacionadas con el uso de las pistolas eléctricas en la última década, incluida la de Atkinson, según recoge The Guardian.
La situación legal es similar en la mayoría de los países de la Unión Europea. Por ejemplo, la policía nacional y los gendarmes franceses emplean estas armas desde 2006. En 2008, varios municipios solicitaron al Ministerio del Interior sus policías locales contaran con las taser, cosa que pueden hacer desde 2010, no sin polémica. También las pueden llevar los policías finlandeses, los griegos y los austriacos.
En cambio, en Alemania estas armas están prohibidas desde 2008, aunque desde 2010 las pueden usar algunos cuerpos especiales de la policía. Están clasificadas como armas de fuego. Tampoco son legales en Italia.
En Estados Unidos son legales para los ciudadanos en muchos estados, que tienen competencias para legislar su posesión y uso.
¿Para qué situaciones está pensada?
Javier Galán, director técnico de producto de Aaias, explica a Verne que estas armas permiten hacer frente a una situación de peligro de grado medio, es decir, las taser evitan recurrir a un arma de fuego. Galán también apunta que en los cursos de formación se dan instrucciones concretas a los agentes acerca de cuándo se deberían utilizar. “Por ejemplo, no están indicadas en caso de que alguien esté exaltado (gritando mucho, por ejemplo), pero no muestre una actitud violenta”.
En opinión de Amnistía Internacional, solo deberían usarse para no recurrir a las armas de fuego, por lo que “su despliegue debería estar sujeto al mismo criterio que se aplica al uso de estas armas”, nos explica Ana Gómez, portavoz de la entidad. Esto quiere decir que solo se debería usar en caso de “amenaza inminente de muerte o lesión grave que no pueda contenerse por medios menos extremos”, y nunca en manifestaciones o cuando el detenido esté ya bajo custodia.
¿Hasta qué punto son peligrosas?
Además de las 11 muertes mencionadas en el Reino Unido, según el último informe anual de Amnistía Internacional, al menos 43 personas murieron en Estados Unidos en 2015 tras recibir descargas de estas armas a manos de la policía, “con lo que el total de fallecidos desde 2001 se elevó a 670”. En su informe de 2012, la entidad apuntaba que “la mayoría de las muertes se han atribuido a otras causas. Sin embargo, los forenses citan las taser como causa o factor contribuyente de más de 60 fallecimientos, y hay varios casos más en los que se desconoce la causa exacta de la muerte”.
Según un artículo escrito por tres miembros de la Unidad Central de Informática y Electrónica Forense de los Mossos d’Esquadra y por una doctora del Instituto de Medicina Legal de Cataluña, la mortalidad de las pistolas eléctricas es del 1,4%, frente al 50% de una pistola del calibre 38. Estas muertes suelen ir asociadas a “múltiples descargas o como consecuencia de descargas de larga duración”. El artículo recuerda además que la policía puede desconocer ciertos “factores de riesgo potencial (cardiopatía previa, estado de intoxicación, etc.)”. Es decir, incluso cuando se usan de forma correcta, hay peligros asociados que no se deberían infravalorar.
Los autores también admiten que “la atribución de una muerte en estos casos es muy controvertida, y que es necesario analizar los posibles factores de riesgo asociados para confirmar o descartar una verdadera relación de causa-efecto”.
De hecho y en este sentido, Galán es tajante: “Según los estudios médicos oficiales, la taser no puede matar”. También recuerda que “no hay una sola sentencia firme que diga que una muerte haya sido causada por el uso de estas armas” y añade que los fallecimientos en los que se ha visto involucrado la taser se deben a “muertes súbitas bajo custodia”. Es decir, detenciones violentas a personas con un historial de alto consumo de drogas y alcohol, que serían las causas de su muerte, y no el uso de la taser en sí.
¿Y en España ha habido víctimas?
Hay un caso que Amnistía Internacional cita como ejemplo: la muerte de una persona bajo custodia en agosto de 2005 en una de las dependencias de la Guardia Civil en Roquetas de Mar. Tal y como recogía EL PAÍS entonces, “el teniente lo golpeó en varias ocasiones con una porra eléctrica”. Tres agentes fueron condenados.
Esta porra no es una pistola eléctrica, ya que la descarga se hace solo en contacto con el cuerpo, pero en opinión de Gómez, de Amnistía Internacional, el caso presenta similitudes con muchos de los documentados por la entidad en Estados Unidos y Canadá, tanto en lo que se refiere a los efectos de estos dispositivos como a la “tendencia a utilizar de manera abusiva este tipo de armas".