El Chapo Guzmán, La Reina del Pacífico y el Z40 no son los únicos narcos famosos en México. También existen los ficticios como El Señor de los Cielos, La Reina del Sur o Camelia, la Texana, que protagonizan las series conocidas como narconovelas. Como los criminales reales, estos personajes mueven drogas en la frontera, lavan dinero y asesinan a sus rivales o aquellos que los traicionan, quizá en un escenario más melodramático y menos sangriento.
Aun así, el contenido de estas series ha motivado a una asociación a lanzar una campaña para restringir los horarios de transmisión de estas en la televisión nacional. Se llama #NoANarcoSeries y desde su lanzamiento el 19 de septiembre ha despertado un debate sobre los efectos de estas series en nuestra percepción de la violencia y el crimen.
A favor de lo mejor, organización que impulsa la petición, se dedica desde 1997 a promover la mejora de los contenidos en los medios para beneficio de la sociedad, según su web. Esta le pide a los reguladores de la televisión evitar que las narconovelas se transmitan en televisión abierta antes o a las nueve de la noche, es decir, en horario estelar.
Su presidente, Francisco González Garza, dice a Verne que la organización ha notado un incremento de estas series en los últimos años. “Esto está sucediendo en distintas plataformas y creemos que esta tendencia llegará a la televisión nacional por el solo objetivo de ganar audiencias y competir”, comenta el abogado vía telefónica. “Si se transmiten en horarios estelares estarán al alcance de niños y jóvenes, en especial entre las poblaciones menos favorecidas que tienen opciones limitadas de contenidos televisivos”.
Hasta finales de septiembre de 2016, solo una telenovela con temática de narcotráfico se transmite en un canal de televisión abierta: Señora de Acero por Gala TV (canal 9), con un horario de 10:30 de la noche, el resto como El Señor de los Cielos o Señorita Pólvora se transmiten por televisión de paga. Esto podría cambiar en un futuro cercano. Desde julio de este año, TV Azteca anunció el rodaje de la versión mexicana de Rosario Tijeras, basada en la telenovela colombiana del mismo nombre, la cual planea estrenar en horario estelar. La historia original es protagonizada por una mujer proveniente de un barrio pobre de Medellín que se convierte en sicaria de un poderoso capo.
“El contenido es cada vez más duro, gráfico y también atractivo”, dice González. “Es una falta de sensibilidad muy grande de parte de las televisoras, pues estamos ante una realidad crimen y violencia proveniente del narcotráfico en México que está siendo estimulada a través de estas series. La ficción, al ser atractiva, se vuelve una apología del narcotráfico, se normaliza y hasta se convierte en algo aspiracional, pues la mayoría de sus protagonistas no experimenta consecuencias por sus actos. Esto nos preocupa seriamente”.
Desde el inicio de la guerra contra el narcotráfico en México en 2006, han surgido varios esfuerzos, especialmente por parte del Gobierno, para evitar la producción y difusión de series, películas, música y videojuegos que traten temas de narcotráfico. A principios de 2016, el gobierno de Sinaloa prohibió los narcocorridos en eventos públicos del Estado, bajo el argumento de que estas canciones enaltecen las hazañas de capos de la droga.
“Los narcos se han convertido en los Robin Hoods modernos”, dice a Verne Ainhoa Vásquez, investigadora del Centro de Estudios de América del Norte de la UNAM. “Esa figura siempre ha existido en la ficción y sirve para reflejar un malestar social, un descontento de la gente y una falta de confianza a las autoridades, como ocurre en las sociedades latinoamericanas”.
Un espejo de lo que está mal
González, de A favor de lo mejor, dice que las narcoseries contribuyen a que los mexicanos, en especial los más jóvenes, se acostumbren a la violencia. “Varios estudios han comprobado que el contenido que muestra actos de violencia tiene un efecto desensibilizador en la audiencia ante la violencia real”, comenta. Un estudio publicado en el Journal of Youth and Adolescence concluye que los jóvenes expuestos a periodos prolongados de televisión con contenido violento son más propensos a demostrar menos empatía y reacciones emocionales ante situaciones reales de violencia.
Vásquez, de la UNAM, apunta, sin embargo, que no existen estudios en México sobre los efectos de las narcoseries en los jóvenes, por lo que no es posible hacer conclusiones al respecto. Por otro lado, la investigadora añade que un estudio en Colombia podría servir como referencia. Se titula Los imaginarios sociales en las narcotelenovelas y fue realizado por dos lingüistas de dos universidades en Colombia. Al entrevistar a un grupo de estudiantes que consumen este tipo de series, encontraron que la mayoría las ve no como una reivindicación del crimen sino como un espejo de lo que está mal en su sociedad.
Al respecto, González dice que uno de los objetivos de #NoANarcoSeries es que el contenido televisivo no solo refleje este aspecto de la sociedad mexicana. “Creemos que hay una desproporción de este contenido en la televisión”, dice el representante de la campaña. “Aunque el narcotráfico tiene un impacto en el país, sus actores representan una minoría en la población. Por eso buscamos promover la creación de otro tipo de contenidos con fines más culturales y educativos que no solo se basen en los ratings”.
Las narcoseries no tendrán efectos negativos si se ven con un ojo crítico, dice Vásquez. “En ese sentido la educación de los padres es de suma importancia para que los jóvenes puedan reflexionar acerca de lo que están viendo”, asegura. “En esta era del internet tienen acceso a un sinfín de contenidos y creer que al restringir el horario de transmisión de estos en la televisión evitará que estén expuestos a él me parece un poco ingenuo”.
El glamur que no dura mucho
Vásquez, quien ha estudiado el contenido de las narconovelas en Colombia y México, asegura que la mayoría de sus protagonistas sí sufren las consecuencias de sus actos. “La televisión en general impulsa una visión capitalista, de aspirar a una vida lujosa y la narcoserie no es la excepción”, comenta la académica. “Pero en este caso el lujo es momentáneo porque los narcos viven en un ambiente de crimen en el que pueden morir o ser arrestados en cualquier momento”.
Ella ofrece los ejemplos de las telenovelas colombianas Pablo Escobar, el patrón del mal y Rosario Tijeras (advertencia: a partir de este punto presentaremos algunos spoilers). Aunque hay dudas sobre cómo murió el verdadero Escobar, en la serie, este termina acribillado. En Rosario Tijeras, tanto la protagonista como Antonio, su enamorado, también son asesinados. “Ella se une al crimen como una forma de sobrevivir y Antonio trata de rescatarla de esa vida. A pesar de eso, ambos mueren como una especie de castigo para ella por involucrarse con narcotraficantes”.
Teresa, la Reina del Sur, no muere al final de su serie, porque ella es una heroína, explica Vásquez. “A pesar de estar en un negocio ilegal, el personaje mantiene su pureza a lo largo de la historia”, comenta. “Solo mata a una persona en defensa propia, trata de alejar a sus seres queridos de las drogas y deja el negocio cuando se convierte en madre. Al final no solo salva el día ayudando a la captura de Epifanio Vargas, un capo que también es senador, también está salvando a México de un narcoestado”. Esto, añade la académica, es la crítica que buscan transmitir la mayoría de las narcoseries. “Lo que hacen es reflejar la injusticia social y la corrupción que tienen como consecuencia un ambiente de crimen y violencia”.