Cómo engañar a tu cerebro para cumplir tus propósitos de Año Nuevo

Ten un plan y cuéntaselo a todo el mundo: los pasos para cumplir tus resoluciones de 2017

Mi primer propósito de Año Nuevo es escribir una lista de propósitos de Año Nuevo

Casi el 90% de las resoluciones de fin de año se quedan sin cumplir, según el psicólogo Richard Wiseman. Tiene sentido: ¿por qué vamos a perder peso o a dejar de fumar en 2017 si no pudimos hacerlo en 2016? Pero no es imposible lograrlo, claro. En su libro 59 Seconds, el propio Wiseman nos propone cuatro pasos que pueden servirnos de ayuda.

1. Ten un plan. Es más fácil lograr nuestros objetivos si lo dividimos en pequeñas metas “y creamos así un proceso paso a paso”. Esto es especialmente efectivo si las metas son “concretas, medibles y con plazos establecidos”, según un estudio que Wiseman llevó a cabo con más de 5.000 participantes. Plantearse grandes objetivos es, precisamente, una de las causas más comunes para rendirnos. Wiseman aconseja poner por escrito el plan, además de ir recogiendo los detalles de su progreso.

Tim Bono, profesor de psicología y neurociencia en la Universidad de Washington, también propone tener preparado un plan de contingencia por si empezamos a fallar. "Te puede dar pereza, estar cansado, olvidar tu plan o que te llegue alguna tentación. Tener un plan en el que tengas previsto cómo responder ante cada una de esas circunstancias te puede ayudar".

2. Díselo a tus amigos. Nos cuesta más cambiar de idea si nuestras promesas son públicas. No solo porque es más fácil ponernos excusas a nosotros mismos que a los demás, sino también porque los amigos y la familia son un apoyo cuando las cosas se ponen difíciles.

Por ejemplo, más del 70% de los participantes en un estudio de la Dominican University de California cumplieron sus objetivos después de escribirlos y enviárselos a un amigo. De entre los que no se lo contaron a nadie, solo el 35% tuvo éxito.

3. Céntrate en los beneficios. Es buena idea detallar, también por escrito, cómo cambiará nuestra situación una vez logremos nuestro objetivo. “No se trata de imaginar a tu yo perfecto, sino de tener una lista objetiva de cómo mejorará tu vida”, escribe Wiseman en su libro. En cambio, quienes abandonan sus propósitos tienden a centrarse en “cómo el fracaso les llevará a seguir soportando los aspectos negativos de su estado actual”.

4. Establece recompensas para cada meta. Tienen que ser premios pequeños y, obviamente, que no entren en conflicto con nuestro objetivo global. Es decir, no nos regalemos un Twix si estamos intentando perder peso.

¿Por qué fracasamos en nuestros propósitos de Año Nuevo?

Es muy fácil entusiasmarse con la idea de hacer ejercicio el 31 de diciembre, cuando tenemos una copa de cava en una mano y un trozo de turrón de chocolate en la otra. En ese momento, damos por supuesto que mantendremos el mismo entusiasmo y el mismo optimismo el jueves 26 de enero, cuando dudemos entre irnos a casa a tumbarnos en el sofá o pasar por el gimnasio.

De hecho, la mejor forma de luchar contra las tentaciones es no enfrentarnos a ellas, como explica Dan Ariely en Predictably Irrational. Es mucho más fácil no comer bollería industrial si no la compramos que si la tenemos en la cocina, por ejemplo, y es más fácil mirar menos el móvil si lo guardamos apagado en otra habitación que si está en el bolsillo. En su blog, Ariely ofrece otros ejemplos de externalización de decisiones, para no tener que fiarnos de nuestra poco fiable fuerza de voluntad.

Se trata de lo que el psicólogo Walter Mischel llama estrategias if-then (si… entonces), que pueden complementar los cuatro pasos que proponía Wiseman. En su libro The Marshmallow Test, Mischel recuerda que estamos predispuestos a preferir las gratificaciones inmediatas a las recompensas a largo plazo. “Somos increíblemente creativos a la hora de comprometernos de forma vaga y luego encontrar un sinfín de maneras de librarnos de estas resoluciones”.

FE DE ERRORES

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