Diana Roig, una enfermera de 24 años que trabaja en una clínica de rehabilitación, compartió el viernes pasado una reflexión recordando momentos, unos alegres pero la mayoría duros, que son el día a día de su profesión. "Lo mejor de ser enfermera es que creas un vínculo con gente que prácticamente no conoces, porque creas un lazo muy especial en un momento muy duro", cuenta Roig a Verne. La parte más díficil, cuenta, es ver a los pacientes fallecer o no poder ayudar a alguien que se encuentra muy mal.
Su post en Facebook -que puedes leer completo al final de este artículo-, en el que dice haber recogido 34 historias reales, se ha compartido más de 28.000 veces en seis días y más de 30.000 le han dado a me gusta.
En un hospital el personal sanitario se pasa el día de un lugar a otro, pero cuando tiene unos minutos se sienta a ayudar a buscar un canal en la televisión y se queda un rato a ver la película que tanto le gusta a un paciente. "Muchas veces la familia está a la defensiva, porque cree que nos falta tiempo para cuidar a sus padres o a sus hijos. Yo quería que supieran que realmente creamos vínculos con ellos", explica Roig.
La enfermera, que trabajó en el Hospital de la Paz de Madrid -de ahí la foto del bolsillo-, estaba en casa estudiando cuando en dos minutos, escribió el post. "Se me ocurrió que sería bonito compartir esos momentos con pacientes de los que me acordaba y de cosas que viví con ellos. Desde algo muy banal como ayudarle con la televisión hasta cosas mucho más importantes como resucitar a alguien", cuenta.
A Roig, como a todo el que trabaja en un hospital, le ha tocado dar malas noticias, ver a pacientes morir y a los familiares llorar. "En la carrera te preparan para no llevarte el trabajo a casa, pero trabajas con personas y es inevitable; imagino que aprendes a separar tu vida personal de tu trabajo, pero creo que siempre va a ser difícil".
Entre los más de 4.000 comentarios que ha generado el post, hay muchos de lectores emocionados que agradecen la labor de las y los enfermeros. Algunos reconocen que han echado alguna lagrimita al leerlo. Es fácil sentirse identificado con lo que cuenta, porque al final, todos hemos pisado en algún momento un hospital, como pacientes, familiares, visitas o personal sanitario.
Este es el texto completo:
Como enfermera me he metido la bolsa de sangre que te iba a trasfundir dentro de mi uniforme, para calentarla con mi cuerpo y no provocarte una hipotermia.
Como enfermera he visto tus lágrimas al abrazar por primera vez a tu bebé prematuro.
Te he visto llorar cuando has perdido a tu bebé de 2 meses.
Te he visto coger el primer aliento después de salir del coma y he reconocido cuando estabas dejando de respirar.
Como enfermera he visto a tus hijos desesperados porque no les reconocías y he reído contigo cuando me decías que qué cambiado estaba el mundo.
Me has querido emparentar con tu nieto y me has dado bombones. Me has preguntado que cuándo descansaba y qué hacía trabajando a esas horas en navidad.
Me he quedado sentada contigo cuando sacaba dos minutos de mi tiempo para ayudarte a poner el canal que me pedías. Me he quedado casi tumbada en tu pecho acompañándote un ratito a ver esa peli que tanto te gusta.
Como enfermera te he pinchado más veces de la cuenta y veías en mi cara que me dolía tanto como a ti hacerte daño. Como enfermera no he podido evitar tu sufrimiento y he tenido que tragar saliva cuando te marchabas.
Me ha tocado darte la mano cuando te daban malas noticias, y me ha tocado darle las malas noticias a tus hijos por teléfono.
He tenido que curar las heridas que te provocaba estar en cama durante meses y he visto como cerraban. He visto también como te salían heridas nuevas.
Como enfermera he corrido por el pasillo cuando he visto en el monitor que tu corazón se estaba apagando, y te he ayudado a respirar con diversos aparatajes.
Como enfermera me ha tocado calentarte el café y ayudarte a comer, también me ha tocado parar porque te estabas ahogando.
Tu familia me ha visto mirarte cuando estabas inconsciente y tu me has escuchado contarte que había sido un día duro a pesar de que tuvieras los ojos cerrados.
Me he equivocado con tu medicación y me he pinchado con tu aguja.
Me he tenido que salir de la habitación cuando tu marido lloraba al perderte porque no podía contener las lágrimas, y me has visto despedirte y desearte suerte al alta hospitalaria.
Te he enseñado a ti y a tu familia cómo cuidarte cuando estés en casa y pequeños consejos para hacerte la vida más llevadera cuando no estés en el hospital.
Me has oído mil veces decirte que dejes de fumar y al final del día he pensado en ti en mi casa, en cómo estarás... en si estarás mejor.
Como enfermera he hecho de tu viaje el mío y tú eres cada parte de mi día.
Gracias a ti soy enfermera.