Everton Luiz, jugador brasileño del Partizán Belgrado, de la primera división serbia, terminó el partido del pasado 19 de febrero entre llantos. Durante todo el encuentro, la afición del equipo rival, el Rad Belgrado, emitió gritos imitando a un mono cada vez que el jugador recibía el balón. Su equipo ha emitido un comunicado condenando la actitud de estos aficionados.
Además de los cantos xenófobos, el partido tuvo que ser detenido brevemente después de que los aficionados del Rad desplegaran una pancarta racista contra el jugador, según informa la agencia de noticias AFP. "No pude contener las lágrimas después de hacer frente a los insultos en el campo durante 90 minutos", reconocía Luiz, de 28 años, tras el partido. Al final del encuentro, el brasileño se dirigió a la grada del Rad y dedicó una peineta a sus aficionados, que provocó un encontronazo entre los jugadores de ambos equipos:
Fue entonces cuando Luiz rompió a llorar. La imagen del centrocampista, consolado por el portero de su equipo, no solo han aparecido en diarios deportivos de todo el globo, sino que también han llegado a la portada del foro Reddit, donde ha generado más de 5.000 comentarios en menos de 12 horas.
Tras el incidente, el club donde juega el brasileño –que venció en el partido 0 a 1– ha emitido un comunicado mostrando su repulsa por los incidentes xenófobos. "El Partizán Belgrado se siente en la obligación de pedir disculpas por todos los daños provocados por los cantos racistas", afirman. "Condenamos enérgicamente a los autores de estos actos".
En el comunicado, el Partizán también alaba el papel de Luiz en el club. "Es uno de los mejores jugadores del equipo, y en el último año se ha ganado el corazón de los aficionados, sobre todo por su comportamiento y actitud", cuentan.
Según AFP, el estadio del Rad, donde se celebraba el encuentro, será cerrado temporalmente como medida disciplinar ante los insultos. Permanecerá clausurado hasta que la Comisión Disciplinaria de la Liga de Fútbol Serbia tome una medida definitiva.
La liga española vivió un momento similar con otro jugador brasileño, Dani Alves, en 2014. En un partido contra el Villarreal, desde las gradas lanzaron un plátano al jugador en un gesto racista. Días después, el autor del lanzamiento fue detenido. Alves, en aquella ocasión, respondió comiéndose el plátano. "Ya me lo tomo a guasa. Desgraciadamente no lo podemos cambiar, así que mejor ignorarlo", declaró tras el incidente. "Así no podrán cumplir su objetivo".
Los gestos racistas en el fútbol no se producen solo en los campos de primera división. El pasado enero, en un partido de alevines (niños de entre 10 y 12 años) en Zaragoza, los padres de dos jugadores insultaron al árbitro, Mamadou Sow, con improperios xenófobos. Acabaron en el calabozo y han sido imputados por delitos de odio.