Huhe Yan es uno de los más de 325.000 alumnos de China que cursan estudios en Estados Unidos. Este alumno de la Universidad de Columbia (Nueva York) también es conocido como Jack. Los chinos y otros nacionales de Asia adoptan nombres occidentales cuando viven en otros países para hacer más sencilla la comunicación con los nativos pero también ocurre a la inversa: cada vez con más frecuencia los occidentales están empezando a ponerse nombres provenientes del continente asiático cuando viven en países de la zona.
Los motivos que llevan a los chinos a ponerse nombres locales en países más allá de sus fronteras responden al pragmatismo propio de su cultura, a la necesidad de facilitar trámites burocráticos y temas laborales o académicos –estudiantes de intercambio- o a mejorar la comunicación con los habitantes del lugar en el que residen, entre otros muchos. Una cosa es adoptar un nombre occidental y otra el nombre en pinyin (romanización de los caracteres chinos). Este último es obligatorio para todos los habitantes del gigante asiático que solicitan el pasaporte y quieren salir del país.
“En la medida en que es algo instrumental, la costumbre de adoptar un nombre local puede ser un factor de acercamiento”, indica por teléfono a Verne Manel Ollé, profesor de Historia y Cultura de China en la Universidad Pompeu Fabra. También señala que “el tema de ponerse un nombre occidental viene de la dificultad que tenemos nosotros para distinguir sus nombres, y a ellos también les pasa. Hay un problema de percepción”.
En enero, un grupo de alumnos chinos y de otros países del sudeste asiático fueron víctimas de un episodio xenófobo en la Universidad de Columbia: las etiquetas con sus nombres romanizados a partir de sus lenguas maternas que colgaban en las puertas de sus dormitorios desaparecieron de la noche a la mañana, mientras que las etiquetas de aquellos que habían escrito un nombre occidental permanecieron intactas. Los estudiantes afectados lanzaron un vídeo titulado '#saymyname (Di mi nombre), en el que dan a conocer lo que significan sus nombres. La campaña apenas ha tenido repercusión en el país presidido por Xi Jinping, pero sí ha llegado a medios como la BBC.
“Cualquier acto discriminatorio o xenófobo tiene su origen en la ignorancia. Creo que para empezar a resolver estos problemas es vital crear plataformas para la conversación y el entendimiento mutuo”, apunta por FaceBook Huhe Yan (tal y como pide que lo citemos) a Verne cuando le preguntamos por el propósito del vídeo. El creador del vídeo, que suma más de 400.000 reproducciones en perfil, también señala que “los chinos, y en general los asiáticos, son conocidos por tener un buen talante y evitar los conflictos. Nuestro estereotipo es el de una minoría silenciosa y que no devuelve los golpes. Es hora de cambiar esa idea”.
¿Cómo funciona la onomástica china?
En los nombres chinos el apellido va antes que el nombre de pila. En el caso que nos ocupa, Huhe Yan, originalmente es Yan Huhe. El entrevistado en este caso, como hacen muchos de sus compatriotas cuando viven en el extranjero, pone el apellido tras el nombre de pila para adaptarse al contexto del lugar en el que vive en estos momentos, Estados Unidos. Los nombres chinos están compuestos por un primer caracter, el apellido, y dos posteriores (a veces uno) para el nombre de pila.
Así por ejemplo, Yan Huhe está formado por el apellido Yan-闫 y el nombre Hu-呼He-和. Huhe呼和 (más conocida como Hohhot por utilizar un sistema de romanización diferente) es la ciudad de la que proviene el alumno de la Universidad de Columbia. Yan también utiliza el nombre Jack cuando se mueve en contextos en los que sabe que su nombre original puede provocar dificultades con personas que no tienen familiaridad con su cultura.
Los nombres que se ponen los chinos cuando viven fuera de sus fronteras siempre tienen una historia detrás; “en el caso de los estudiantes extranjeros el nombre se lo han puesto ya en su país mientras estudiaban español o el idioma del sitio al que van”, señala Ollé. La taiwanesa Sherry Teng (Teng Chia-yi) nos cuenta su experiencia: “Mi profesora del colegio me dio mi primer nombre inglés, Sarah. Según ella este nombre lo tienen mujeres muy listas y con éxito. Cuando me di cuenta que esta profesora le daba el mismo nombre a otras niñas decidí cambiarlo. Me quedé con Sherry porque es fácil y rápido de escribir”.
Cada cierto tiempo se publican en medios artículos sobre el tema de la adopción de nombres occidentales por parte de ciudadanos chinos (algo que se puede extrapolar a otros países de la región asiática). En dichos textos se tratan asuntos como la identidad, los posibles rasgos colonialistas en la costumbre y el desconocimiento por parte de occidente –en muchos casos falta de interés- de lo que acontece en el gigante asiático y el resto de la región asiática.
Sobre ese desconocimiento Ollé opina que “ellos nos conocen mucho más. Cualquier chino de cultura intermedia sabe muchas más cosas sobre España, Europa o el mundo que al revés. Para nosotros sigue siendo algo exótico en lo que proyectamos algunos tópicos”. Este profesor de la Pompeu Fabra enfatiza que “es urgente que crezca el nivel de conocimiento básico en las escuelas y medios de comunicación, entre otros, para que se refleje esta realidad. Nos permitimos el lujo de ignorarlo cuando es algo que nos afecta mucho y eso puede llevar a malentendidos”.
Cada vez con más frecuencia los occidentales están empezando a ponerse nombres provenientes de Asia (chinos, japoneses, coreanos…). Algunos lo hacen por interés en los países de la región, otros porque quieren hacer negocios o por pura diversión, las razones son infinitas y muy similares a las de porqué los chinos se ponen nombres occidentales (burocracia, estudios…). Los chinos valoran muy positivamente que un extranjero tenga un nombre chino.