Cada 21 de marzo, desde hace más de 20 años, aparece una esquela en EL PAÍS que firma José Luis Casaus. Son textos breves dirigidos a su esposa, Elena Lupiañez Salanova, fallecida en 1994 y a la que llama "Elenita". En ellos da cuenta de su vida y la de sus hijos, los gemelos Yuri y Boris, que tenían 6 años cuando su madre falleció. Fue una historia de amor breve, así que estos microrrelatos sirven para prolongar una relación que terminó demasiado pronto. "No somos creyentes y soy consciente de que es una nota a la nada, salvo a su recuerdo, que sí existe", dice su viudo a Verne. Sus esquelas tienen a un puñado de seguidores entre los usuarios de las redes sociales. (Actualización a 21/3/2019: la familia ha decidido dejar de publicar la esquela).
"Escribo tuits antes de que se inventaran los tuits", bromea Casaus, zaragozano de 64 años residente en Madrid, a través del teléfono. Este año, invierte los caracteres de la esquela en contar que, "los fulanos", como llama de forma cariñosa a sus hijos, han volado del nido y que él no gana para tupperwares. "Se han independizado, pero no de mi bolsillo", dice entre risas, en referencia a la crisis económica que afecta a los jóvenes. Su relato de vida es en ocasiones el de la España de los últimos años.
José Luis y Elena se conocieron en 1986; ella formó parte del equipo fundacional de EL PAÍS, desde el área de publicidad, y él era portavoz de Izquierda Unida. Apenas un año después, nacieron Boris y Yuri, que "son idénticos" y tienen nombres rusos porque fueron concebidos en la ciudad de San Petersburgo, cuando todavía se llamaba Leningrado, relata el padre.
Elena falleció de un cáncer de pulmón y los gemelos, que están a punto de cumplir los 30, "apenas tienen un recuerdo" de su madre. "En los últimos tiempos de su enfermedad tuvieron poco contacto, porque ella no quería que vieran su deterioro siendo tan pequeños", recuerda Casaus.
"Que una persona se vaya tan pronto es nauseabundo, pero esta tradición pretende quitar hierro a la tragedia. Por eso hablo en las esquelas de temas serios con un toque de humor", explica el autor de estos textos, quien ya cuenta con seguidores en internet que recopilan sus escritos.
A menudo, destaca detalles íntimos de Boris y Yuri, así que desde hace tiempo comenta con ellos lo que va a publicar el siguiente 21 de marzo. Es, al fin y al cabo, un diario público de su vida.
Ambos hermanos han estudiado Administración y Gestión de Empresas y trabajan "a ratos, en lo que pueden, con contratos breves". Ahora mismo los dos tienen empleo. Repasando algunas de las esquelas anteriores, descubrimos sus viajes, su condición de mileuristas o su adicción al móvil.
Además de actualizar las novedades de la familia y amistades de Elena, su viudo coloca siempre referencias a escritores o cantautores que ilustran con sus palabras lo que José Luis Casaus quiere contar en cada esquela. En la de 2017 cita una milonga de Alfredo Zitarrosa como referencia a los hijos que abandonar el hogar: "Puedo enseñarte a volar pero no seguirte el vuelo". Otras veces han sido las palabras de Neruda y Borges las que han acompañado a las suyas propias. "Casi siempre reflejan gustos que teníamos en común", explica él mismo, al tiempo que confiesa que quizá deje pronto de rendir este tributo anual.
En Verne, ya hemos repasado esquelas que sirven como despedida original de un ser querido. Estas son algunas de las 20 que nos llamaron la atención.
A continuación, se pueden leer las esquelas que resumen la historia de Elena, José Luis, Yuri y Boris recuperadas de la hemeroteca de EL PAÍS.
Actualización (21/3/2018): Esta es la esquela publicada en 2018.
Actualización (21/3/2019): José Luis Casaus nos ha contado que ha decidido con sus hijos dejar de publicar la esquela desde 2019.