Decir Cri-Cri es hablar de la música de la infancia en México. Historias como las del Rey de Chocolate (con nariz de cacahuate), el Ratón Vaquero o la Muñeca Fea han acompañado a varias generaciones de niños mexicanos desde que su creador, Francisco Gabilondo Soler, comenzó a cantarlas en un programa de radio.
La primera emisión se transmitió el 15 de octubre de 1934 a través de la estación XEW-AM (ahora W Radio). “Escucharemos las canciones de Francisco Gabilondo Soler”, se comentó al aire antes de que el músico y cantautor interpretara en vivo El Chorrito. Unas semanas después, ante la buena aceptación del programa, nació el personaje del Grillito Cantor o Cri-Cri, que se convirtió en el nombre artístico del compositor.
Este 2017 se cumplen 110 años del nacimiento del veracruzano (el 6 de octubre de 1907) y la Fundación que lleva su nombre ha comenzado a preparar los festejos. El director ejecutivo de la organización, Óscar Gabilondo Vizcaíno, es también uno de los nietos de Cri-Cri. Él ha compartido en exclusiva con Verne algunas grabaciones de aquellas emisiones de radio, donde toda la música, las letras y los efectos de objetos y animales eran interpretados en vivo por un equipo liderado por Gabilondo Soler.
A continuación reproducimos algunos fragmentos de esos archivos de audio, junto con ilustraciones de diversos artistas que fueron creadas más tarde para incluir en los discos del cantautor. El nieto de Cri-Cri también nos contó algunos secretos detrás de cada composición, que a su vez son una manera de narrar la historia del músico y su visión de la realidad mexicana desde la década de 1930.
1. ‘El Chorrito’
La primera historia que Cri-Cri cantó en la radio nació, como muchas de sus canciones, de un recuerdo de la infancia. Orizaba, su ciudad natal, es un lugar rico en agua gracias al volcán Citlaltépetl, el más alto de México. Sus arroyos subterráneos sirven para abastecer a la ciudad, y muchas casas de principios del siglo XX tenían sus fuentes, cuenta Gabilondo Vizcaíno. La casa de la abuela del compositor también tenía la suya. Él le dio vida al objeto a través de un Chorrito que se hacía grande y pequeño, y que servía de balneario para las hormigas.
2. ‘Di por qué’
La fuente de El Chorrito estaba en casa de Emilia Fernández Flores, abuela materna del músico. “La dueña del ropero y musa de sus canciones”, dice el nieto de Gabilondo Soler. Ella “tenía facilidad para tratar a los niños: sabía de música, tocaba el piano y mi abuelo decía que era la mejor para contar cuentos”. Según Gabilondo Vizcaíno, fue la abuela del compositor quien lo enseñó a desarrollar la imaginación. De niño le asombraba la vejez de su abuela, y la canción Di por qué es un reflejo de ello. “Él decía que las viejitas eran señoritas de una época diferente”, recuerda su nieto.
3. ‘La Patita’
Mamá patito: así llamaban los nietos del cantautor a su abuela, Rosario Patiño, la primera esposa de Gabilondo Soler. “Ella era la que llevaba los centavitos a la casa: era productora, promotora y la representante de Cri Cri”, cuenta el nieto. En alguna entrevista, recuerda Gabilondo Vizcaíno, su abuelo afirmó que había escrito La patita inspirado por una mujer del mercado que se movía de manera graciosa: “Mi abuela siempre decía: ‘esa mujer era yo”.
El hoy director de la Fundación Gabilondo Soler asegura que fue su abuela quien hizo posible la fama de Cri-Cri. Patiño propuso el programa de su esposo al fundador de la emisora de radio, Emilio Azcárraga Vidaurreta, padre del fundador de Televisa. Ella trabajaba en la radiodifusora como vendedora de publicidad y se encargó de conseguir a los patrocinadores para el programa. Siempre fue la representante del artista, incluso después de su separación.
4. ‘La muñeca fea’
La muñeca que inspiró esta canción aún existe, pero según Óscar Gabilondo, ahora es muy bonita. El juguete le perteneció originalmente a la hermana de su abuelo, Eva Gabilondo Soler, quien la llamó Mía, porque todas las niñas querían jugar con ella. Con el paso del tiempo, la muñeca quedó arrumbada en casa de la abuela del cantautor. Después de que Cri-Cri le dedicara una canción, fue restaurada por Rosario Patiño y hoy la conserva una de sus nietas.
5. ‘Negrito bailarín’
El Negrito bailarín también es un muñeco que aún existe y que conservan sus dueños. “Ellos eran los propietarios de un lugar donde mi abuelo nadaba y entrenaba box cuando era joven”, cuenta Gabilondo Vizcaíno. El sitio se llamaba Baños Mancera, y tenía una pianola en la que Francisco Gabilondo se sentaba a practicar. El muñeco estaba ubicado a un lado del instrumento, narra el nieto del músico: “Mi abuelo llegó a tocar jazz tan ágilmente, que sus amigos le decían que hasta el negrito se iba a parar a bailar”.
Gabilondo Soler perfeccionó el jazz en Nueva Orleans, donde vivió durante un año antes de casarse con Rosario Patiño. Fue a estudiar para ser linotipista, pero también comenzó a tocar en distintos lugares. Su primer proyecto musical lo creó a su regreso a México: se llamó El Guasón del Teclado y no estaba dirigido a los niños. “Era canciones parecidas a la chanson française con una fusión de jazz, pero a la mexicana”, explica Gabilondo Vizcaíno. Su abuelo hacía sátira social y política a través de esas letras.
6. ‘Cucurumbé’
Personajes como la Negrita Cucurumbé o el Negrito Sandía fueron una forma de homenaje a la riqueza cultural del Estado en el que nació Cri-Cri, cuenta su nieto: “Adoraba Veracruz y estas canciones eran como un reconocimiento al puerto a y sus niños”. Gabilondo Vizcaíno recuerda que su abuelo nunca compartió los prejuicios raciales de su época. “Él decía que todos los niños y las niñas eran bonitos”. Como la Negrita Cucurumbé.
7. ‘Marcha de las letras’
Los estudios formales de Gabilondo Soler terminaron en la escuela primaria. “Decidió aprender por sus propios medios, porque le parecía muy aburrido entrar a clases”, cuenta su nieto. “Él agarraba sus libros y se iba a los montes a leer, a observar e imaginar. Además le había prometido a su papá que iba a estudiar por su cuenta y lo hizo muy bien”. Gabilondo Vizcaíno cree que la Marcha de las letras es un recuerdo de la forma divertida en la que el compositor aprendió durante su infancia.
8. ‘Bombón’
Según el nieto de Cri-Cri, el Rey de Chocolate, la Princesa Caramelo y el marqués de Piloncillo (mayordomo del castillo) son “un homenaje a lo dulce de la imaginación”.
9. ‘El ratón vaquero’
El ratón güero y de pies grandes que se queda atrapado en una ratonera es una caricatura de los estadounidenses. “Mi abuelo tenía una pasión enorme por México y le parecía un poco raro que a los norteamericanos no se interesaran por aprender español”, cuenta Gabilondo Vizcaíno. Su abuelo solía decir que los gringos solo estaban interesados en su orden y su ley, como El ratón vaquero.
10. ‘Teléfono’
Esta canción es, en opinión del nieto de Cri-Cri, una reflexión sobre lo que sucedía con el teléfono en las casas mexicanas de la primera mitad del siglo XX. “En alguna de las cartas que mi abuelo le escribió a mi abuela, decía: ‘Llamó la señora fulana, que solo habla para chismear... No entiende que el teléfono es para acortar distancias y no para alargar conversaciones”. En la canción, Doña Zorra no puede concentrarse en sus deberes por el constante sonar del teléfono.
11. ‘Ropavejero’
“Cambio, vendo y compro por igual”, decía El Ropavejero de Cri-Cri, un comerciante similar a los carreros que hoy compran fierro viejo en la Ciudad de México. Con la gran diferencia que El Señor Tlacuache no solo se llevaba los periódicos viejos y los tiliches, también a los chamacos malcriados y a las comadres chismosas. “Al ser músico, mi abuelo le tenía mucho respeto a la gente de los oficios: el zapatero, el panadero, el ropavejero...”, cuenta Gabilondo Vizcaíno. Esta canción es un reconocimiento a todos ellos.