Estos días está circulando por WhatsApp (y por redes, webs y foros) un texto atribuido a Arturo Pérez-Reverte, titulado “Mi reputación”. El texto dice cosas como “nací blanco, lo que hace de mí un racista. No voto a la izquierda, lo que hace de mí un fascista. Soy heterosexual, lo que hace de mí un homófobo”. En algunas versiones se añade un párrafo patriotero: “Estoy orgulloso de ser español, lo que atenta contra la libertad y el derecho a decidir democráticamente de los pueblos oprimidos”.
Sin embargo, los lectores de Pérez-Reverte pueden estar tranquilos: el académico no ha olvidado cómo funcionan los signos de admiración ni escribe “según” sin tilde. Tal y como ha aclarado este miércoles a un seguidor preocupado en Twitter, él no es el autor de este artículo: “¿Cómo voy a escribir esa estupidez?”.
Este texto ya había circulado con anterioridad, también atribuido a Pérez-Reverte, que negó su autoría ya en noviembre del año pasado. Pero, claro, los bulos son difíciles de erradicar.
Que Pérez-Reverte hable de "apócrifos" en plural no es por casualidad: en junio de 2017, poco después del atentado de Londres, comenzó a circular una carta en homenaje a Ignacio Echeverría, el español que se enfrentó a los terroristas. La carta, que terminaba con comentarios xenófobos, tampoco era de Pérez-Reverte, aunque apareciera firmada por él, sino que procedía de El Cadenazo, una página de extrema derecha. También lo tuvo que negar en Twitter. En uno de sus mensajes da una de las claves: muchos añaden su firma creyendo que casa con su estilo (aunque no lo haga) y con el único objetivo de conseguir más difusión.
Pérez-Reverte tampoco es el autor del texto titulado "Y luego no digamos que no lo sabíamos", que criticaba duramente a Pablo Iglesias y Podemos. Tampoco escribió “Españoles, ¿sois idiotas?”, que en realidad es un texto de 2010 de Jesús Sanz Astigarraga, publicado en el Diario de Noticias de Navarra en 2010. Alguien debió imaginar que Pérez-Reverte tenía más caché en redes que Sanz Astigarraga y se lleva distribuyendo desde entonces con la firma falsa. Este, por cierto, al menos le gustaba.