Tras la boda de Ángel y María, no se celebró un gran banquete. Los invitados se conformaron con una botella de cava y unos pedazos de tarta. Ángel y María tampoco disfrutarán de una luna de miel. Pero, afortunadamente, a Ángel le permitieron abandonar durante una hora la unidad de cuidados paliativos, algo que no hacía desde hace semanas.
La boda de Ángel y María estuvo lejos de las imágenes radiantes que los novios comparten en sus redes sociales. Pero aun así, el 27 de septiembre fue un día muy especial en la unidad de paliativos del Hospital Centro de Cuidados Laguna de Madrid. No todos los días puede verse en sus pasillos a una mujer vestida de novia. Ni tampoco un animado corrillo de enfermeras esperando a que les lance el ramo.
La historia de este enlace se remonta al año 1993, cuando Ángel López y María Nery Arango, que ahora tienen 55 y 66 años, respectivamente, se conocieron en un bar del barrio madrileño de Chueca. Aunque en un principio María no buscaba una relación, a los tres años celebraron su primera boda. En aquella ocasión, por lo civil. "Desde entonces, hemos llevado una vida de lo más normal, trabajando y disfrutando. Hemos pasado más momentos buenos que malos. Hemos tenido una buena relación", resume María, echando la vista atrás.
La normalidad de la que habla la novia colapsó cuando, hace 29 meses, a Ángel le diagnosticaron un cáncer de colon. "Cuando me lo dijeron me sentó muy mal. Luego ya me tuve que recuperar y luchar para tirar adelante. Y sigo luchando para poder salir de esta. Pero yo sé que no voy a poder. La enfermedad sigue adelante, cada vez estoy peor y los dolores son muy fuertes", cuenta Ángel.
Tras asumir la irreversibilidad de su destino, Ángel se instaló el pasado 20 de julio en la unidad de paliativos de la Fundación Vianorte-Laguna, donde ha recibido las atenciones, entre otros, del psicólogo Alonso García de la Puente. "Los cuidados paliativos permiten que la persona se centre en lo que es importante, en este caso, el amor de la pareja", nos dice. Y añade una reflexión: "¿Lo importante es el número de días o ensanchar cada día con vida?".
Fue en la unidad de paliativos donde Ángel tomó la decisión de pedir matrimonio por segunda vez a María. En esta ocasión, para casarse por la Iglesia. Por un lado, quería lanzar su última gran declaración de amor a su pareja: "Quiero dejárselo como muestra de amor, de mi cariño por ella", nos dice. La decisión también tuvo un componente religioso, porque en sus últimas semanas Ángel se ha acercado a la fe católica: "Le ha servido como una manera de enfrentarse a la enfermedad, de rebajar la tensión, de encontrarle un sentido a su vida", señala el psicólogo Alonso García de la Puente.
No ha habido tiempo para muchos preparativos. "Ha sido precipitado porque no sabemos el tiempo que hay", explica María. Aunque ya había asumido que se casaría en ropa de calle, en la víspera del enlace María confesó a Daniela, su sobrina y madrina en la boda, que le habría gustado hacerlo de blanco. Daniela se las arregló a última hora para conseguir un vestido y hacer realidad el anhelo de María.
María sabe perfectamente que enviudará pronto, pero no pretende quedarse a vivir en el pasado: "Cuando él se vaya, la vida será diferente. Pero no puedo quedarme atrás. Yo sé que él está de acuerdo en que no puedo quedarme atrás. Esta boda me ayudará a seguir adelante. Pensaré en la boda, en que ha sido un momento muy bonito, que es un recuerdo que él se ha llevado, y que me lo quiso dejar", concluye la novia.
Ángel también nos quiso hablar sobre el futuro, aunque, al poco de empezar a hacerlo, la emoción le impidió continuar. "En el futuro, quiero que tenga un recuerdo muy bonito mío, que no piense en lo malo, sino que hemos sido felices y que... no me salen las palabras".