Kilos de más, euros de menos. Es el descorazonador saldo al que llegan muchos españoles cuando se presenta el final de diciembre y hacen balance del año saliente y propósitos para el entrante. Aunque se intente afrontar la visita tanto a la báscula como a la cuenta corriente con entereza y cierta indulgencia para no amargarse las Navidades, es inevitable torcer un poco el gesto. Especialmente con el apartado dinerario. “En estas fechas pueden aparecer emociones como la culpa (no tendría que haberme ido tantos días de vacaciones, ¡para qué me compraría ese bolso!) o la frustración y la impotencia (¡con lo que gano, no ahorro ni para pipas!, ¡yo aún no he salido de la crisis!), ilustra Elisa Sánchez, del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Según datos de Fintonic, el 58% de los españoles se endeuda para llegar a fin de mes. El resto sí consigue hacer crecer el saldo de sus cuentas, con un ahorro medio en torno al 7% de sus ingresos, lejos del 20% que esta app de ahorro personal recomienda como colchón financiero ideal. Para Luis Pita, autor de Preahorro.com, la razón por la cual muchas personas no logran ahorrar es porque emplean estrategias erróneas: “La mayoría de españoles intenta ahorrar a final de mes. Cobran la nómina y empiezan por pagar hipoteca, alquiler, teléfono y otros gastos fijos. Después, durante los siguientes 30 días van gastando en comida y ocio. Cuando acaba el mes lo más normal es que se lo hayan gastado prácticamente todo y vuelven a empezar”.
Ahorro y gasto son como ese angelote y ese demonio que se aparecen sobre cada uno de los hombros de la persona tratando de llevársela al huerto. Y el demonio suele ganar. “Siempre se ha pensado en el consumidor como un ser racional que sopesa cada decisión de compra. Pero hoy sabemos que de racional tiene poco. Nos movemos por impulsos psicológicos y del sistema nervioso”, dice Juan José Pintado, profesor del Centro de Estudios Financieros (CEF). Los especialistas en neuromarketing conocen bien esta debilidad y están al acecho. Además, “los beneficios del ahorro se presentan a largo plazo, mientras que con el gasto la recompensa es inmediata”, argumenta Pita. Y añade que “al comprar nuestro cerebro libera dopamina, una de las sustancias relacionadas con la felicidad. Eso sí, una felicidad de duración limitada”.
Propósito de enmienda
Luis Pita cree que enero es un gran momento para cambiar los hábitos de despilfarro. “El salto de un año a otro es un periodo de reflexión y nuestro cerebro está más predispuesto al ahorro y a los cambios. Además, justo después de haber gastado en Navidad, tu conciencia necesita dejar de hacerlo para sentirse mejor”.
De hecho, es habitual que en el primer mes del año se disparen las descargas de aplicaciones móviles que ayudan al usuario a optimizar sus finanzas. Lupina Iturriaga, fundadora y directora general de Fintonic, achaca a la falta de información muchos de los problemas de esos ahorradores frustrados: “Una gran parte de la población no conoce cuál es su situación financiera, el saldo de sus cuentas o los pagos a los que tiene que hacer frente cada mes. Y el primer paso para conseguir ahorrar es tener claro cuáles son esos gastos e identificar aquellos de los que podríamos prescindir”.
Ahorrar a toda costa
¿Por qué queremos acumular lo posible debajo del colchón? Los expertos aluden a la necesidad de control que algunas personas sienten ante la incertidumbre del futuro. “¿Qué pasará si me despiden, si caigo enfermo, si no cobro la pensión…? Quieren controlar su futuro con sus acciones, porque depender del azar o de factores externos les produce ansiedad”, explica Elisa Sánchez. La educación también pesa. Aquellos que tuvieron abuelos y padres ahorradores tienen más posibilidades de haber interiorizado esos hábitos. Aunque cada vez menos. “Yo me acuerdo de casi todos los juguetes que tenía; hoy los jóvenes tienen de todo y viven más al día”, señala Juan José Pintado.
Pero también están los que piensan que, con lo que ganan, no vale la pena molestarse. Para Luis Pita un buen sueldo, sin duda, ayuda, pero no es garantía de nada. “La gente se sorprendería de la cantidad de personas que cobran un salario alto y, sin embargo, tienen problemas para llegar a fin de mes”. Este experto aconseja no pensar en cantidades concretas, sino plantearse el ahorro en términos porcentuales sobre el nivel de renta. “Porque los mismos 200 euros que para una persona son un mundo, es una cantidad asequible para otra”, asegura.
El profesor Pintado avisa de que uno no deja de ser un manirroto de la noche a la mañana por una iluminación repentina. “Esto es como adelgazar, hay que hacerlo día a día, mes a mes. Tienes que hacerte un presupuesto en el que comparas ingresos y gastos. Y en función de ellos, te fijas unos objetivos de ahorro y tratas de cumplirlos en la medida de lo posible”.
Trucos de hormiguita
Fuente: Preahorro.com
Preahorro. Se trata de transferir a otra cuenta la cantidad que se quiere salvar al comienzo del mes, en lugar de hacerlo al final. De este modo nos aseguramos de que la hucha crece todos los meses.
Ten peor coche que tu vecino. Un consejo tan básico como antiguo: vive por debajo de tus posibilidades y evita endeudarte. Vivimos en una sociedad donde es demasiado fácil consumir, y todavía más pedir un crédito para comprar cosas que realmente no necesitamos.
El método del sobre. Consiste en decidir cuánto dinero queremos dedicar mensualmente al ocio y a otros gastos personales. Metemos ese dinero en un sobre y vamos tirando de él durante el mes. Y cuando se acabe, se acabó.
El día de las facturas. Consiste en elegir un día (preferiblemente a principios o a mitad del año) y sentarte un par de horas a revisar tus facturas de gastos fijos. Con ellas delante se evalúa qué gastos interesan y por cuales se podría pagar menos. La media de este método de ahorro está en torno a 2.000 euros al año.