2017 fue el año más seguro para la aviación civil desde que en 1946 empezaron a registrarse estadísticas de accidentes de avión, según datos de Aviation Safety Network (ASN) recogidos por la agencia de noticias AFP.
El año pasado 10 aviones con pasajeros sufrieron accidentes que dejaron 144 muertos en total, por lo que ha sido el año más seguro tanto por el número de accidentes como por la cantidad de víctimas. En 2017 hubo 36,8 millones de vuelos en todo el mundo, lo que da una relación de un accidente cada 7,36 millones de vuelos. En 2016 hubo 16 accidentes y 303 muertos. 2005 fue el último año con más de mil fallecidos en accidentes de aviación.
Las estadísticas publicadas solo conciernen a los aparatos comerciales civiles de transporte de pasajeros y los de flete habilitados para llevar al menos 14 personas, por lo que no se incluye en la cifra el accidente de un avión militar de Myanmar el 7 de junio que causó 122 muertes.
Según ASN, web especializada en la recogida de datos de aviación, el accidente más mortífero de 2017 fue el que dejó 12 muertos en Costa Rica el sábado 30 de diciembre, el último que reflejan las estadísticas. Cinco de los desastres correspondieron a aviones de flete y otros cinco a aparatos de pasajeros.
Eso sí, tal y como recoge también la consultora holandesa To70, no ha muerto ningún pasajero de avión de línea comercial a propulsión o a reacción (sí en vuelos de turbohélices). El último accidente con muertos de en vuelo de este tipo fue en Colombia, en noviembre de 2016. Fallecieron 71 personas, incluidos los jugadores del Chapecoense, equipo de fútbol brasileño. To70 también ha registrado un incremento del 3% en el tráfico aéreo.
El dato sorprende porque a menudo nos da la impresión de que hay más accidentes de aviación de los que realmente ocurren, dado sobre todo el alto perfil de estas tragedias. Esta impresión viene dada por el sesgo de disponibilidad: valoramos más las posibilidades de que algo ocurra cuando es más fácil que nos vengan ejemplos a la memoria. Como explica Daniel Kahneman en Pensar rápido, pensar despacio, recordamos más fácilmente las noticias poco comunes, pero impactantes. Por ejemplo, un estudio mostró que los participantes creían tener más posibilidades de morir asesinados por la calle que de un cáncer de estómago, aunque esto es cinco veces más probable. Los eventos impactantes como tornados e inundaciones también se perciben como más comunes de lo que son en realidad, mientras que se subestiman causas de muerte más habituales como el asma y la diabetes.
Además y como nos explicaba Helena Matute, catedrática de psicología experimental de la Universidad de Deusto, tras la tragedia de Germanwings en marzo de 2015, no sólo se trata de que nos influyan los hechos recientes y próximos, sino que además los accidentes de este tipo "tienen una carga emocional muy fuerte" y, por tanto, "nos impactan más, a nivel tanto emocional, como cognitivo y a la hora de recordar datos".