"Mexicano, nadador, corredor, triatleta, esquiador nórdico, contador, fotógrafo. Viajero incansable, casado, amiguero, amante del cafe y muy chambeador". Así se describe a sí mismo en su perfil de Twitter Germán Madrazo, el esquiador olímpico de 43 años que ha protagonizado una llegada triunfal a la meta de una prueba en los Juegos Olímpicos de PyeongChang (Corea del Sur), a pesar de haber quedado en último lugar.
Este video muestra los últimos momentos de Madrazo en los 15 kilómetros de esquí de fondo, que completó en un tiempo de 59 minutos y 34 segundos colocándose en la posición 116. Tras cruzar la línea de llegada cargando una bandera de México, el deportista fue celebrado por sus colegas de Tonga, Colombia, Portugal y Marruecos. Poco después se acercó el suizo Dario Cologna, quien logró el primer lugar con 33 minutos y 43 segundos, pero toda la celebración de ese momento se enfocó en el mexicano.
El festejo al queretano es un reconocimiento a la tenacidad. El también triatlonista, quien ha participado varias veces en la prueba del Ironman, aprendió a esquiar apenas hace un año, teniendo un negocio que atender y siendo padre de trillizos. “Lo que yo quiero que mis compatriotas sepan es que no importa si tienes 43 años, si naciste en México o si no tienes dinero para practicar un deporte. Si quieres hacerlo, puedes hacerlo", ha dicho el deportista a un grupo de periodistas en PyeongChang.
Según narra la agencia AP, Madrazo quiso aprender a esquiar y participar en los Juegos Olímpicos de Invierno tras conocer la historia del peruano Roberto Carcelén, quien concluyó una prueba de esquí en los olímpicos de Sochi (Rusia) pese a tener dos costillas rotas y un desgarramiento de muslo.
El mexicano buscó a Carcelén y él a su vez le recomendó a su entrenador en Estados Unidos. “Le hablé a ese entrenador y me dijo ’no puedo prepararte, porque no tengo tiempo, pero si me acompañas manejando 6.000 kilómetros de Michigan a Utah, adonde tengo que entregar un coche, en el camino te enseño a esquiar”, ha contado Madrazo. “Me subí al avión, no sabía siquiera si iba a ir por mí al aeropuerto”.
En el trayecto, los atletas aprovecharon cada pista de nieve para poder llevar a cabo una nueva lección. Madrazo se lanzó a hacer las pruebas para competir por un pase a los Juegos Olímpicos de Invierno con ese entrenamiento.
En esas competencias conoció al chileno Yonathan Fernández y al tongano Pita Taufatofua. El mexicano ha contado que los tres estuvieron limitados económicamente durante el proceso. “Hubo un día en que nos quedamos definitivamente sin dinero. Nos quedaba sólo una barra de chocolate. Nos las íbamos robando hasta que quedó sólo una. Pita la compartió y me dijo... ‘lucha otro día, hermano’”. Los tres esquiadores, según Madrazo, formaron una hermandad: "Nos abrazamos y dijimos ‘peleamos hasta el final’”.
El competidor de Tonga, quien desfiló en la ceremonia inaugural con el torso desnudo, fue uno de los atletas que más celebró la llegada del mexicano a la meta.