Pocos seres humanos se atreverían a lanzarse colina abajo a más de 100 kilómetros por hora. Pero hay valientes que lo hacen incluso sin ver. Sortean obstáculos y realizan saltos valiéndose solo de la voz de su guía, e incluso algunos disparan una escopeta guiándose solo por su oído. Lo hacen los deportistas invidentes de las disciplinas invernales que, junto a sus guías, compiten hasta este 18 de marzo en los Juegos Paralímpicos de Invierno de Pyeongchang.
Los deportistas invidentes comenzaron su participación en los Juegos Paralímpicos de Invierno de 1980 en Geilo (Noruega), pero solo en la categoría de esquí de fondo. Según cuenta el libro El esquí alpino para deficientes visuales, editado por ONCE, el esquí alpino –que incluye todas las disciplinas de descenso– no fue incluido por considerarse peligroso para los invidentes. "Algunos de los competidores ciegos de esquí nórdico que, a su vez practicaban el esquí alpino, participaron en diversas demostraciones con el fin de evidenciar que el esquí alpino era seguro cuando se practicaba correctamente", explica el libro. En los siguientes Juegos, las disciplinas alpinas fueron también incluidas.
Hay tres deportes en los Juegos Olímpicos de Invierno que cuentan con categorías para personas con discapacidad visual: esquí alpino, esquí de fondo y biatlón, un deporte que combina esquí de fondo y tiro con escopeta. Todos los deportistas de estas disciplinas compiten acompañados de un guía, pero la función de estos varía dependiendo del deporte. Así es como se preparan para lanzarse por laderas con sus esquís y disparar a blancos móviles con sus rifles.
Esquí alpino
El esquí alpino engloba las competiciones que tienen como objetivo realizar un descenso en el menor tiempo posible. "A diferencia de otros deportes como el atletismo, el guía debe ir delante del deportista, y el contacto entre ambos está prohibido y supone la descalificación", explica a Verne Sofía González, directora técnica de la Federación Española de Deportes Para Ciegos (FEDC).
En todas las pruebas de esquí alpino (salvo la de descenso), el esquiador debe bajar haciendo zig-zag para tocar una serie de varas clavadas en la nieve. Para dirigir al deportista hacia ellas, se utiliza un intercomunicador inalámbrico por el que el guía ofrece indicaciones.
"Guía y esquiador entrenan juntos para saber cuándo dar una pauta y cuándo ejecturarla", explica González. También trabajan en la pista antes de la competición: los deportistas y guías pueden derrapar durante la inspección del recorrido para abrir camino en la nieve y dejar marcas que sirvan de referencia. Además, antes de la salida, el guía suele describir el trazado al completo a su esquiador.
El único deportista español con deficiencia visual que participa en los Juegos Paralímpicos de Pyeongchang es el ocho veces medallista olímpico Jon Santacana, que compite junto a su guía Miguel Galindo. En este vídeo pueden escucharse las indicaciones de Galindo:
En todos los deportes paralímpicos de invierno para invidentes, las personas completamente ciegas (categoría B1) compiten con las que conservan algo de visión (B2 y B3). Para equipararlas en los resultados, se aplica un factor de compensación, un porcentaje que se aplica al tiempo final de esquiador según su grado de visión. Cuanto más vea, más se verá reducida su marca. Además, los guías de la categoría B1 pueden llevar un megáfono para ofrecer señales auditivas para que el esquiador conozca su situación.
Esquí nórdico
A diferencia del esquí alpino, el esquí nórdico –también conocido como esquí de fondo– no incluye recorridos técnicos, por lo que el reglamento del Comité Paralímpico Internacional permite a los deportistas que conservan algo de visión competir sin guía. Las personas ciegas sí tienen que competir necesariamente acompañados de un guía, que realiza las mismas funciones que en el esquí alpino: indica, a través de un intercomunicador, sobre las curvas y la inclinación del terreno.
Biatlón
El biatlón es el más difícil todavía. Es una prueba que combina esquí nórdico con tiro con rifle. Los biatletas corren junto a su guía hasta llegar a las zonas de tiro, donde deben acertar en un blanco. Si fallan, sufren una penalización –de tiempo o de distancia extra, según la modalidad. Para apuntar, utilizan el oído en vez de los ojos: disparan con armas electrónicas que emiten un tono más alto cuanto más cerca del blanco se esté apuntando, de forma que el deportista pueda identificar el centro del objetivo. Puedes escuchar la señal acústica que les permite apuntar en el minuto 2:55 de este vídeo.