Estados Unidos no entró en la II Guerra Mundial hasta el 8 de diciembre de 1941. Sin embargo, el Capitán América ya le había pegado tortazos a Hitler ocho meses antes en su célebre primera portada. El 27 de abril se estrenó Los vengadores: Infinity War y esta vez el Capitán América y compañía ya no pelean contra los nazis, sino contra los aliens.
Las versiones cinematográficas actuales han diluido su carga ideológica pero los superhéroes de Marvel han sido políticos desde sus inicios. "En los años 50 y 60 no se esperaba que los cómics llegaran a todo el planeta", cuenta por teléfono a Verne Julio Embid, autor del ensayo Con capa y antifaz, la ideología de los superhéroes y director general de Relaciones Institucionales y Desarrollo Estatutario del Gobierno de Aragón. "Pero se trata de hacer una superproducción cinematográfica de 200 millones de euros, lo que quieres es recaudar mil millones en todo el mundo, por eso descafeínan muchísimo la ideología", apunta.
En su libro, Embid analiza los valores y discursos que proyectan los superhéroes del cine o las series actuales y, en algunos casos, incluso aventura a quién habrían votado en Estados Unidos. "Son personajes muy estadounidenses, y los valores de Estados Unidos son distintos", dice. "Por ejemplo Donald Trump es un gran defensor de las armas y hay superhéroes proarmas, algo que ninguno de los principales partidos españoles defendería", señala.
Los ideales de los superhéroes de Marvel no son fácilmente aplicables a la política española, aunque Embid especula con dos de los que muestran una tendencia política más clara, Iron Man y el Capitán América. "El que más se parece a los conservadores, a lo que sería el PP en España, podría ser Iron Man, y el que más se parece a los socialistas podría ser Capitán América".
Capitán América, libertad sobre todo
Embid recoge en su libro una cita de Capitán América que resume su ideología: "Sin la libertad de sus ciudadanos, América sería un trozo de basura". En las películas de Los Vengadores, esta elección de la libertad sobre todo lo demás puede verse en uno de los acontecimientos más políticos de la saga, la Civil War, donde Iron Man apoya un registro completo y una privación de libertades para las personas con superpoderes. Este registro, tal y como explicaron los responsables de la editorial Marvel a la cadena CNN, es un reflejo de la Patriot Act, la ley antiterrorista que recortaba los derechos civiles para fomentar la lucha contra el terrorismo después del 11-S. El Capitán América será el principal opositor de esta iniciativa.
Con las barras y estrellas adornando todo su traje, no cabe duda de que Capitán América es patriota, aunque pone ese patriotismo al servicio de la libertad. El profesor de Sociología de la Universidad de la Laguna José Saturnino García, en un artículo publicado en Zona Negativa, contrapone este patriotismo con el del Partido Popular: "El patriotismo constitucional del PP se basa más bien en la idea esencialista de que la Constitución no debe tocarse en cuestiones que afectan a su visión clásica del patriotismo", escribe. Al contrario, el Capitán América es patriota en cuanto "encarna los valores cívicos de la libertad, la igualdad, la fraternidad y la participación activa en la polis".
Iron Man, armas y seguridad
Tony Stark, el hombre bajo la armadura de Iron Man, es blanco, es rico, ha participado en intervenciones militares en el extranjero y tiene en su poder un enorme arsenal de armas para defender, por su cuenta, a su país y a sí mismo. "Iron Man representa perfectamente los valores del Partido Republicano", escribe Embid en su libro. "Cree que la política norteamericana debe intervenir en el exterior para garantizar la seguridad y los valores de las personas de su país".
En las películas de Marvel, Stark es el principal defensor de los Acuerdos de Sokovia, un tratado aprobado tras una operación fallida de Los Vengadores que se salda con 26 muertos civiles. Estos acuerdos promueven que toda persona con poderes deba estar registrada, deba llevar un localizador y, en caso de peligro, puedan ser detenidos sin necesidad de juicio. Este tratado provoca la Civil War, "una guerra entre los que temen más a la tiranía que a la muerte y los que temen más a la muerte que a la tiranía", define Embid. Stark es el principal defensor de la tiranía.
Spiderman, con los demócratas
En las películas de Marvel, Spiderman votaría... a nadie, porque es menor de edad. Sin embargo, Embid aventura que probablemente se hubiera decantado por elegir el partido de Barack Obama y Hillary Clinton. "No es difícil que un joven de Nueva York de clase media y universitario [en los cómics y la serie de dibujos es científico, además de periodista] hubiera votado por los demócratas", explica. Además, como futuro científico, "estaría en las manifestaciones contra Trump como la Marcha por la Ciencia", protestando por los recortes en investigación y medio ambiente.
Thor, Cataluña y el exilio
El dios del trueno Thor no es humano y, como recién llegado a la tierra, tiene poco que aportar en cuanto a valores políticos. Es más, en el momento de la ya citada Civil War, ni siquiera se posiciona: no participa porque está en Asgard, su planeta natal. Sin embargo, en la última película de este superhéroe (Thor: Ragnarok, de 2017) hubo quien vio una metáfora involuntaria de la situación de Cataluña: El Español, por ejemplo, destacaba el mensaje de Thor de que lo importante, como pueblo, es permanecer unidos. Playground, por su parte, que Hela –hija de Odín– regresa a su mundo para imponer el orden por la fuerza, en un "equivalente mitólogico-germano al artículo 155".
En su libro, Embid pone el acento en la idea política del exilio: los Asgardianos –el pueblo de Thor– tienen que huir de su planeta. "Aunque Asgard haya sido destruido, seguirá existiendo mientras viva su pueblo", dice Thor en la película, y asegura a su hermano (que intentó dominar la Tierra) que será bien recibido de todos modos entre los humanos. Este optimismo solo puede ser fruto de la ficción. "La Tierra y Europa no viven el mejor momento para los refugiados, si es que alguna vez hubo alguno", recuerda Embid, y pone como ejemplos la situación de los refugiados en Europa y España, el alza del populismo y la xenofobia, el muro de Trump...
Más o menos progresistas, pero todos conservadores
Arabia Saudí vivio un momento histórico el pasado 20 de abril: después de 35 años de prohibición, las salas comerciales de cine volvieron a proyectar una película. La elegida fue Black Panther, lo cual no dice demasiado de su carga política, opina Embid: "Si la han elegido para ser el primer estreno de Arabia Saudí, no creo que sea especialmente revolucionaría. Black Panther [rey del país ficticio de Wakanda] es abiertamente monárquico".
Si las películas de Marvel triunfan en todo el planeta, Arabia Saudí incluida, es porque sus superhéroes, aunque tengan ideología propia, nunca se salen de lo establecido. En un artículo publicado en Le Monde Diplomatique titulado "La izquierda y los superhéroes", José Saturnino Martínez explica que los enmascarados luchan contra males concretos, pero nunca contra el orden social que genera esas injusticias. "El progresismo de estas historias es limitado; nunca cuestionan el orden social existente, sólo nos ayudan a vivir con dignidad sobre ese orden".
En el universo cinematográfico de Marvel, Spiderman detiene a ladrones, pero no se plantea qué es lo que provoca esa delincuencia. Iron Man ayuda en Oriente Medio, pero no se interesa por lo que ha generado el conflicto. Los problemas estructurales, de gran calado, siguen siendo cosa de los humanos. Como escribe Embid, "el martillo de Thor, tan útil contra el totalitarismo, se vuelve torpe y pesado para acabar con el paro".