¿Se puede ser patriota sin ser nacionalista?

En teoría, sí; en la práctica no es tan fácil

Marta Sánchez cantó su versión del himno de España durante la presentación de la plataforma España Ciudadana

Ciudadanos quiere combatir el nacionalismo con “patriotismo ciudadano” a través de su plataforma España Ciudadana, que presentó este domingo en Madrid. Esta diferenciación entre patriotismo y nacionalismo sorprendió a unos cuantos, sobre todo si tenemos en cuenta que, tal y como recogía la crónica publicada en EL PAÍS, durante el acto se oyeron gritos de “¡Viva España!” y se coreó aquello de "yo soy español, español, español". ¿El patriotismo y el nacionalismo no son la misma idea, pero con otro nombre? ¿No significan más o menos lo mismo?

Así es el patriotismo, en teoría

Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, explica a Verne que hay diferencia entre ambos conceptos, al menos desde un punto de vista académico: “El patriotismo -explica- es el vínculo con la patria”. Con origen en la República romana, este ideal se recuperó durante la Revolución Francesa, cuando se apeló a los ciudadanos para que se implicaran en la construcción del país. “Se entendía en un sentido cívico, como una entidad que nos representa a todos y que excluye todo tipo de vínculo étnico”. Es decir, la lealtad sería a los principios cívicos y constitucionales, y no al grupo.

En este sentido, el nacionalismo sería “lo contrario: la lealtad al grupo étnico”, a menudo con independencia de los valores que este grupo defienda. Esta idea nace en el siglo XIX, con la construcción de nuevas entidades políticas como Alemania e Italia, y también tras la desintegración de los imperios otomano y austrohúngaro. “Lo que orienta a la hora de constituirse como nación es o la lengua o el origen común”.

Coincide Sandra León, politóloga y profesora en la Universidad de York, cuando apunta que “en principio, el patriotismo contiene elementos más transversales que el nacionalismo”, ya que aspira a crear un sentimiento de pertenencia a través de las instituciones del Estado.

“Cuando Jordi Pujol decía que catalán es quien vive y trabaja en Cataluña, estaba aludiendo a una forma de patriotismo cívico -pone como ejemplo Vallespín-. En cambio, cuando Quim Torra dice que los españoles son el otro aunque vivan en Cataluña está apelando al nacionalismo”.

¿Y qué ocurre en la práctica?

¿Puede Albert Rivera crear patriotas españoles con banderas muy grandes y poniendo a un volumen muy alto el himno de Marta Sánchez? No parece probable.

León pone el ejemplo de Estados Unidos, donde sí se ha creado este sentimiento de patria “muy transversal como elemento unificador e integrador”, gracias a elementos como la Constitución y la propia bandera. La diferencia es que en España estas instituciones (y otras como el Tribunal Constitucional, por ejemplo) han sido históricamente “muy cuestionadas y no generan consenso”. Es decir, esta pretensión de transversalidad se debilita hasta el punto de que "puede ser, en la práctica, excluyente”. Sobre todo en la coyuntura actual, cuando se han acentuado estas disensiones.

León apunta que hay que volver a los mismos debates de la Constitución del 78, es decir, a revisar de nuevo “cómo reconocemos a las distintas nacionalidades dentro de este Estado que llamamos España”.

En opinión de Vallespín, la plataforma de Ciudadanos está más cerca de ser “un nacionalismo español de reacción al catalán” que del patriotismo. Apunta que “la carta patriótica estaría precisamente en no jugar al nacionalismo, en no entrar al trapo”, sino en empezar hablar de cómo se pueden integrar estas diferentes sensibilidades nacionales diferentes en “una patria diversa, cívica, plural y más amplia”, un esfuerzo que en su opinión ahora mismo no se está haciendo.

Vallespín apuesta por iniciativas como la presencia de las lenguas oficiales en todo el Estado y no solo en cada autonomía, la mayor participación de estas autonomías en la política exterior y la posibilidad de que haya instituciones estatales fuera de Madrid, como ocurre con el Tribunal Constitucional alemán, que está en Karlsruhe, en el sur de Alemania. “Eso sería lo patriótico: luchar por esos mecanismos de integración”.