Si tú también te pinchaste con un lápiz en tu infancia y todavía tienes una marca de recuerdo, debes saber que no estás solo. Los niños de preescolar y primaria no tienen demasiados conocimientos sobre el mundo del tatuaje, pero muchos se convirtieron en tatuadores involuntarios al clavar –accidentalmente o no– un lápiz en la piel de un compañero. O en la suya propia. El 7 de enero, el tuitero estadounidense @Los_Writer publicó un mensaje diciendo que buscaba casos de "personas que hayan sacado de sus cuerpos un lápiz". En menos de dos días ha superado los 14.000 retuits y ha recibido más de 6.500 respuestas.
Dios, mi pulgar derecho. No sabía que esto fuera algo común.
Juré que era el único.
Esa mancha tiene nombre: tatuaje accidental
Las manchas que quedan bajo la piel por una herida de lápiz se denominan tatuajes accidentales, según cuenta a Verne Donís Muñoz, dermatólogo experto en tatuajes de la Academia Española de Dermatología y Venereología. "El caso de los lápices es muy habitual", cuenta. "Llevan carbón, que es un pigmento que queda atrapado en la dermis cuando una mina atraviesa la piel". También se producen, con mayor gravedad, en accidentes de tráfico, donde pueden quedar atrapados bajo la piel pigmentos del asfalto.
Las respuestas al mensaje de @Los_Writer incluyen imágenes de los tatuajes accidentales que muchos tuiteros recibieron en su infancia. Incluyen, además, las historias de cómo se los hicieron. Muchos fueron obra de compañeros de clase, pero también hay un alto número de autolesiones.
Hola. Frustrado mientras hacía ejercicios de multiplicaciones de una cifra en tercero decidí golpear mi cabeza contra la mesa. De alguna manera, me golpeé con el lápiz que estaba en el punto clave. Sigue ahí 11 años después.
Me clavé el lápiz, la mina se rompió, mi rodilla empezó a sangrar y mi profesora de gimnasia no me dejó ir a la enfermería. Sigo reprochándoselo.
En octavo... corriendo con un lápiz.
Las marcas de lápiz en la piel, cuenta Muñoz, suelen ser grisáceas "debido a la poca cantidad de pigmento que suele quedar bajo la piel". No suponen, según el experto, ningún peligro para la salud, aunque en casos en los que un fragmento grande de lápiz queda bajo la piel sí es recomendable extraerlo. "En muchos casos el propio cuerpo acaba expulsándolo, pero mientras, irá soltando pigmentos que oscurecerán la zona".
Muñoz cuenta que, aunque no son una consulta habitual en las clínicas dermatológicas, los tatuajes accidentales por lápiz "se dan con cierta frecuencia, y entre niños es relativamente común". Aunque estos tatuajes no son nocivos –las minas de lápiz están hechas de grafito, que no es tóxico–, pueden eliminarse con un tratamiento láser.
Aunque el tuit de @Los_Writer ha tenido una gran repercusión, no es complicado encontrar casos anteriores de personas que comparten las imágenes de sus tatuajes accidentales hechos en el colegio. En España, la web Ascodevida, que recopila testimonios anónimos pesimistas y que cuenta con más de 2 millones de seguidores en Facebook, publicó este mensaje en 2012:
Hace tiempo, cuando tenía nueve años, me clavé un lápiz sin querer en el paladar. Hoy, 12 años después, sigo teniendo una mancha negra y un pequeño bulto. Nunca he sabido si el trozo de mina se ha desintegrado o sigue en el interior.
El mensaje tiene más de 5.000 reacciones, y muchas de las respuestas son testimonios de más personas con marcas de grafito en su piel. El club de los heridos por lápices tiene muchos miembros.