Si tú también has pasado alguna sobremesa jugando con tus primos, hermanos o amigos al juego de cartas UNO, seguro que habrás vivido esta situación: un jugador te lanza la temida carta de +4, que hace que robes cuatro cartas (el objetivo del juego es que tu mano se quede vacía). Tú, en vez de comértelas, respondes con otra carta de +2. Así que el siguiente jugador se come seis. Con bastante seguridad, él perderá la partida y tú un amigo. Esta jugada (y cualquiera que acumule cartas de robar) es tan popular que el perfil oficial del juego en Twitter ha tenido que aclarar que es ilegal. Ha superado las 5.000 respuestas en menos de una semana.
El perfil oficial de Twitter de UNO publicó este mensaje el 4 de mayo y ya ha superado los 55.000 retuits. En la imagen puede leerse "no puedes sumar cartas de roba dos [+2] y cartas de roba cuatro [+4]". En el tuit, escribían: "Si alguien baja una carta +4, debes robar cuatro y saltarte el turno. No puedes poner un +2 para hacer que la siguiente persona robe seis. Sabemos que lo has intentado".
Según el reglamento del juego (puedes consultarlo aquí) tanto las cartas de +2 como las de +4 hacen que, además de robar cartas, el jugador afectado pierda el turno. Ningún punto del manual dice que este tipo de cartas puedan apilarse para acumular sus efectos.
Después del primer tuit, y ante las preguntas de los seguidores, el perfil de UNO ha tenido que aclarar a las decenas de jugadores que se lo han consultado que no, tampoco se pueden acumular cartas de +2. No se puede acumular efectos de ningún tipo de carta:
–¿Y [echar] un +2 sobre un +2?
–NO SE PUEDE ACUMULAR.
Para muchos jugadores, este tipo de jugadas producen algunos de los momentos más divertidos del juego. Las utiliza tanta gente que la mayoría de versiones online sí las tienen incorporadas. Tampoco hace falta que le hagas caso a las normas oficiales que propone UNO, porque hay una regla en los juegos de mesa que está por encima de todas: la regla de "En mi casa jugamos así".
El juego UNO fue creado en 1971 por Merle Robbins y Mary Robbins, un matrimonio de Ohio (en Estados Unidos) que regentaba una barbería. Según cuenta la necrológica publicada en el diario New York Times tras el fallecimiento del barbero en 1996, la pareja invirtió 8.000 dólares en crear e imprimir el juego, que vendían en su propia barbería. Solo un año despuñes, vendieron los derechos del juego por 50.000 dólares.