Un martes por la mañana, a primerísima hora, se reúne el equipo creativo de la empresa para poner en común ideas, controlar las líneas de desarrollo y fijar las estrategias de producción. Nada diferente a lo que puede pasar en cualquier compañía, salvo por un detalle. Son diseñadores, ingenieros y especialistas en marketing que trabajan para sacar al mercado dildos, vibradores, estimuladores de clítoris y otros objetos vinculados al placer.
Si bien la erótica no necesita de grandes complementos, e incluso objetos cotidianos pueden convertirse en juguetes sexuales (no estoy pensando en un calabacín, sino en un pañuelo de seda, por ejemplo, que al acariciarnos genera sensaciones excitantes), hay un mercado en auge de productos eróticos. Sus principales compradores son mujeres (los estimuladores y succionadores de clítoris son productos de mucho éxito) y parejas que los integran en sus relaciones.
"Hay años de estudio detrás de algunos productos. Personas que han pasado muchísimas horas de sus vidas leyendo y analizando posibilidades" cuenta a Verne Mario Munno, mánager de contenido digital y editor del blog Volonté de la marca de juguetería erótica LELO. Destaca lo importante que es "el conocimiento previo a la idea. Ingenieros y diseñadores están en contacto con sexólogas y se mantienen al día en los últimos descubrimientos científicos que puedan ser de utilidad para producir los juguetes de mayor calidad".
Mario Munno lo explica a través del ejemplo de un estimulador de clítoris por ondas sónicas, que no emite vibraciones sino ondas en forma de pulsaciones. A partir del conocimiento del órgano del placer femenino por excelencia y su descripción íntegra, con su zona interna y externa, surge la idea de masajear el clítoris al completo, incluida esa gran parte que no se ve. "El proceso de creación de este producto fue inferior a seis meses. Pero para que sea posible hacerlo en un periodo tan corto, ingenieros y diseñadores han de estar a la última en lo que a posibilidades tecnológicas se refiere", explica.
Ya con la idea y antes de pasar a la producción y comercialización hay varias pruebas previas. En LELO, nos cuenta, son tres como mínimo. Pero "pueden ser muchas más dependiendo de la complejidad del producto". Aquí entran en juego los probadores de juguetes eróticos, a quienes se les pide su opinión a través de unos cuestionarios específicos para cada producto. "No se pregunta lo mismo a una probadora de bolas chinas que a un probador de masajeadores de próstata".
Gwen es probadora de juguetes eróticos y ha escrito numerosas reseñas en su blog sobre sexualidad Mamá no leas. Para fijarse en la calidad de un producto valora el material que lo compone, la potencia del motor y su nivel de ruido, el tiempo de carga y su usabilidad. También es importante, detalla, que el juguete sea fácil de limpiar. "Algunos tienen demasiada textura y eso hace que el fluidos o lubricantes se queden entre los recovecos y requiera una limpieza exhaustiva", explica.
Entre las cualidades que valora Gwen no es primordial el éxito de la estimulación porque "depende de varios factores, algunos ajenos al propio producto, por lo que lo considero importante, pero no determinante". Y es que cada persona es diferente y las reacciones particulares no pueden servir como norma de eficacia orgásmica.
Cuando se cuenta con suficiente información positiva, el juguete pasa a producción. Pero aquí no acaba su recorrido. Con el producto en la calle se pueden plantear, si fueran necesarios, ligeros cambios. Los productores suelen disponer de mecanismos para escuchar a las clientas y retocar detalles que van desde cambiar la forma del asa del objeto, o situarla en otra posición, hasta la introducción de nuevas posibilidades técnicas, como, por ejemplo, el uso de apps.
La tecnología se ha sumado con fuerza a los productos eróticos. Juguetes con motores que proporcionan diferentes tipos de vibración y de intensidad, a pilas o recargables, con aplicaciones que permiten manejarlo a través del móvil, con mando a distancia para ceder el control de la vibración al acompañante...
En la Muestra de Electrónica de Consumo 2019, la mayor feria de tecnología de consumo, un vibrador robótico manos libres ganó el premio por su innovación y su funcionalidad. Para contar la noticia completa hay que añadir que la feria le retiró el premio, pero no porque sus cualidades técnicas no fueran buenas, sino porque fue considerado una propuesta "inmoral, obscena y profana". Finalmente la feria se ha retractado y le ha devuelto el premio a la innovación.
Los materiales también cuentan.
Para entender los materiales y ser conscientes de qué estamos usando de forma íntima, Gwen ha elaborado una Guía de Materiales empleados en Productos Eróticos. "Cada vez se ven menos productos no seguros para el cuerpo (como látex, jelly...). Los productos body safe son la apuesta segura, y muchos de ellos además son naturales (cerámica, cristal, madera, piedra....)", afirma la probadora. Sin embargo, también lamenta que apenas haya información sobre la composición de los productos, "una deficiencia derivada de la falta de regulación de la industria. No encontrarás un packaging que especifique qué proporción de cada componente lleva el producto".
Las formas y la variedad también han evolucionado y han tenido cada vez más en cuenta las necesidades de las mujeres. Aunque hay dildos de apariencia realista, los juguetes más demandados no tienen diseños anatómicos. "Un pene está diseñado para muchas cosas distintas, desde el punto de vista evolutivo, y el placer femenino no se encuentra entre sus tres funciones principales (...) No quiero decir que los penes no sean una fuente de placer, pero si tienes en mente el placer femenino, no es precisamente la forma idónea", decía la ingeniera y diseñadora Janet Lieberman.
Otro detalle que muestra la superación de ciertos tabúes es que, para adquirirlos, hayamos pasado del sex shop oscuro, arrinconado en un callejón y con las lunas tintadas e impenetrables, a la tienda erótica con escaparate abierto y con puertas de cristal que invitan a visitarlas.
Sin embargo, aún quedan bastantes barreras para que nuestra relación con los juguetes eróticos sea suficientemente madura. La mejor prueba es que aún hoy haya personas que se refieren a ellos como "consoladores". Es una palabra que convendría desterrar porque su función no es aliviar ninguna pena. Más bien al contrario, los dildos, vibradores, masajeadores, estimuladores del clítoris, del punto G o del punto P nos proporcionan muchas alegrías, a solas o en pareja.