El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encontró tiempo para comentar el discurso que la activista ecologista Greta Thunberg dio este lunes en la Cumbre de Acción del Clima de la ONU.
En su charla, con lágrimas en los ojos, la joven de 16 años dijo que “la gente está sufriendo, la gente está muriendo, hay ecosistemas enteros que se están derrumbando”. Trump contestó el martes con una burla en Twitter: “Parece una chica joven y feliz que espera un futuro brillante y maravilloso. ¡Qué bonito!”.
Thunberg respondió a ese sarcasmo con ironía, cambiando el encabezado de su bio en Twitter: “Una chica joven y feliz que espera un futuro brillante y maravilloso”.
La cuenta volvió a su encabezado habitual este mismo miércoles: "Activista climática y medioambiental de 16 años con Asperger. ¡Únete a las huelgas globales por el clima el 27 de septiembre!".
El de Trump es uno de los muchos ataques que ha recibido Thunberg desde que se convirtió en símbolo de la lucha contra el cambio climático. Esta misma semana, un colaborador de Fox News calificó a la joven, con síndrome de Asperger, de “enferma mental”. La cadena se disculpó un día más tarde, pero poco después del primer insulto y también en la Fox, otra periodista la comparó con los tenebrosos chicos rubios de la película Los niños del maíz, y añadió: “No puedo esperar a la secuela de Stephen King, Los niños del clima”.
Además, el escritor y cineasta indio-estadounidense Dinesh D’Souza dijo en Twitter que Thunberg le recordaba a las niñas de la propaganda nazi y, yendo al otro extremo, el analista también estadounidense Sebastian Gorka aseguró que la activista le parecía “una víctima de un campo de reeducación maoísta”.
Thunberg es una joven de 16 años que se ha erigido en un símbolo de la lucha contra el cambio climático y que está movilizando a miles de jóvenes. Su activismo arrancó en septiembre de 2017: tras el verano más caluroso de Suecia, decidió dejar de ir a clase todos los viernes para iniciar una sentada ante el parlamento. A la iniciativa se han ido sumando estudiantes de todo el mundo con huelgas los viernes.
Aunque la respuesta que ha recibido Thunberg ha sido en gran medida positiva, también ha sido criticada por algunos sectores conservadores y negacionistas. A menudo no se le ha contestado con argumentos, sino con insultos y descalificaciones, en ocasiones haciendo referencia al síndrome de Asperger.
Este síndrome forma parte del Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) y se caracteriza, entre otros rasgos, por dificultades con la comunicación social, la preferencia por intereses muy concretos y, también, por la honestidad y la facilidad para especializarse en áreas de conocimiento. La propia Thunberg ya salió al paso de estos ataques el 31 de agosto, en un tuit en el que hablaba de su condición como un "superpoder".
Cuando los haters hablan de tu aspecto y de tus diferencias, significa que no tienen nada más que decir. ¡Y entonces sabes que estás ganando! Tengo Asperger y eso significa que a veces soy un poco diferente a la norma. Y -en las circunstancias adecuadas- ser diferente es un superpoder.
¿Por qué molesta tanto?
Los críticos de Thunberg también opinan que la joven está siendo usada como “escudo humano”. El periodista de la Fox Tucker Carlson se quejaba de que no podía responder a las acusaciones de Thunberg porque solo tiene 16 años.
De hecho, otra acusación que ha recibido Thunberg es la de que se trata de una persona demasiado joven para someterse a esta exposición mediática. Aunque esta advertencia no carece de fundamento, cabe mencionar que el reproche no suele usarse en caso de adolescentes que se dedican a la interpretación, a la música o al deporte, por ejemplo. Parece que el activismo político y ambiental es la única actividad que está vedada a los menores de edad.
En todo caso, ella misma admitió en su discurso ante la ONU que “todo esto está mal. No debería estar aquí. Debería estar en el colegio al otro lado del océano”. Y ya en 2018, en otro discurso en la cumbre del clima de la ONU, Thunberg reprochó a los líderes de 200 países del mundo no ser “lo suficientemente maduros como para contar las cosas como son. Incluso esa carga la dejan a sus hijos".
Lo que Carlson olvida es que no tiene por qué responder a Thunberg. La crisis climática se sustenta en datos y estudios que muestran que las temperaturas medias están subiendo por culpa de la actividad humana. Para que el aumento de la temperatura quede entre 1,5 y 2 grados, se requiere una disminución en 2030 del 45 % de las emisiones de dióxido de carbono —el principal gas de efecto invernadero— respecto al nivel de 2010. Estos estudios han sido llevados a cabo por científicos adultos y las decisiones al respecto las tomarán políticos también adultos.
Si no se está de acuerdo con esta información, que es sobre lo que alerta la activista, Tucker (o quien sea) puede intentar refutarla. Pero, como sugiere el ambientalista estadounidense Bill McKibben en The New York Times, “Greta ha dicho desde el principio que la gente la ataca a ella porque no puede atacar la ciencia. Y eso parece innegable”.
En cambio, Thunberg no contesta directamente a sus trols. Ni siquiera al presidente de Estados Unidos.
Actualización (26/9/2019): Thunberg ha publicado la tarde del miércoles un nuevo hilo en el que habla de los ataques que recibe: "Como habréis notado, los haters están más activos que nunca; yendo a por mí, mi aspecto, mi ropa, mi comportamiento y mis diferencias. Salen con cualquier mentira o teoría de la conspiración en la que puedan pensar". Y luego añade que el objetivo de estos ataques es el de desviar la atención, "ya que están desesperados por no hablar de la crisis climática y ecológica. Ser diferente no es una enfermedad, y la mejor ciencia disponible no son opiniones, son hechos".