La activista adolescente sueca Greta Thunberg se niega a tomar aviones. La huella de carbono que provoca este medio de transporte choca frontalmente con su lucha contra el cambio climático. Es el indicador ambiental que indica los gases de efecto invernadero emitidos de forma directa o indirecta por una persona o una acción concreta.
In Sweden air travel is down 4,5% in first quarter 2019. That’s almost 400000 less passengers.
— Greta Thunberg (@GretaThunberg) 12 de abril de 2019
Despite growing economy. The experts are puzzled... #IStayOnTheGround #ClimateJustice #ClimateBreakdown https://t.co/iw3hZYhSDu
“En Suecia, los viajes aéreos han bajado un 4,5% en el primer trimestre de 2019. Son casi 400.000 pasajeros menos. Pese a la creciente economía. Los especialistas están perplejos”
Como recuerda Nuria Blánquez, coordinadora de transporte de Ecologistas en Acción, tanto en el Parlamento holandés como en el francés se está planteando este mismo conflicto. Han propuesto en los últimos meses que se prohíban los vuelos cuyo recorrido se puede realizar en tren en tres horas o menos.
El Ámsterdam-Bruselas es el primer trayecto que solicita suprimir Suzanne Kröger, la parlamentaria holandesa del partido ecologista GroenLinks que inició esta propuesta. El avión conecta ambas ciudades en 45 minutos (sin contar los trayectos a los centros de las ciudades porque los aeropuertos están a las afueras y las horas de espera para embarcar) frente a la hora y 50 minutos que se tarda de media en un tren de alta velocidad.
Hacer ese viaje en avión puede suponer emitir a la atmósfera hasta 48 kilos de CO2 más que recorriendo esa distancia en tren. Muchas veces, las tarifas en avión suelen ser más baratas que las ferroviarias. Así que GroenLinks ha lanzado una petición on line para bajar los precios del tren y compensar el esfuerzo económico del ciudadano. Su campaña se anuncia en redes con la etiqueta #meertreinenmindervliegen (más trenes, menos vuelos).
En Francia, ya impulsan una iniciativa similar liderada por el diputado de izquierda François Ruffin, que ha recibido asesoramiento de Kröger. Su partido La Francia Insumisa, en la oposición al Gobierno de Macron, se cuestiona trayectos como el París-Marsella. Las dos ciudades más pobladas del país están conectadas por avión en una hora y 20 minutos.
Suzanne Kröger est députée néerlandaise, elle s'est battue pour obtenir la première suppression d'une ligne aérienne pour des raisons climatiques, entre Bruxelles et Amsterdam. Et est venue nous prêter main forte aujourd'hui à l'Assemblée. Merci à elle ! https://t.co/XeM68qHpPU
— François Ruffin (@Francois_Ruffin) 3 de junio de 2019
"Suzanne Kröger es una parlamentaria holandesa que luchó por la primera cancelación de una aerolínea por razones climáticas, entre Bruselas y Ámsterdam. Y vino a echarnos una mano hoy en la Asamblea. ¡Gracias!"
La etiqueta #IStayOnTheGround (me quedo en tierra) que ha impulsado la propia Greta Thunberg registra el creciente movimiento en contra del uso del avión por sus consecuencias negativas en el medio ambiente.
En España todavía no está desarrollado el debate planteado en los Parlamentos holandés y francés, pero también hay trayectos de avión y de tren que cumplen ese criterio de las tres horas. Es un país que tiene un sistema ferroviario de alta velocidad muy centrado en la capital, por lo que el equivalente más inmediato sería el vuelo Madrid-Barcelona.
Hemos calculado la huella de carbono aproximada (por persona y trayecto) a partir de las herramientas digitales del portal Ecorresponsabilidad, del Gobierno autónomo de Murcia, y de CeroCO2, de Ecodes.
Comparamos trayectos en avión con sus equivalentes en trenes de alta velocidad (con duración aproximada, en función de las paradas realizadas, y distancias en línea recta). No solo mostramos equivalencias con vuelos internos. El tren Eurostar conecta Londres y París en algo más de dos horas y cuarto frente a la hora y cuarto de media que tarda el avión.
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