En España hay unas 50.000 peluquerías. Los cortes, tintes y peinados que hacen los trabajadores de estos establecimientos están sujetos al juicio del cliente, que a veces queda encantado al salir de la peluquería y, dos días después, vuelve horrorizado. Somos muy sensibles respecto a nuestro pelo. Y la labor de estos profesionales no se limita a lo que hacen con tijera y peine. Parte de su trabajo es escuchar los problemas y chascarrillos de las personas que pasan por sus salones.
Para conocer qué piensan de sus clientes, qué les molesta y qué comentarios escuchan más habitualmente, hemos creado un grupo de WhatsApp con 16 peluqueros y peluqueras de varias comunidades autónomas y distintas edades. Como ya hemos hecho antes en Verne con enfermeras, camareros o tatuadores, les hemos pedido que se desahoguen. Estas son algunas cosas que no gustan a peluqueros y peluqueras.
Cuando no nos fiamos de sus habilidades
No soporto que me digan cómo tengo que hacer el corte o dar el tinte. ¡Que sé hacerlo!
A veces te dicen "yo entiendo de peluquería, que hice un curso". Pero nunca han trabajado en una peluquería.
También están las que a veces se cortan en casa y por eso te dicen hasta cómo tienes que cogerles el pelo.
La frase "hoy no sé qué ha pasado, pero el corte NO ES EL MISMO".
Cuando pedimos que nos rehagan el corte seis veces
Una de las peores cosas que nos hacen es pedirnos un corte de pelo específico y, cuando ya está hecho, después de 40 minutos de trabajo, te cambian todo totalmente 😐 Te dicen "mira, me gustaría otra cosa, quiero todo más corto; sube el degradado".
Y los que te dicen "tú ve cortando y ya te diré". Y cuando terminas te dicen "me lo haces igual, pero un poco más corto". ¡Entonces te cobro dos cortes!
Cuando pedimos imposibles
Me encanta cuando vienen con la foto de Jennifer López para las mechas.
Cuántas veces he escuchado "no me pongas nada en el pelo, pero dame mucho volumen".
Cuando nos quejamos horas, días o meses después
Que salgan contentísimos de la peluquería y en casa lo odien. Pasa muchísimo.
Una chica se quejó de que se le habían borrado las mechas por la raíz dos meses después de que le diera el tinte.
A mí me vino una clienta tres meses después de un peinado porque estaba disgustada por cómo le había crecido el pelo. ¿Y qué culpa tengo yo?
Me pidieron una hoja de reclamaciones SIETE MESES después de un alisado.
Cuando no entendemos un error
De vez en cuando metemos la pata. El que cuece y amasa, de todo le pasa. A veces fallamos con la coloración. Lo intentas explicar y ya está.
Con los trasquilones, aunque sea poco, hay quien se te pone a llorar.
Depende mucho de cómo esté la clienta en ese momento. Algunas te quieren comer y a otras les da igual.
Cuando los padres dan más guerra que los niños
A veces las madres son peores que los niños. Se empeñan en que se sienten encima de ellas para que estén quietos, pero así se mueven más.
Y las madres que dicen "como no te estés quieto te va a cortar una oreja". Entonces se retuercen y a llorar.
Cuando tienen piojos se lo dices con cuidado al padre, que no se entere nadie, y va a él y empieza a decir en voz alta "QUE TIENES PIOJOS".
El remate es el niño que pide el corte del futbolista de turno. Su madre dice "sí, sí, pero no se los dejes muy corto".
Cuando no tenemos en cuenta el reloj
Le dices a la clienta "no llegues tarde, que cierro a las siete". Y ella contesta "bueno, yo no tengo ninguna prisa".
Los que vienen sin cita y pretenden ser los primeros son los peores.
Las abuelillas que llegan a las 9.30, con la peluquería recién abierta, y se quedan mirándote mientras pones en marcha las luces, la música... Te cambias, sales en 10 minutos y te dicen "venga, que me tengo que ir a hacer la comida" 😂😂😂 Si terminan más tarde de las 11.00 ya no les da tiempo a hacer las lentejas.
Cuando no nos callamos NUNCA
Creo que tendría para escribir un libro con las cosas tan personales que me cuentan. Pero no puedo decir nada. Para mí es secreto profesional.
Somos psicólogas para muchas clientas. Te cuentan unas cosas... A veces, cuando das tu opinión, se enfadan un poco, sobre todo cuando dices lo que no quieren oír. Te contestan "es que no lo entiendes".
Hay personas que, según entran, ya sabes que te van a dar dolor de cabeza porque hablan muchísimo. Y lo peor no es que hablen tanto, sino que todo son dolores y penas.
Escuchas mucho para comprender sus problemas. Hay pocas profesiones como la nuestra.