Disney lleva años intentando dar un giro hacia la modernidad desde los arcaicos cuentos que hadas que lleva toda una vida perpetuando. El éxito de Frozen en 2013, convertida en la película de animación más taquillera de la historia si consideramos a El Rey León (2019) como acción real, fue el gran impulsor de este plan de la productora.
Las princesas ya representaban la diversidad racial en historias como Pocahontas (1995) y Mulan (1998), pero el feminismo era un asunto que quedaba pendiente en los relatos de la factoría de animación. Como ya ocurría en Brave (2012), Frozen mostraba a su protagonista Elsa como una heroína que no necesitaba de un príncipe azul para resolver sus problemas. Pero esa falta de interés por el sexo opuesto hizo que muchos seguidores de la película desearan que la princesa se convirtiera en el primer icono lésbico de Disney. El debate sigue vigente ahora que llega a los cines una segunda parte de sus aventuras.
La saga surgió después de que la productora rebuscara de nuevo en el catálogo de cuentos populares y decidiera adaptar, de forma muy libre, La reina de las nieves, de Hans Christian Andersen. En la versión animada, las hermanas Elsa y Anna se rescatan la una a la otra mientras que el príncipe es el villano de la historia. La primera de ellas termina siendo una mujer independiente al frente del reino de Arendelle.
Una de las tramas de la película hizo que esta moraleja no fuera suficiente para los admiradores de la reina del hielo. Durante buena parte de la trama, Elsa se aísla del mundo al no saber controlar sus poderes, con los que es capaz de congelar objetos e incluso a personas. Al final de la historia, decide aceptarse como es y no huir de sus seres queridos. Y así es como el personaje conectó de una forma especial con el sector LGTBI+. Tanto que, años después de su estreno, cuando se anunció que la exitosa película tendría una secuela, se popularizó en redes la etiqueta #GiveElsaAGirlfriend ("dadle a Elsa una novia").
Alexis Isabel Moncada, la autora del tuit que creó la etiqueta, explicaba en 2016 en un artículo la importancia de que Elsa saliera del armario como lesbiana: "Cuando era adolescente, yo no sabía que podía existir amor verdadero entre dos mujeres. Así que cuando sentí ese tipo de amor, me encontré sola y confusa. Por eso Elsa representa mucho más que una imagen de póster. Dar a chicas jóvenes la oportunidad de entender que una princesa puede amar a otra princesa del mismo modo que Cenicienta amaba al Príncipe Encantado es vital en su proceso hacia la madurez".
Una imagen del tráiler de Frozen 2 volvió a disparar este anhelo en febrero de 2019. En él, aparece un nuevo y misterioso personaje femenino que hizo albergar esperanzas a los seguidores. ¿Por fin una novia para Elsa?
Mujer soltera, mujer independiente
La intención de los creadores de la película nunca ha sido la de reivindicar una historia de amor LGTBI+ en Frozen, sino la independencia femenina y la valía de una mujer sin importar que esté o no soltera.
Jennifer Lee, codirectora de la película junto a Chris Buck, niega que, por el momento, Elsa vaya a estar involucrada en una trama amorosa. "No está preparada para una relación de ese tipo. Es una mujer que lleva el peso de todo un reino sobre sus hombros y sigue luchando por controlar sus poderes. Es en esos asuntos en lo que está centrando su atención", ha explicado recientemente en una entrevista promocional.
"Las propuestas que nos hacen los fans sobre lo que debemos hacer con el personaje suelen ser muy bellas, pero creo que nos equivocaríamos si siguiéramos ahora por ese camino. Vamos a ver en qué punto se encuentra ahora Elsa, qué cosas son importantes para ella y con qué asuntos puede lidiar", ha dicho la directora.
El actor y activista LGTBI+ Jonathan Groff (Mindhunter, Looking) pone voz en la versión original de Frozen 2 a Kristoff, el novio de Anna. También ha contestado, como el resto de reparto y equipo técnico, a la eterna pregunta de si Elsa saldrá del armario. "Ella me encanta porque no se define como persona a través de una relación amorosa, a diferencia de otras princesas. Es una mujer independiente y punto", respondía a la revista especializada Variety en la alfombra roja del estreno de esta secuela.
Disney mantiene por el momento es su postura inicial para compensar los errores del pasado en sus historias y en las de la mayor parte del género de la animación. Sus relatos han usado durante décadas la soltería femenina como un rasgo negativo. Cruella de Vil, la madrastra de Cenicienta y Úrsula lo son.
"Los villanos masculinos pueden tener cualquier tipo de cuerpo, pero las femeninas suelen ser mujeres menopáusicas. Son mayores, solteras y amargadas", comentaba durante una conferencia en 2017 la artista Erica Larsen-Dockray, también profesora del Instituto de Arte de California (CalArts).
¿Quizá es el momento de Disney de reivindicar a una heroína soltera e independiente?
Las villanas clásicas de Disney: mujeres maduras, solteras... y amargadas.