Todo artista comete errores. Igual que los escritores tachan y reescriben sus textos, los pintores hacen lo propio con sus lienzos. Los cuadros tienen memoria y todas las intervenciones quedan reflejadas entre sus pinceladas: son los "pentimentos", como se les conoce en el arte, sirviéndose de la traducción al italiano de la palabra "arrepentimientos".
Los motivos que hay detrás de estas rectificaciones son variados. Como veremos a continuación en esta visita guiada por algunos de los pentimentos más célebres de la historia, algunas veces se deben al perfeccionismo del autor. Pero hay muchos más casos, como aquellos en los que el autor acaba cediendo a la presión social sobre un cuadro.
Velázquez, el perfeccionista
Dicen que rectificar es de sabios y Diego Velázquez sería un buen ejemplo. El perfeccionismo acompañó al artista sevillano durante toda su vida, persiguiendo la pureza en rasgos como la composición, la proporción y la perspectiva. Fue precisamente esto lo que le llevó a realizar incontables cambios a sus pinturas, a veces mucho después de haberlas finalizado. No es común observar en otros artistas tantos arrepentimientos como en la obra de Velázquez y esto se debe a que, a diferencia de la mayoría de los pintores, Velázquez convivió con sus pinturas y gozó de ciertas libertades que le permitieron ajustar sus obras a sus concepciones.
En su momento estos cambios fueron imperceptibles, pero hoy, con el progresivo deterioro de las capas añadidas de pintura, se han vuelto visibles, creando efectos cuanto menos curiosos. La tercera pierna fantasmagórica en el Retrato de Felipe IV o las patas duplicadas en su Felipe IV a caballo, ambos expuestos en el Museo Nacional del Prado, son solo algunos de los ejemplos en los que estas actuaciones se tornan muy visibles. Pero a veces las marcas se convierten en el reflejo de las manías de su artista: las rayas que se ven en el fondo de su Bufón con libros son en realidad la prueba de que Velázquez limpió los pinceles en el fondo del lienzo después de pintar el traje negro del personaje.
Ni siquiera su obra más famosa, Las Meninas, se libra de esta clase de arrepentimientos. Sin ir más lejos, en la parte inferior derecha, el enano Nicolasito Pertusato aparece con sus piernas duplicadas. Pero lo más interesante es lo que no podemos ver a simple vista, aquello que se nos aparece al someter la obra a una radiografía: por lo visto había una figura femenina en la posición que hoy ocupa el autorretrato del pintor. Así, sin verlo venir, las decenas de teorías que se han formulado durante años sobre la obra se duplican. Por otro lado, la adición de la cruz de la Orden de Santiago que el pintor luce en su pecho se sabe posterior, y en torno a ello se ha construido una leyenda: algunos sitúan al propio Felipe IV pintando dicho distintivo como un homenaje al pintor.
¿Pintores arrepentidos?
No siempre que el artista toma la decisión de intervenir sobre su obra lo hace por voluntad propia, como en el caso de John Singer Sargent, pintor estadounidense del último tercio del siglo XIX que alcanzó bastante fama por sus retratos. Se vio obligado a retocar su retrato de Virginie Amélie Avegno Gautreau, una joven de la alta sociedad parisina, por las críticas recibidas en el Salón de París de 1884 porque uno de los tirantes del vestido resbalaban sobre el hombro de la joven. Cuando la obra pasó a manos del Metropolitan de Nueva York, el propio pintor solicitó que se ocultara la identidad de la retratada para que no se le asociara con dicha polémica, y es por eso que hoy conocemos la obra como Madame X.
Pero no siempre los pintores son los responsables de los cambios en sus obras. A veces se producen después de su muerte y son los propietarios quienes lo adaptan a sus gustos personales o la visión de su época. Hace 40 años, un análisis con rayos X desveló que una de las obras más famosas de Vermeer, Muchacha leyendo junto a la ventana, ocultaba un secreto bajo la pared de su habitación: la representación de un cupido. Entonces se dio por hecho que el propio pintor había decidido ocultar al amorcillo. Pero la suciedad que se iba acumulando sobre la capa de barniz que cubría la figura permitió saber a los especialistas que la pintura se había ocultado a posteriori. Hoy, el cupido ve la luz, idéntico al de su pintura Joven de pie tocando el virginal, lo que parece indicar que el propio Vermeer poseía una figura de estas características que sirvió de modelo para ambas obras
Cuadros al cuadrado
Detrás de algunas de las pinturas más famosas de la historia del arte existen otras que sus propios autores taparon por razones variopintas y a las que solo tenemos acceso a través de los rayos X. La reutilización de lienzos no es una práctica fuera de lo común. Hay que entender que habitualmente los artistas no sacralizaban su obra como ocurre ahora y consideraban este tipo de acciones como gajes del oficio.
Picasso era un pintor compulsivo. "Dame un museo y lo llenaré", dijo en una ocasión. Su necesidad de plasmar sus ideas nada más asomaban por su mente le llevaron a reutilizar materiales. La habitación azul oculta tras sus pinceladas un retrato de un hombre con pajarita al que no se ha podido identificar. Y bajo otra de sus obras cumbres del periodo azul, El viejo guitarrista ciego, está el retrato de una mujer que se ha reconstruido digitalmente gracias a una inteligencia artificial y ahora se conoce como La mujer escondida.
Tal vez Vincent Van Gogh sea uno de los artistas que más reutilizó sus lienzos, en ocasiones incluso más de tres veces, aunque en su caso se debió a sus penurias económicas. El ejemplo más sonado es el de su Naturaleza muerta floral con amapolas y rosas. Durante un tiempo se dudó de su autoría de este lienzo, ya que es un formato más grande que el que acostumbraba a trabajar. Pero fue precisamente el descubrimiento de la pintura oculta de dos hombres la que permitió confirmarlo, ya que el propio Van Gogh había dejado constancia en una carta escrita en 1886 a su hermano Theo de que había pintado a dos luchadores.
Pinturas con rayos X
C. G. F.
Algunos arrepentimientos son visibles sin demasiado esfuerzo, pero la mayoría permanecen ocultos y los conocemos gracias al avance de las técnicas de conservación y restauración. Poco a poco los museos están permitiendo al público acceder a este tipo de información con mayor libertad.
El Museo Thyssen–Bornemisza, por ejemplo, comparte los estudios técnicos que hace a algunas de sus obras más importantes, en los que permite explorar el lienzo sometiéndolo a los rayos X, a los infrarrojos e incluso a luz ultravioleta. A través de este enlace, por ejemplo, podemos conocer con todo lujo de detalles el estado de conservación del Retrato de Giovanna Tornabuoni de Domenico Ghirlandaio, así como acceder al análisis de su técnica y composición.
Por su parte, el Museo del Prado ha desarrollado una app, Second Canvas Museo del Prado – Obras Maestras, que permite explorar 14 de sus obras maestras con todo lujo de detalles sometiéndolas a este tipo de técnicas. Además, incluye otras 60 con sus respectivas fichas técnicas y audioguías con el fin de favorecer su visita.