Desde que el japonés Shigetaka Kurita creó el primer conjunto de emojis en 1999, no han dejado de ganar importancia en nuestro día a día. Y por supuesto, el mundo de la cultura los ha abrazado con gusto, como demuestra que el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquiriese aquella primera serie de emojis para sumarlos a su colección.
No es el único ejemplo, el trabajo del ingeniero Fred Benenson también puede englobarse en esta línea: llevó a cabo una traducción colaborativa a pictogramas de la novela Moby Dick y la tituló Emoji Dick. La obra resultante se incluyó en 2013 en el catálogo de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. En esa misma época, precisamente, la artista digital Carla Gannis hizo una recreación con emojis de El jardín de las delicias, la obra de El Bosco, titulada El jardín de las emojidelicias. Y los emojis superaron otra barrera en 2015, cuando uno de ellos se convirtió en palabra del año según el Diccionario Oxford: 😂
Hoy queremos profundizar un poco más en esta relación entre emojis y cultura, analizando algunas obras de arte que, por las emociones que transmiten, podrían emparentarse con estos símbolos.
🤦🏻♀- Madame François Buron, de Jacques Louis David
Cuando en 2016 unicode [el consorcio que determina qué nuevos iconos se añaden en cada actualización] aprobó como nuevo emoji el facepalm, el popular gesto de llevarse una mano a la frente en señal de incredulidad o paciencia, apenas éramos conscientes del enorme regalo que nos estaba haciendo.
Pero la historia del arte ya nos había regalado grandes facepalms. De entre todos ellos, nos hemos decantado por el que se ha convertido en el meme de los memes: el Retrato de Madame Buron, realizado por el famoso pintor neoclásico Jacques Louis David en 1769. A grandes rasgos no tiene nada de especial que lo diferencie de otros de sus retratos de juventud, pero su forma natural de mirar al espectador, como si le acabaran de dar una sorpresa (no muy grata), y la colocación de su mano la convierten en el alma gemela de nuestro estimado facepalm.
😂 - Demócrito, de Johannes Moreelse
No es que la historia del arte esté repleta de personajes risueños. Si te fijas, al visitar un museo, la risa más bien brilla por su ausencia. Son varios los motivos que han llevado a que la mayoría de los personajes retratados tengan cara de pocos amigos, pero sin duda uno de los causantes es la asociación de la risa con los borrachos y los bufones por parte de la clase alta, que al fin y al cabo eran los que podían acceder a este tipo de encargos.
No es el caso de Demócrito, el personaje que vemos aquí retratado por Johannes Moreelse, artista barroco que no tuvo ningún reparo en demostrar su admiración por Caravaggio. Demócrito era un filósofo y su risa solía acompañarse por las lágrimas de Heráclito, como dos actitudes opuestas de enfrentarse a la vida. Moreelse, igual que muchos otros artistas, se sintió atraído por este tema y lo repitió hasta la saciedad, aunque esta versión pintada en 1630 le salió particularmente desternillante.
🤔 – El Pensador, de Auguste Rodin
El propio Rodin describía así su obra: "Lo que hace que mi pensador piense es que no piensa solo con su cerebro, su ceño fruncido, sus fosas nasales distendidas y sus labios apretados, sino que lo hace con cada músculo de sus brazos, espalda y piernas, con su puño cerrado y sus dedos de los pies encogidos". Desde entonces, El pensador se ha convertido en un auténtico icono universal. Para muchos, es la plasmación más fiel del acto de pensar. Aunque también ha habido personas que lo han reinterpretado recientemente, como la filósofa Marina Garcés, para quien representa una forma de pensar solitaria, ensimismada y masculina, opuesta a un pensar colectivo.
Pero El pensador no siempre estuvo pensando. La escultura iba a formar parte de La Puerta del Infierno, un conjunto escultórico monumental creado por el artista francés y la escultora francesa Camille Claudel. En ese momento se le conocía como El poeta, ya que era la representación de Dante Alighieri, autor de La Divina Comedia, inclinado para observar los anillos del infierno y meditando sobre su propia obra. Pero hubo un cambio de planes y en 1886 la obra empezó a ser conocida por el nombre con el que hoy la identificamos, hasta convertirse en símbolo del pensamiento. Así que la próxima vez que no sepas con exactitud qué decir o decidir, nunca mejor dicho, ni te lo pienses... ¿Por qué no enviar un Rodin?
💩 - Mierda de artista, de Piero Mazoni
El artista Piero Manzoni estaba cansado de que la sociedad no entendiera su arte y opinaba que "los burgueses imbéciles solo querían mierda". Así que decidió hacerlo literal y les entregó su mierda metida en 90 latas. Así nació su proyecto Mierda de artista (1961), mierda enlatada que vendía a precio de oro y cuyo ejemplar más caro alcanzó hace unos años los 275.000 euros en una subasta. Podría decirse que es algo así como el artista riéndose del mercado del arte y el mercado del arte dándole la razón.
Muchos coincidirán en que para emoji mítico, el de la caquita sonriente, que a todos suele parecernos simpática. Aún así hoy queríamos ofrecerte una alternativa para las pieles más finas, para que puedas seguir mandando la mierda a quién tú quieras y quedar como un señor.
🙄- El caballero irritante, de Berthold Woltze
Este cuadro de Berthold Woltze plasma una escena que la mayor parte de las mujeres han tenido que vivir en algún punto de su existencia: el momento en el que un desconocido decide decirte cosas inoportunas en el momento y lugar menos adecuados, si es que en algún momento lo es. Eso es precisamente lo que representa El caballero molesto, obra en la que el pintor alemán trasciende sus típicos retratos de la sociedad en la que vive para inmortalizar a la perfección el sentimiento de la joven, que por su atuendo parece estar de luto y no aguanta ni un segundo más con la situación.
Aunque fue pintado en 1874, esta obra ha renacido en los últimos años gracias al movimiento feminista, que la ha adoptado como meme para denunciar el sentimiento de incomodidad que sienten las mujeres cuando son abordadas sin motivo. La obra cuenta con su propia entrada en la célebre enciclopedia de memes Knowyourmeme, donde se analiza su uso en internet.
😱 - El Grito, de Edvard Munch
Las similitudes son más que evidentes: si se afirmara con la suficiente convicción, nadie negaría la inspiración de este emoji en El Grito. Y es que no sería la primera vez que la obra de Munch sirve de referencia. Sin ir más lejos, la célebre máscara de la película Scream también se inspira en esta obra.
El Grito es la búsqueda desesperada de plasmar la angustia que invadió al artista una tarde de 1891, mientras paseaba con sus amigos. Su obsesión le llevó a realizar cuatro versiones originales de la obra, además de otras tantas obras previas que perseguían transmitir este mismo sentimiento. La versión más famosa de El Grito es, tal vez, la que se encuentra en la Galería Nacional de Oslo y fue acabada en 1893, aunque la verdad es que todas son bastante similares.
Y ahora llega la parte en la que se rompen todos los esquemas: ¿sabías que el personaje de esta obra no está gritando? También existe una litografía de la obra, una técnica de impresión que usa como herramienta la piedra o una superficie metálica, y que va acompañada de una inscripción del propio artista en la que viene a decir: "Sentí un gran grito en toda la naturaleza". Y así es como se desvela una intención muy diferente: la figura no estaría gritando, sino tapándose los oídos. Sea como sea, El Grito es hoy parte fundamental de nuestra cultura popular, y hay quien lo considera un símbolo excelente para explicar los tiempos actuales, como explica este artículo en The Guardian.
👀👃👄 Sala Mae West, de Salvador Dalí
¿Eres de los que se construye sus propias caras con los emojis? ¡No has sido el primero! Ojos, nariz y labios son los elementos que Dalí empleó para su retrato tridimensional de la actriz Mae West. La idea surgió a mediados de los años 30, mientras Salvador Dalí trabajaba junto al artista y mecenas Edward James. Fue entonces cuando llevó a cabo su obra Retrato de Mae West que puede utilizarse como apartamento surrealista, pintada sobre una fotografía de la actriz en el periódico. Pero Dalí no iba a conformarse con una simple pintura, cuando podía convertir la sala en una realidad. Y lo hizo, con la colaboración del arquitecto Óscar Tusquets.
Aún hoy, la Sala Mae West es una de las más populares del Teatro Museo Salvador Dalí en Figueres. Además de apreciar el retrato a través de una ilusión óptica, los visitantes tienen la oportunidad de sentarse en los labios de la actriz. Unos labios que se han convertido en un icono del surrealismo pero que no dejan de ser incómodos hasta decir basta.