Pícnics, flores e incluso alergias: obras de arte que te harán sentir la primavera

Es posible sentir las emociones propias de la estación sin romper la cuarentena

Con sus cambios de temperatura, luz y color, la primavera provoca respuestas emocionales que no encontramos en otras épocas del año. Sin embargo, este año, debido a las medidas de confinamiento por el coronavirus, no podremos acercarnos a parques y jardines para vivir de primera mano todas las sensaciones que nos ofrece. Por eso, te proponemos una selección de obras de arte que te harán experimentar, sin moverte de casa, algunas emociones propias de la estación más alegre del año, la primavera, que empieza este 20 de marzo.

La estación de las flores

Uno de los rasgos característicos de la primavera son los cambios que provoca en la naturaleza. Es la época del sol, del buen tiempo y, sobre todo, de las flores. Aunque son muchas las que nacen en primavera, las del almendro ocupan un lugar especial. Por ser de las primeras en dejarse ver, antes incluso de la propia llegada de la primavera, las flores de almendro son el anuncio de las maravillas que vendrán después y que supondrán el punto y final del frío invierno. Van Gogh era muy consciente de su asociación con el renacer cuando, a principios del año 1890, se decidió a pintar su Almendro en flor, obra bastante alejada de las naturalezas muertas que acostumbraba a inmortalizar.

Almendro en flor (1890), de Van Gogh, en el Museo Van Gogh de Ámsterdam

Sus motivos tenía: estaba pletórico por el nacimiento de su sobrino Vincent y encontraba en el florecer del almendro la metáfora perfecta de un nuevo y mejorado comienzo. Visto así resulta triste pensar que Van Gogh fallecería ni tres meses después de acabar la obra, con la llegada del verano de ese mismo año.

A lo largo de la historia del arte, fueron muchos y variados los artistas que se decidieron a inmortalizar el florecer primaveral. Los impresionistas, como buenos amantes de la naturaleza y el aire libre, destacaron en este tipo de obras. Sin ir más lejos, Claude Monet fue testigo del paso de las estaciones en su jardín oriental de Giverny, del que nos dejó varias escenas primaverales.

Monet representó la primavera en Giverny en muchas ocasiones. Aquí, dos ejemplos. A la izquierda, una obra pintada en 1886 y actualmente en el Museo Kreeger en Washington. A la derecha, una obra sobre el mismo motivo pintada en 1899-1900

El arte contemporáneo no dejó atrás la representación de las flores, pero entre sus distintas corrientes y artistas hubo una que fue capaz de tratar este tema con insuperable maestría. La artista estadounidense Georgia O'Keeffe no se limitó a pintar flores, sino que las convirtió en auténticas protagonistas de sus obras. Además lo hizo con un estilo propio que fusionaba lo figurativo con lo abstracto. Su interés por las flores no venía del tema en sí, sino que lo que verdaderamente le atraía eran su forma y colores. Y, aunque ella llegó a negarlo, en muchos de sus lienzos históricamente se han querido ver alusiones eróticas.

'Jimson Weed/White Flower No. 1', de Georgia O’Keeffe. Edward C. Robison III © 2016 Georgia O'Keeffe Museum/DACS, Londres

Pero como con todo, la primavera también tiene una cara oculta. Y es que donde hay flores hay polen, y eso implica alergias. De un día para otro tu vida puede convertirse en un auténtico mar de estornudos, tal y como Andy Warhol se inmortalizó en 1978 en su fotografía tomada con una polaroid conocida como Andy sneezing.

Andy about to sneeze (1978). Polaroid SX-70.

La felicidad primaveral

La ciencia lo dice: el sol y el calor por lo general nos hacen más felices. Tener más horas de luz incita a salir y hacer actividades al aire libre. Un día soleado de primavera es un gran momento para hacer un pícnic, aunque la escena convencional poco tiene que ver con la representada por Manet en Desayuno en la hierba, una obra que por temática y ejecución se ganó un puesto estelar en el Salón de los rechazados de 1863, el salón contiguo al oficial que acogía las obras de los artistas que no superaban las expectativas de la Academia. La mezcla de distintos géneros artísticos y la representación de un desnudo femenino sin buscar amparo en la mitología convirtieron la escena en una obscenidad ante la mirada atónita de sus contemporáneos.

'Desayuno en la hierba' (1863), de Edouard Manet, en el Museo de Orsay de París

Pero la idea de pasar el día rodeados de naturaleza no atrae a todos. Para algunos la felicidad primaveral está mucho más cerca de la ciudad: solo necesitan catar el elixir más refrescante sentados en una terraza de algún bar, a ser posible rodeados de sus personas favoritas. Y es que, pensándolo bien, ¿quién no desearía estar en la piel de la protagonista de esta obra? En Plein Air, el pintor catalán Ramón Casas consigue con muy poco captar un ambiente real de lo que sería tomar un refresco en un oasis en pleno París (incluso respetando las actuales normas de distanciamiento social).

Plen Air (1890), de Ramón Casas, en el Museu Nacional d'Art de Catalunya en Barcelona

Que todas nuestras preocupaciones sean no pasarnos con el vino o la cerveza y acabar como los simpáticos personajes de Triunfo de Baco, obra de Velázquez que el pueblo madrileño bautizó con mucho tino como Los Borrachos. Esta pintura es la primera representación mitológica pintada por el sevillano y representa el momento en el que Baco regala a los humanos una sustancia con la que evadirse de los problemas y la vida cotidiana: el vino.

'El triunfo de Baco' (1628 -1629), de Velázquez, en el Museo del Prado de Madrid

¿Qué nos pasa en primavera?

"La primavera la sangre altera". Todos hemos pronunciado alguna vez estas palabras. Y es que la estación primaveral trae consigo mucho más que felicidad y ganas de pasar tiempo al aire libre, ya que supone un auténtico despertar en la mayor parte de los seres vivos. Algunos estudios demuestran que este dicho, sin ser literal, es totalmente cierto, dado que en primavera aumentan las hormonas relacionadas con el deseo sexual. Todo sea que una cabezada entre amigas no acabe como la escena homoerótica captada por Courbet en El sueño, en el que algunos historiadores siguen queriendo ver una tímida siesta en la que dos amigas han dejado la ropa atrás.

El sueño (1866), de Gustave Courbet, en el Museo de Bellas Artes de París

Artistas como Rodin fueron muy conscientes de la carga erótica de la primavera y escogieron los nombres de sus obras en consecuencia. Así, La eterna primavera fue concebida, igual que El Pensador, para formar parte del grupo escultórico de la Puerta del Infierno, aunque nunca llegó a integrarse en su conjunto, ya que el propio Rodin la consideró inadecuada por su temática. En realidad es una variante de El Beso, pero con una carga mucho más sensual: aquí tenemos claramente plasmados el deseo y la tensión sexual contenida entre un hombre y una mujer, que se fusionan en un beso que sirve de sinónimo para el nacimiento de la primavera.

Pierre-Auguste Cot, artista francés que seguía los pasos clasicistas de Bouguereau y Cabanel, hizo exactamente lo mismo en su obra La Primavera, aunque de una forma mucho más sutil... ¿Quién no querría volver a experimentar las sensaciones del primer amor? Puede que para muchos de nosotros ya nunca vuelva a ser el primero, pero, sea como sea, en primavera nos enamoramos más. Y mejor.

'Primavera' (1873), de Pierre-Auguste Cot, en el Museo Met de Nueva York