Benjamin Aidoo, el hombre feliz detrás del meme de los porteadores ghaneses

Pasamos una mañana con el jefe de los porteadores de ataúd cuyos vídeos se han hecho virales durante la pandemia

Dice Benjamin Aidoo que, ante todo, es un hombre feliz. “La persona más feliz del mundo”, repite. Un tipo común de 34 años. Un ghanés normal. Uno, como tantos, que tiene en el arroz su comida favorita y en el vino su bebida predilecta. Alguien a quien le gustan las películas de lucha americanas, esas que echan a menudo en diferentes cadenas de la televisión local. Un aficionado al fútbol, deporte muy popular en su país, que desata sus pasiones futbolísticas cuando juegan Messi y el Barcelona. Un hombre que, en definitiva, no se esperaba que un vídeo que grabó hace unos años con la BBC le convirtiera

ahora, en pleno auge de un virus desconocido, en una cara reconocida en todo el mundo.

“Sé que, cuando acabe la pandemia, me moveré por muchos países para mostrarle a la gente por qué hacemos esto en Ghana”, explica con sencillez. Se refiere a su oficio. Decir que Benjamin Aidoo es fundador y dueño de la funeraria Nana Otafrija quizás pueda sonar lejano. Afirmar, en cambio, que es el jefe y el líder del grupo de porteadores de ataúd que se ha colado en los móviles y demás dispositivos electrónicos de todo el mundo ya es otra cosa. Ese meme viral donde aparecen unos hombres africanos bailando con un féretro al hombro cuando está a punto de suceder una desgracia (alguien que se cae por un barranco, o pierde el equilibrio con su moto, o un largo etcétera) lo protagoniza él. “Sí… Puedo decir que soy la persona más popular de mi país. ¿Sabes? los ghaneses no saben lo que tienen hasta que viene alguien de fuera y lo valora. En Ghana somos así”.

Hoy, Benjamin Aidoo y su ejército de porteadores estrenan zapatos y la indumentaria que visten es colorida y peculiar. Desde las medias deportivas Nike rojas hasta los gorros, único elemento distintivo entre él y los demás (el suyo es rojo mientras que el de sus empleados, dorado), todo llama la atención. Han preparado una escena especial para una televisión local y han permitido que el periodista que escribe estas líneas pase la mañana con ellos. [Aquí puedes ver una fotogalería del momento]. Ghana no es ajena a la situación caótica que ha provocado la covid-19. Las fronteras del país llevan cerradas desde mediados de marzo y los entierros multitudinarios han estado prohibidos hasta hace un par de semanas. “Esto de los funerales es una lucha entre empresas. Hay muchas que se dedican a esto, gente que está compitiendo conmigo. Tenemos mucha cantidad, pero yo sé que lo mío es calidad”, afirma Benjamin sin disimular su orgullo. La locura de Ghana por el último adiós, en el que familias pueden gastarse los ahorros de toda una vida, hace que haya mucha demanda. A nadie se le escapa ya que hay correspondencia en la oferta.

La muestra que ha preparado Benjamin no dista mucho de lo que se puede ver en los vídeos virales. Él a la cabeza, bastón de mando en mano, marca los pasos de los bailes y los juegos con el pañuelo. Los demás, ataúd al hombro, le siguen obedientes. La coordinación de los movimientos denota ensayo previo y un mínimo de experiencia en el oficio. “La primera vez que me pasaron el vídeo estaba en mi cuarto, relajado, viendo la televisión. Mi representante me llamó y me dijo que se había vuelto viral”. Desde entonces, las entrevistas se han convertido en su pan de cada día. “¡No sé cuántas he concedido ya! ¡Incontables! Atiendo a los periodistas dos o tres veces al día, de lunes a viernes, aunque también algún fin de semana. Sobre todo vía Zoom o Instagram. Todo el mundo quiere hablar conmigo”.

Un negocio de casi dos décadas

Cuenta Benjamin Aidoo que empezó su negocio en 2003, cuando cursaba Ingeniería Física y necesitaba conseguir dinero para costear sus estudios y también para echar una mano en casa. El archiconocido porteador de ataúdes, de etnia Fanti (muy popular en el sur de Ghana) proviene de una familia de cinco hermanos que pasó la mayor parte de su infancia sin su padre. “Iba a muchos entierros y veía que la gente lloraba incontrolablemente, incluso hasta desmayarse. Yo opino justo lo contrario: deberíamos celebrar la muerte. Cuando vas al funeral de alguien es porque esa persona ha tenido un impacto en ti. ¿Por qué ponerse triste por eso? Por eso introduje estos bailes y canciones. Ahora, el 90% de los ghaneses aman lo que estoy haciendo y eso es algo que yo aprecio”, dice.

Desde entonces, Nana Otrafija ha dado empleo a unas 100 personas (no a todas a la vez, sino que los porteadores han cambiado de un año a otro, o incluso de un mes a otro). Y ahora, con sus bailes en el escaparate internacional, con una gira prevista por diferentes países de Sudamérica y Europa, Benjamin piensa en fórmulas para mejorar su funeraria y para potenciarla. Explica que es justo lo contrario de lo que suelen hacer sus paisanos, pero que supone también la única fórmula del éxito. “Los ghaneses solo piensan en dinero, no en hacer que sus negocios prosperen. No hay una idea de invertir, de mejorar… Yo soy al revés; todo lo que gano lo destino a comprar cosas nuevas, como por ejemplo los zapatos que estrenamos hoy”.

No resulta extraño, por tanto, que tenga bien planteada su estrategia de marketing en el presente (ha abierto cuentas en diferentes redes sociales e incluso un canal de YouTube donde da buena cuenta de sus bailes con distintos clientes) y un sendero muy marcado para el futuro. Otros lo llamarían plan de negocios. Él solamente va a intentar cumplir un sueño. Uno, dice, muy grande. “Quiero abrir una academia de porteadores dedicada a gente desempleada y con pocos recursos. Quiero enseñar este oficio y todo lo relacionado con los servicios funerarios. Quiero aceptar también a gente que no haya tenido oportunidad de tener una buena educación. Y quiero trabajar codo con codo con personas de otros países, enseñarles de qué va todo esto”. Lo cierto es que la situación socioeconómica de Ghana necesita que fructifiquen sueños como los de Benjamin; el 27% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, el 7% lo hace en la pobreza extrema y el 28% es analfabeta.

Ayudar durante la pandemia

Cuando Aidoo responde a cómo está contribuyendo la viralización de su oficio a aliviar una pandemia tan letal, recurre a algún ejemplo práctico y a algún otro no tan obvio. “Una psicóloga en India me ha entrevistado y me ha dicho que le estaba ayudando mucho. Ella usa mis vídeos para mostrar a la gente que hay que seguir adelante”, explica primero. Y después prosigue: “Además, creo que estoy favoreciendo también a que las personas se queden en casa y sigan las recomendaciones sanitarias. Los que no respetan las reglas saben que estamos aquí para bailar con ellos”, dice. Y se ríe.

Tampoco parece darle mucha importancia a que haya gente haciendo dinero con su imagen. Compañías fabricando camisetas, empresas diseñando videojuegos… “No me estoy llevando un beneficio económico por eso, pero me están promocionando fuera. Mis seguidores crecen a diario y eso es algo bueno”, dice. Celebra, además, que un negocio en España ya se ha puesto en contacto con él para que promocione su producto, acuerdo que hará efectivo cuando la pandemia esté algo más controlada (ha dejado por el momento más de 15.000 casos positivos y alrededor de 100 muertos en Ghana) y el presidente abra las fronteras. Y también admite haber contactado con Tony Igy, autor de Astronomia, el pegadizo tema de música electrónica que acompaña el meme, para continuar con la colaboración en el futuro.

“Benjamin Aidoo es sólo una persona normal que siempre está contenta y que ama mucho. No me pongo triste, no me acuerdo de la última vez que estuve triste. Yo quiero que la gente esté feliz, hacer que las personas se rían. Ese soy yo”, prosigue. Después se cambia de traje para una nueva sesión de fotos y comenta que a algunos de los familiares de los vídeos originales no le ha sentado demasiado bien la viralización de las imágenes. Y, por último, se despide con una amplia sonrisa que no ha abandonado en toda la entrevista. Benjamin Aidoo, un hombre famoso… y feliz.

Fotogalería | Una mañana con Benjamin Aidoo y su grupo de porteadores de ataúdes ghaneses

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