Palabras para entender por qué perdemos la de intervocálica como en 'Corazón partío'

Es un fenómeno que se da principalmente en los participios que acaban en –ado o –ido, como cantao, bebío y dormío

Alejandro Sanz se preguntaba en su canción de 1997: “¿Quién me va a curar el corazón partío?”; el cantante mostraba el clásico desamor de las baladas y una palabra, partido, a la que también se le había partido su esquema habitual de escritura al desaparecer la de de su sílaba final y hacerla rimar con otra del mismo estilo, herío.

Lo que Alejandro Sanz cantaba es lo mismo que llevan siglos haciendo los hispanohablantes: perder la de entre vocales. ¿Por qué a los hablantes de español nos ha dado por partirle el corazón a la de y echarla de nuestras palabras? Lo contamos en 10 palabras que empiezan

por esa letra:

1. Datos. Empezamos por explicar de qué estamos hablando. La pérdida de la dse da entre vocales (la llamamos por ello de intervocálica), un contexto muy común de pérdida es el de los participios, o sea, los derivados verbales que acaban en –ado o –ido (cantao, bebío, dormío). No obstante, también se puede perder en palabras que no sean participios, como por ejemplo sustantivos (madera, maera) o verbos conjugados (quedan, quean)...

2. Desprestigio (y prestigio). Este rasgo no ha sido desprestigiado y los hablantes no se reprimen demasiado en su uso. Formas como llegao, escuchao o prestao se oyen en cualquier conversación espontánea y, lo que es más interesante, también en discursos solemnes, en producciones audiovisuales o en declaraciones de políticos e intelectuales a los medios. No quedan lejos los años 80 en que el presidente Felipe González, sevillano, avisaba en el parlamento sobre sus decisiones respecto al estao, lo aprobao y los diputaos. Esa pronunciación suscitó críticas ocasionales, pero hoy ya se ha naturalizado.

3. Dominios geográficos. Este fenómeno no se reparte por igual entre los hispanohablantes: en España, los estudios muestran una mayor caída de la de en el sur peninsular y en algunas zonas de Asturias, País Vasco o Cantabria; en cambio, son más conservadoras las zonas en contacto con el catalán y el gallego. El fenómeno se ha expandido desde el sur al norte de la península y el suroeste español es la zona de más intensa pérdida de la d.

4. Debilidad. En general, la de da mucho juego en la historia del español porque es un sonido muy débil. La de que está entre vocales cayó, en primer lugar, en el paso del latín al castellano (el latín cadere ha dado lugar a caer en español), luego, en un proceso con muchísimas consecuencias, se perdió la de en los verbos asociados a las personas vosotros o vos (llegades, llegáis o llegás. Cantábades, cantabais). La pérdida de la de de los participios se da al menos desde el siglo XVI, pero...

5. Duración. Pese a la antigüedad del fenómeno de la caída, no ha habido un desenlace rápido de este cambio en los sonidos ni se espera que esto ocurra a medio plazo. Hay cambios que son fulminantes y generales en la historia del español, pero justamente la de de los participios lleva oscilando entre perderse o conservarse varios siglos.

6. Desigualdad. Una de las razones que explican que el proceso no sea general y que esté en oscilación desde hace siglos es que los hablantes mandan a paseo a la de según el tipo de palabra que se topen: hay una desigualdad en el tratamiento de la d. Las terminaciones en –ado parecen ser las que más favorecen la pérdida, pero, en cambio, las terminaciones en –ada, –ido o –udo resisten más con de y solo presentan abundantes casos de pérdida en Andalucía (peoná, perdío, pelúo).

Además, ni siquiera cuando la palabra acaba en –ado hay caída constante: la desaparición se da más si la de forma parte de un sufijo, o sea, se da más en llegao que en soldao.

7. Derivaciones. Consecuencia de la pérdida de la de es que dos vocales se ponen en contacto (llegao) y puede cerrarse la última de ellas para crear un diptongo (llegáu) o pueden unirse dos vocales iguales, como pasa en to desde todo y na desde nada. La deriva contraria es la ultracorrección de creer que todas las terminaciones en –ao proceden de un –ado perdido, lo que da lugar a los famosos y risibles casos de Bilbado y bacalado.

8. Dialectos. Los dialectos americanos del español muestran una sensibilidad distinta ante esta pérdida. Aunque este fenómeno sea muy frecuente en España, hay países americanos donde se pronuncia con bastante regularidad la de entre vocales (México, Argentina, Uruguay), pero en otros, como el español caribeño o el de la costa de Ecuador, la pérdida es más común. Recordemos la escena de Toy Story 3 en la que Buzz Lightyear se desconfigura y cambia su lengua. En la versión original, cambia de inglés a español; en la versión que se difundió en España, pasaba de español a español con acento andaluz, pero en los doblajes de español latino emitidos en Hispanomérica, el robot cambiaba su acento y comenzaba a hablar en español de España. Decía, remedando cómo suena el español de España al oído mexicano cosas como “me he despertao en un planeta extraño”, “estoy rodeao”, “me he estrellao” o “se ha borrao mi memoria”. La caída de la de es menos intensa y también está peor vista en el español americano.

9. Diferencias. Aunque la pérdida de la de afecta sobre todo a las posiciones intervocálicas, en general la de es un sonido débil, que se pierde también en otras partes de la palabra, como al principio (d-esperezarse) o al final (Madrí).

10. Desde luego, estamos ante uno de esos cambios en la pronunciación que nos ayudan a separar zonas internas dentro del español, en este caso, sur frente a norte. La lengua escrita no lo refleja salvo que deliberadamente se quiera plasmar el lenguaje coloquial, como si, para terminar este artículo, dijéramos que esperamos que te hayas enterao de to.

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