Un grupo de personas forman un círculo en una playa. En el medio, un hombre y una mujer intercambian rimas a ritmo de jota aragonesa. “Si te estás quedando tuerto por qué tantas pretensiones, si en la bragueta no tienes más que un pajarito muerto”, canta ella mientras el público jalea su improvisación. “Este pajarito canta cuando le dicen piropos, pero estando tú delante, se acuesta y no se levanta”, le contesta él en su turno. Esta escena fue tuiteada por el usuario @Gonzaliusgm el pasado fin de semana, quien, sorprendido por la capacidad de improvisación de sus protagonistas, lo comparó con las famosas batallas de gallos de rap. En unos días, el tuit ha alcanzado los 58.000 Me gusta y más de 19.000 retuits.
Este vídeo no es nuevo, se publicó por primera vez en 2018. Ya entonces llegó a ojos de Carmelo Artiaga, presidente de la Academia de las Artes del Folclore y la Jota de Aragón, quien defiende que es una “jota de picadillo” de Aragón. Algunos usuarios de Twitter creían que se trataba de un “trovo”, un cante popular y similar que se da en el sureste de España. "Esa playa es Salou (Tarragona), la playa a la que vamos los aragoneses, no hay duda", cuenta Artiaga a Verne en conversación telefónica.
Como explica Artiaga, las jotas de picadillo son un tipo de jotas improvisadas, y su origen es tan antiguo como la propia jota aragonesa, que se remonta hasta antes del siglo XVIII. Ya entonces este género musical (que se canta, se toca y se baila) se transmitía de forma oral. “A partir del siglo XIX comienza el esplendor de la jota aragonesa”, añade el presidente de la academia. Esta institución –compuesta por 140 académicos– se creó en 2018 para fomentar el desarrollo, la innovación y el perfeccionamiento del folclore y de la jota de Aragón, entre otros fines.
“Las jotas de picadillo se popularizaron en las noches de ronda” –relata Artiaga– en las que los jóvenes aragoneses salían a cortejar a mujeres, cantando a su puerta o bajo el balcón”. A veces los pretendientes se enfrentaban entre ellos y se dirigían estas improvisadas letras. “De ahí el nombre de picadillo, por los piques que se generaban”, aclara Artiaga y añade que las jotas de picadillo pueden versar sobre cualquier tema.
Las jotas de picadillo se cantan en cualquier contexto lúdico (reuniones familiares o de amigos, fiestas municipales…), y se ciñen a los diferentes estilos de la jota: rondaderas, zaragozanas, utebos, femateras… Pero, a diferencia de lo que ocurre en las batallas de gallos de rap, con las que guarda cierta similitud, nunca hay un vencedor, al menos declarado. Como explica Artiaga, “lo que importa es pasarlo bien”. Tampoco hay especialistas en jotas de picadillo, “cualquier cantador de jota sería capaz de hacerlo perfectamente”.
Según el presidente de la institución aragonesa, el cancionero de jotas aragonesas clásico data de hace 200 años. “Pero las nuevas generaciones van creando nuevas canciones”, dice, y pone de ejemplo al usuario de Facebook Roberto Cirian Castán, un “cantador” que escribe canciones de jota a petición de otros usuarios y las canta.
La jota aragonesa quiere ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
Si bien es cierto que la jota se extiende por todo el territorio español (existe la jota catalana, castellana, manchega, leonesa, extremeña…) y por el extranjero (en Filipinas, por ejemplo, también se da un tipo de jota transmitida por los religiosos españoles en la época colonial), la jota aragonesa puede que sea la más conocida de todas. Un símbolo patrimonial para Aragón que sigue gozando de “buena salud”. “La jota aragonesa está más viva que nunca”, dice Artiaga.
Según datos de la Academia de las Artes del Folclore y la Jota de Aragón facilitados a Verne, 80.000 personas en el mundo lo practican o están ligados a este folclore en la actualidad; anualmente se celebran 4.000 actuaciones y dos millones de personas disfrutan de ellas. “Las escuelas de jota aragonesas están llenas y no solo en nuestra comunidad autónoma, sino en las asociaciones y centros culturales de Aragón distribuidos por más de un centenar de países”, añade Artiaga.
Los aragoneses también pueden presumir de tener el certamen musical más antiguo del mundo. El Certamen Oficial de Jota Aragonesa lleva celebrándose en Zaragoza durante 133 años, con solo tres interrupciones a lo largo de su historia, como cuenta Artiaga: “en 1918, por la epidemia de gripe española; en 1938, por la Guerra Civil; y en 2020, por pandemia de Covid-19”.
Por su relevancia como expresión cultural, popular, artística y musical, Aragón desea que esta manifestación folclórica sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO, como se hizo con otros géneros musicales españoles como el flamenco en 2010. Ya en 2013, el gobierno de Aragón lo declaró Bien de Interés Cultural Inmaterial, el primer paso para emprender el proceso de reconocimiento y salvaguarda del patrimonio inmaterial de la UNESCO que lleva realizándose desde 2003.
Otro de los cometidos de la academia que preside Artiaga es hacer de puente con la administración pública para que respalden esta candidatura, como consiguieron en febrero de 2019 con la Comisión de Cultura del gobierno de España. “Pero es una carrera de fondo y no sabemos cuántos años nos va a llevar conseguirlo”, concluye Artiaga.