En todas las lenguas existen malas palabras. No porque sean malas en sí mismas, sino por el contexto en el que se usan. Groserías, insultos, improperios o palabrotas (con un aumentativo para reforzar la fuerza de la expresión). “Con las palabrotas podemos cortar, calmar, deleitar, asustar, insultar y seducir. Son el tabú más popular y seductor que tenemos”, dice el actor Nicolas Cage al iniciar La historia de las palabrotas, una serie que Netflix ha estrenado en enero y que busca desentrañar la historia de los insultos más usados en idioma inglés.
Aunque se trata de una serie enfocada en los
Detrás de cada grosería hay siempre grandes historias. Como hemos contado en Verne, en el caso de la lengua española tenemos ejemplos célebres como verga, pendejo o mamar. Después del mandarín y el español, el inglés es la tercera lengua más hablada en el mundo con 480 millones de personas que la utilizan como idioma natal. Sin embargo, los medios de comunicación y en particular las películas (en 2011, el español fue utilizado en 242 producciones cinematográficas en contraste a las 1.286 que se produjeron en inglés), hacen que los insultos en inglés nos sean muy, pero muy familiares.
“De todas las malas palabras en inglés, ninguna es tan maleable como fuck. Es capaz de expresar toda la gama de expresiones humanas”, dice Cage en La historia de las palabrotas. Y aunque existen ciertas coincidencias entre las groserías que usamos en español y en inglés, hay ciertas particularidades, como por ejemplo, las palabras dick y verga. “En su connotación social, la que usamos en español tiene diversos significados, y puede servir para expresar sorpresa, protesta, disgusto o rechazo”, indica Bautista.
Otras palabras son casi opuestas, por ejemplo las palabras bitch y perra. La primera es una ofensa muy censurada en los medios de comunicación estadounidenses, mientras que la segunda se puede escuchar incluso en la telenovela estelar de los canales mexicanos. “Las groserías tienen una función fisiológica, emocional, social e incluso cultural, y son efectivas porque son lo único que se puede equiparar a nuestras reacciones más básicas y pasionales”, comenta Bautista.
En ambas lenguas, los improperios, además de tener una intención de su hablante, dependen de su contexto. “Por ejemplo, una vez un conocido venezolano le dijo a una muchacha ‘si me das la cola yo te invito un palo’. Por supuesto, ella lo agarró a cachetadas…”, recuerda Bautista. “Hasta que él se explicó: en su país ‘dar la cola’ significa ‘dar un aventón’ y ‘un palo’ significa ‘un trago’”, relata.
La historia de las palabrotas es un acercamiento lingüístico y cultural con el mundo anglosajón a través de seis populares groserías: fuck (joder o carajo), shit (mierda), bitch (perra), dick (verga), pussy (coño) y damn (maldición).
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