Hoy quiero confesar que estoy preocupada: ¿Entrará Isabel Pantoja en la cárcel o no entrará? El caudal de informaciones contradictorias vertidas por la prensa del corazón ha llegado hasta tal punto que pareciera que ambos sucesos estuvieran ocurriendo al mismo tiempo, en una especie de Pantoja de Schrödinger, ese experimento donde cualquier certeza parece imposible hasta el último momento.
De momento, la tonadillera ha pedido en la Audiencia de Málaga la suspensión de la pena de dos años de prisión por blanqueo. Lo hace argumentando que ha pagado 100.000 euros de la multa de más de 1.147.148 euros. Y aprovecha el escrito para solicitar que le den más tiempo para juntar todos esos euros restantes.
Si entrara en la cárcel, mi corazoncito de puntual pagadora de IVA e IRPF tendería un poco más a lo orgánico y un poco menos a lo mineral. Pero por otro lado, si finalmente la cantante se viera fuera de la escena pública durante una temporada, a la tristeza de sus fans habría que sumarle la de los que, dejando a un lado cualquier aspecto serio del asunto, echaríamos de menos sus perlas trianeras. La última de nuestras grandes folclóricas se vería incapaz de generar esos momentazos que ella y las de su especie en extinción han aportado a la cultura pop de nuestro país.
Creo que no hay nada más gracioso que una buena frase sacada de contexto, y la razón de que las divas de la canción española nos hayan brindado tantas se debe a que viven en uno completamente distinto. A partir de su extravagante comportamiento puede deducirse que su concepto de realidad no concuerda con el nuestro y esa dicotomía que pone tantas trabas a otros, cuando no los conduce directamente al internamiento, en ellas se celebra y se fomenta.
El suyo es un delirio aceptado socialmente. Con un pie en la realidad y otro en un mundo que parece compuesto por una imagen distorsionada de ellas mismas y el lirismo exagerado de sus propias canciones, las grandes artistas de género que ha dado este país son lo más parecido a personajes de ficción viviendo entre personas de carne y hueso. Hagamos un repaso de algunos de sus mejores intervenciones públicas y el análisis que merecen:
- “Dientes, dientes, eso es lo que les jode”
Me gustaría tener la fuerza de voluntad suficiente para ver esta escena y no escribir automáticamente que “de aquellos polvos vinieron estos lodos”. No la tengo. Dicho esto, hay que apuntar que se trata de una de las intervenciones públicas más famosas de la Pantoja, pero no solo por lo que dijo sino por cómo lo hizo. Tal vez porque a cualquier ser humano castellanoparlante le hubiera resultado más natural murmurar “Sonríe, sonríe, eso es lo que les jode”. Sin embargo, con esta metonimia violenta, evocativa y casi lorquiana, este kenning arrebatado y furioso, la Pantoja se nos antojó capaz de comunicarse así en su día a día, sustituyendo estructuras gramaticales complejas por simples y poderosos sustantivos.
- "¿Pero qué pasa? ¿Pero qué invento es esto?"
La difunta Sarítisima, diva donde las hubiera, tiene en su haber grandes declaraciones como para un recopilatorio propio, pero quizá la que más ha calado en el lenguaje popular es esta, con la que hizo frente a las serias acusaciones de boda recibidas por los periodistas a la puerta de un juzgado. Si la situación ya era disparatada de por sí, la respuesta de la actriz fue legendaria. Con el tono que le imprimió a su “¿Pero qué pasa?” y el doble alargamiento de su vocal preferida, sintetizó en solo tres palabras su actitud ante el mundo. Si la siguiente pregunta hubiera sido “¿Pero qué invención es esa?” –porque seguramente es eso lo que trataba de decir– tal vez la frase no habría merecido la menor atención, pero con un ligero trastrocamiento aquí y allá, Sara cinceló sus palabras en la memoria de este país. Ni siquiera puede decirse que sea un error al uso o un vulgarismo; lo que las divas folclóricas hacen con el castellano es verdadero twerking verbal.
- "¡¡Sois destructores!!"
[Minuto 1,59] Estamos ante una escena clásica del mundo del corazón: personajes famosos se disponen a tomar un tren y antes de poder hacerlo se ven acosados por los paparazzi. La situación se tensa, se intercambian insultos e incluso se produce un forcejeo del tipo “dame esa cámara”. Un momento algo incómodo pero que en ningún caso parece ir a desembocar en derramamiento de sangre. Sin embargo, Rocío Jurado se planta y pregunta “¿Qué pasa, que queréis matarnos?”. A su alrededor se hace el silencio. Genuino desconcierto por hipérbole inesperada. La cantante continua “¿Nos queréis matar ya directamente?”. Se produce un nuevo forcejeo y después de que Ortega Cano suelte un “No grabes más que te parto los ojos”, que tampoco carece de interés lingüístico, Rocío Jurado realiza una salida triunfal apuntando con el dedo y gritando “¡Sois destructores!”. Desde luego la estación no era su lugar favorito, como en otra ocasión confirmaría con su famoso “No vengo más nunca al AVE”.
- "Estoy cansada, cansada de la familia Rivera"
Porque no se trata siempre de lo que se dice sino del tono que se usa para hacerlo, veamos esta intervención de Isabel Pantoja, en una llamada en directo al programa Bravo por la tarde de Canal Sur. En ella se aprecia claramente esa dicotomía de la que hablábamos antes. A un lado del teléfono: la realidad. Al otro: Isabel Pantoja.
- "Me deséais todos"
A Rocío Jurado se hace referencia a menudo como “la más grande”, sobre todo a raíz de que ella misma se autodenominara así en el título de uno sus últimos discos. Si tenemos en cuenta este hecho, esta escena donde se canta cumpleaños feliz a sí misma con total naturalidad no debería extrañarnos. El punto culminante –de la canción y del delirio– es el aquel en el que yo normalmente hago playback porque no tengo claro cuál debe ser la letra: ¿”Te deseamos todos” o “te deseamos, Fulano”? Para Rocío no hay duda: “Me deséais todos” y punto.
- "El pendiente, Íñigo, no lo quiero perder"
Hay pocas intervenciones públicas de Lola Flores que no merezcan estar en esta lista. Desde aquel “Si me queréis, irsen” que pronunció en la boda de su hija a aquella que todo el mundo trajo a colación cuando se comenzó a hablar del crowdfunding en España. Sin embargo, este momento durante una gala en Televisión Española es menos conocido y tal y como llegó hasta mí, creo que debe ser ser disfrutado por todos. En medio de una actuación en directo, Lola pierde un pendiente “en oro” y deja de cantar para buscarlo por el escenario. También pide al público que si lo encuentran se lo devuelvan porque “su trabajito le ha costao”. Toda diva sabe que el espectáculo debe continuar, siempre y cuando todas sus joyas se encuentren a salvo.
- "Tú eres una piedra dura de Chipiona que no se puede aguantar"
Si una folclórica sola es capaz de hacer temblar los cimientos de la realidad, la combinación de varias puede crear un auténtico vórtice de enajenación. Este vídeo es el mejor ejemplo de cómo la admiración mutua que se profesaban daba lugar a bucles de piropos descabellados. El el minuto 1:00 [la frase sobre la piedra a partir del 1,30] una Rocío Jurado, gimoteante, casi en trance y falta de oxígeno le dedica a Lola Flores la siguiente frase: “Te quiero, Lola, toda mi vida, te voy a querer y en la eternidad voy a sentir cómo todos los dioses me están jaleando para quererte más, porque tú eres la más diosa de todas”. La conversación va en crecendo, hasta que Lola Flores, en lo que quizá en Chiquitistaní es un bellísimo halago, le dice a Rocío “Tú eres una piedra dura de Chipiona que no se puede aguantar”. La cosa no queda ahí y animo al lector a que vea el vídeo entero porque ni el mejor sketch de Martes y 13 podría añadir más genialidad a la escena que interpretan estas dos figuras de la canción española. Como termina Rocío antes de marcharse: “¡No digo más ná!”