Taylor Swift retiró todas sus canciones de Spotify este lunes. De momento, no ha explicado por qué, pero sí que había dicho en alguna ocasión que la música no debería ser gratis.
Spotify ha reaccionado con un gesto romántico digno de una versión internetera de Love Actually. Pero en lugar de carteles, ha utilizado dos playlists para pedirle a la cantante que vuelva. Si leemos los títulos de las canciones de la primera se forma la frase: “Ey, Taylor, queríamos reproducir tus increíbles canciones de amor y no están aquí ahora”.
No es nada nuevo: por un lado, Spotify confirma que sus playlists están reemplazando la tradición de las cintas de cassettes variadas, muchas de ellas con dedicatoria incluida. Por otro, recupera la práctica de enviar mensajes más o menos ocultos. Recordemos a José María Díaz, quien creó una playlist de Spotify para redactar su currículum, o este poema de amor que Benjamin Oläh Lindholm le envió a su novia.
Estos mensajes siguen la tradición de los acrósticos, que usan palabras enteras, sino las letras iniciales (o medias, o finales), como en el caso del famoso prólogo de La Celestina. Las primeras letras de cada verso forman la frase: “El bachiller Fernando de Royas acabó la comedia de Calisto y Melibea y fue nacido en la puebla de Montalván”.
Otros ejemplos históricos: en catalán es conocido el Sonet set vegades acrostich del Rector de Vallfogona (1528-1623), que contiene el nombre Teresa 17 veces. Vladimir Nabokov oculta un mensaje de ultratumba en el último párrafo de su relato The Vane Sisters. Y Lewis Carroll revela el verdadero nombre de Alicia en un poema del último capítulo de A través del espejo.
Los acrósticos también sirven para, simplemente, hacer el trol en internet de forma algo más sofisticada de lo habitual. Tal y como hizo 4chan cuando convirtió al fundador del foro, Moot, en la persona más influyente del año en una encuesta de Time, y además aprovechó las iniciales de los siguientes 20 puestos para escribir la frase: “Marblecake, also the game”. Marblecake es una de las salas del foro y una práctica sexual que aquí no explicaremos porque para eso está Google.
También los ha habido más discretos, como en el caso de esta lápida encargada a medias por la mujer y la amante del fallecido. Suena a leyenda urbana, pero está corroborada por Snopes, una página dedicada a desmentir (o a confirmar) este tipo de historias.
En su época de gobernador de California, Arnold Schwarzenegger acostumbraba a usar acrósticos en leyes y vetos. El segundo párrafo de uno de estos vetos contenía uno que revelaba “una vulgaridad común de cuatro letras” seguida por el pronombre “you”. Aquí apostamos por el mismo mensaje de la lápida.
Cuando la prensa le preguntó al respecto, Aaron McLear, portavoz de Schwarzenegger, contestó: “Cielos. Qué coincidencia. Imagino que cuando haces tantos vetos, algo así tiene que acabar ocurriendo”.
De todas formas, la posible obra maestra del género es la que hizo James May en 1980, que utilizó las grandes iniciales rojas del anuario de la revista Autocar para quejarse de que le hubiera tocado encargarse de este suplemento, un trabajo que al parecer no consideraba gratificante: "So you think it's really good, yeah? You should try making the bloody thing up; it's a real pain in the arse". (Así que piensas que está muy bien, ¿eh? Deberías a probar a montar la maldita cosa, es una verdadera tocadura de narices). Sí, he suavizado la traducción. Y sí, le despidieron.
Esta práctica se ha puesto de moda en Spotify, hasta el punto de que en verano nació la aplicación Acrostify, que permite crear listas de canciones cuya primera inicial forma la frase que queramos.
Por ejemplo, yo he probado con: “Los mejores contenidos de internet están en Verne”. Y como género, he seleccionado el rock. La lista no está nada mal, si tenemos en cuenta que incluye temazos como Don't Stop Me Now, de Queen, y Thunderstruck, de AC/DC.
Por último, este artículo oculta un acróstico. Si coges la primera letra de cada párrafo, podrás leer… Nah, es broma, no hay ningún acróstico.