A la fotógrafa JeongMee Yong le sorprendió que su hija de 5 años sólo quisiera ropa y juguetes de color rosa, y se comenzó a interesar por cómo fabricantes y publicistas segmentan su oferta por género. Esto le llevó a crear The Pink & Blue Project, una serie de fotografías de niños y niñas mostrando sus posesiones rosas y azules que se hace viral en internet de forma recurrente cada cierto tiempo.
No es un patrón exclusivo de la infancia: una visita a un centro comercial puede confirmar que muchas empresas creen que vender productos a mujeres consiste en pintar de rosa el embalaje.
Pero lo cierto es que este color no está asociado biológicamente al sexo femenino, ni mucho menos. Es una convención arbitraria que ni siquiera tiene una historia tan larga como podría parecernos. En Pink and Blue: Telling the Girls From the Boys in America, la historiadora Jo B. Paoletti explica que en Estados Unidos no se usaron los tonos pastel para los bebés hasta la Primera Guerra Mundial: antes se optaba simplemente por el blanco.
Además, por aquel entonces el rosa era el color de los niños, al ser "más decidido y fuerte", mientras que las niñas debían vestir el azul, “más delicado y amable”. Hay que tener en cuenta que el rosa se asociaba al rojo, el color de la sangre y del vigor.
Las comillas son de un artículo de la revista profesional para minoristas Earnshaw’s, citado por Paoletti, pero también publicado en el Ladies’ Home Journal, según recoge The Guardian. Este diario añade además un fragmento de un texto de The Sunday Sentinel(1914), que aconseja “el rosa para el niño y el azul para la niña, si se siguen las convenciones”.
Los tonos pastel (tanto azul como rosa) también eran los habituales para los bebés europeos. Y cuando se diferenciaba, no siempre se seguía el critero actual. Los orfelinatos franceses utilizaban el azul para los niños y el rosa para las niñas, pero en Bélgica, Suiza y parte de Alemania era al revés. De hecho, Eva Heller explica en su libro Psicología del color que en Alemania esta distinción no nace hasta los años 20 y no se generaliza hasta los 70.
En Estados Unidos empieza a asentarse esta diferencia después de la Segunda Guerra Mundial. En 1927 Time publicaba un cuadro que detallaba cuál era la oferta preferente de colores en grandes almacenes estadounidenses, que también recoge Paoletti. Esta tabla refleja que el criterio todavía no estaba claro (aunque se estaba buscando uno). Eso sí, el 60% de los grandes almacenes prefería el rosa para los niños.
A partir de los años 80, el rosa se impuso definitivamente en la paleta de colores en miles de productos para niñas, desplazando a otras alternativas. Hasta el punto de que según Paoletti, en lo que se refiere a este tema hay mucha más diferenciación por sexos ahora que hace décadas.
Es decir, no hay raíces ancestrales que justifiquen estas preferencias. Y tampoco hay razones genéticas. Los niños de menos de dos años prefieren los colores intensos como el rojo y el azul, según Anne Fausto-Sterling, y no los colores suaves y pastel.
Hay un estudio (uno) que sugiere que las mujeres prefieren los tonos rojos, liláceos y rosados, al ser ellas las encargadas de recolectar fruta hace miles de años. Además, también sería útil para observar cambios de tono en la piel de sus hijos y detectar una posible fiebre.
Pero estas explicaciones son meramente especulativas: el estudio identifica preferencias y no habilidades perceptivas, y también recuerda que el color favorito de la mayoría de personas (hombres y mujeres) es el azul, lo que estaría relacionado, al parecer, con la importancia que tuvieron para nosotros el cielo claro y las aguas azules y limpias.
De hecho, las preferencias de colores entre hombres y mujeres son similares: en general y según una encuesta de Eva Heller, también publicada en Psicología del color, nos gustan el azul, el verde y el rojo, y nos desagradan el marrón, el rosa y el gris. El rosa sólo es el color favorito de menos del 5% de las mujeres. Aunque hay que considerar una posible reacción en contra a la hora de contestar a esta encuesta, ya que el rosa se asociaría a los estereotipos existentes al respecto.
No hay que olvidar que las convenciones sobre los significados de cada color son arbitrarias, además de cambiar con el tiempo. Así, el rojo se suele identificar con la vida, la salud, el vigor, al ser el color de la sangre. Parece casi lógico, pero se trata de un sesgo: asociamos las características de cosas diferentes simplemente porque se parecen.
A veces la connotación del color ni siquiera tiene que ver con alguna semejanza física: el púrpura se asocia a la nobleza y a los reyes simplemente por lo caro que resultaba conseguir este tinte.
Por supuesto, estos significados dependen en muchos casos de la cultura en la que estemos. Yellow en inglés también significa cobarde, (a Judas se le vestía en muchos cuadros con este color), pero también se asocia al sol y por tanto a la felicidad y a la nobleza (como en Egipto y China).
Es cierto que la sensibilidad al respecto está cambiando. Poco a poco. Un ejemplo famoso: esta niña que en las Navidades de 2011 manifestaba su disconformidad con las opciones de colores en la juguetería.
"The companies making this try to trick the girls into buying pink stuff instead of stuff that boys want" ("La empresa que fabrica esto quiere engañar a las chicas para que compren cosas rosas en lugar de cosas que los niños quieren").
Por no hablar de las críticas que recibió LEGO cuando lanzó su línea Friends, orientada a niñas y con tonos rosa en las cajas.
Pero lo cierto es que el éxito de ventas de esta línea de juguetes fue rotundo. Y también sigue siendo fácil saber qué paquetes son para niños y cuáles son para niñas en esta foto del almacén de Amazon en Madrid.