Desde antes del amanecer de ayer viernes, el fotógrafo Andrés Kudacki velaba junto a algún familiar y unos pocos activistas el sueño de Carmen Martínez Ayuso, la mujer de 85 años que dormía en su piso de Vallecas sin saber que antes de acabar esa mañana iba a ser desahuciada del hogar en el que había vivido durante los últimos 50 años.
Cuando Carmen despertó se encontró con que esta vez sí, debía irse de casa. En la calle cortada, voluntarios; en la puerta, antidisturbios. “Estaba súper angustiada y conmocionada por el operativo policial, allí vieron que estaba difícil quedarse en la casa. No tenían nada recogido, empezaron a coger alguna cosa, algo de comida, de ropa, cosas fundamentales como mantas y sábanas. Ella pedía tiempo, que se suspendiera o que le dieran un alquiler social o un usufructo, pero el prestamista no había accedido”, explica a Verne Kudacki.
Mientras lloraba y recogía sus cosas “se acordaba de su vida, de lo que había pasado con su marido, de lo que habían trabajado. Decía ‘le he dicho a mis amigas que iba a quedarme, que las iba a ver mañana en misa’, ‘a los que roban como los banqueros los rescatan y nosotros que somos humildes no nos ayuda nadie’”, relata el fotógrafo un día después de lo sucedido. “Tenía esa doble reacción que a veces tienen las personas muy mayores, que por un lado no se enteran de las cosas pero que por el otro el sufren mucho”.
En ese instante, el fotoperiodista hace su trabajo para la agencia AP: una serie de fotos que retratan, además de un desahucio “tenso” por el enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los activistas, el sobrecogedor dolor de Carmen. Las imágenes llegan a las redacciones digitales y de ahí, a las redes sociales, donde una de ellas llama especialmente la atención. Es un retrato de la anciana, sola, iluminada, llorando con los ojos cerrados, mientras con una mano sujeta tras de si una puerta y con la otra se agarra a su bastón.
Desde su publicación, decenas de miles de personas han compartido en redes sociales esa imagen de Carmen. En un multitudinario ejercicio de empatía contagiosa, se han hecho virales esa foto, la noticia, la galería con la secuencia completa, el posterior anuncio del Rayo de que echará una mano, muchos post y tuits que de forma casi simultánea la gente decidió que todos los demás habían de ver. La imagen de la abuela echada de su casa por ayudar al hijo que debía dinero a un prestamista ha encontrado una fibra que aún estaba sensible tras tantos años de dramas provocados por la crisis.
Es una foto “bastante icónica”, reconoce el autor, que lleva dos años y medio cubriendo los desahucios españoles y que ha sido premiado por ello de forma internacional. No es la primera vez que consigue una instantánea así. “He hecho fotos bastante potentes, tenía la sensación de que esta era una de ellas. Lo sentí interiormente”.
Tras los disparos, la cámara de Kudacki se llevó un par de golpes. El fotógrafo tampoco es nuevo en eso de contar historias aunque la situación se ponga difícil: está siendo juzgado por resistir a la autoridad en la cobertura de otro desalojo. “Yo estoy ahí para ser testigo de lo que pasa y a pesar de que llevo con una cámara trato de ser lo más invisible posible. Nosotros no somos activistas, estamos ahí para mostrar lo que esta pasando a la sociedad. Y que después la sociedad se haga preguntas”.